El gobierno de los bienes comunes es la obra más conocida de la politóloga estadounidense Elinor Ostrom. En esta obra, la autora pretende dar respuesta al conocido dilema planteado por Garret Hardin en La tragedia de los comunes, en donde se propone que un grupo de agentes económicos racionales que persigue intereses personales de manera independiente tenderá a la explotación de un recurso común hasta su agotamiento. La visión de Ostrom es que los recursos no necesariamente serán explotados, como propone Hardin, ya que existen casos en donde a causa de arreglos institucionales eficientes y contratos entre las partes los recursos comunes han sido administrados de manera sostenible. Así, la obra tiene como objetivo exponer un marco teórico que permita comprender bajo qué circunstancias las comunidades tenderán a la gestión sostenible y organizada de los bienes comunes. La autora concluye, tras un detallado análisis, que son las comunidades que logran implementar acuerdos institucionales “robustos” las que administrarán los bienes comunes de forma exitosa.
Para que estos regímenes de propiedad comunal puedan administrarse exitosamente, Ostrom identificó ocho características esenciales.
Ejemplo:
En Guatemala, la aldea más grande de Momostenango (Totonicapán), San Vicente Buenabaj, solicitó en 2008 al Congreso de la República constituirse como municipio independiente con capacidades de autogobernanza. Los representantes de la comunidad señalan que constituirse como aldea independiente les permitiría un mejor manejo de sus recursos naturales y manejar de manera sostenible e integral sus bosques.
El caso llamó la atención y se realizaron varias investigaciones respecto al manejo de los bienes comunes en esta aldea. Analizándose la organización de esta comunidad, destaca el manejo del bosque comunal. Cada habitante tiene acceso a 500 hectáreas del bosque para uso personal. A pesar del uso constante que se hace de este recurso natural, las comunidades han logrado conservar su estado de manera eficiente. La administración de este bosque se ejerce a través de un cabildeo abierto, el poder local, en donde se expresa la decisión colectiva respecto al manejo de los recursos comunales.
En 2009, la Comisión Forestal para Latinoamérica y el Caribe de la organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) reconoció y premió a San Vicente Buenabaj por la manera en que conserva administra los recursos de su bosque. El caso ejemplifica la manera en que las comunidades indígenas del país se organizan para administrar sus recursos naturales diseñando reglas propias basadas en el derecho consuetudinario. Localmente se forman diversas entidades responsables de vigilar el cumplimiento de las reglas establecidas.
Referencias:
“A veces, existe un antagonismo entre el bien común y el bien privado”, declaran algunos. “A veces, lo que es bueno para un propietario es...
El nombre Guatemala viene de la palabra en náhuatl “Quauhtlemallan”, que significa lugar de muchos árboles. Sin embargo, hay un problema latente de deforestación que...