Maria Renée Cifuentes / / 10 de agosto del 2019

¿Por qué votamos?

por qué votamos

El public choice aplica las teorías y los métodos de la economía al análisis del comportamiento político. Como lo definió James Buchanan, el public choice es «la política sin romance». Por tanto, cuando hablamos de política dentro de un marco teórico basado en dicha teoría, sabemos que el wishful thinking no tiene cabida; esto se debe a que esta disciplina —basada en un modelo económico bajo el cual el humano se mueve por comportamientos racionales— asume que las personas están guiadas por sus propios intereses, y, más importante aún, que las motivaciones en la arena política no son distintas de aquellas motivaciones del mercado o ámbito privado. Aplicando estos conceptos en política, se puede observar que el ciudadano, al final del día, es humano y como humano votará por aquel partido y/o líder que le traiga mayor beneficio. 

El ciudadano, al final del día, es humano y como humano votará por aquel partido y/o líder que le traiga mayor beneficio.

Así mismo, cuando se analiza la arena política desde la perspectiva del public choice, se entiende que las acciones colectivas como el sufragio no son acciones de un grupo único; es decir, no se estudia al «pueblo», a «la comunidad» o «la sociedad», ya que, según esta teoría, los grupos en realidad no toman decisiones per se, sino que son los individuos los que, formando parte de un colectivo, toman decisiones de acuerdo a sus intereses. El problema, entonces, al querer estudiar y evaluar el sufragio, se torna en cómo podemos estudiar las preferencias individuales que muchas veces, sino la mayoría, son diferentes y pueden entrar en conflicto. En otras palabras, hay asimetría de información entre los individuos y todos son actores racionales con intereses distintos. 

Anthony Downs (1957) señaló en An Economic Theory of Democracy que el votante o la mayoría de los votantes tienen información incompleta sobre el mercado político y su oferta; es decir, sus candidatos y sus planes de gobierno. Debido a esta falta de información, el ciudadano promedio no sabrá qué tanta intervención por parte del gobierno debería de haber, ya que al haber asimetría de información al momento de votar, habrá asimetría de información durante el gobierno. Sumado a esto, Downs, asegura que votar es irracional, ya que la probabilidad de que el voto de un solo individuo determine el resultado de una elección es muy bajo. Es decir, el voto efectuado por una persona no hará mover la balanza en favor de un candidato sobre otro. 

El voto efectuado por una persona no hará mover la balanza en favor de un candidato sobre otro.

Teniendo en cuenta lo anterior, me pregunto, como individuo y como parte de un colectivo, ¿por qué votamos?, ¿cuál es mi incentivo como individuo?, ¿cuál es mi incentivo como grupo? Tomando como base la teoría de Downs y la teoría clásica de public choice del principal y del agente, ¿por qué como ciudadanos, sabiendo que hay asimetrías de información, estamos dispuestos a votar y a otorgar el poder a un grupo específico de individuos, quienes cuentan con sus propios intereses y no necesariamente responderán al «bien común»? Y, más importante aún, ¿cómo podemos, como ciudadanos, corregir la asimetría de información dentro del mercado político? ¿Cuál es el camino más realista para resolver esta problemática? ¿Es un problema meramente de información o es también un problema de interés? 

En un siguiente artículo, abordaré las preguntas anteriores para tratar de entender el comportamiento humano.

Referencias


AVISO IMPORTANTE: El análisis contenido en este artículo es obra exclusiva de su autor. Las aseveraciones realizadas no son necesariamente compartidas ni son la postura oficial de la UFM.

Comparte este artículo:

Maria Renée Cifuentes