Santiago Dussan / / 25 de agosto del 2020

Un mensaje de prudencia de Eugen von Böhm-Bawerk

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En una grabación de audio de la Österreichische Mediathek se puede escuchar la voz del que sin duda es uno de los economistas más importantes en la historia del pensamiento económico: Eugen von Böhm-Bawerk. En aproximadamente 25 segundos, von Böhm-Bawerk no habla de economía, sino de la novedosa máquina que se le presenta: el fonógrafo. Con fuerte acento austriaco e intacta capacidad de asombro, dice lo siguiente:

No sé lo que las épocas futuras quisieran conocer de nosotros. Sé con seguridad lo que yo quisiera conocer de las épocas futuras. Lamentablemente, lo que grabe el fonógrafo, al cual confío mis curiosas preguntas, no ofrece una respuesta a mi pregunta.

La pieza es una absoluta delicia de parafernalia intelectual. Satisface la infantil curiosidad de poder conocer indirectamente la voz de tan titánica personalidad. También permite conocer el tipo de enunciados que caracterizará aquella línea específica dentro de la historia del pensamiento económico: la Escuela Austriaca de Economía.

Como agentes, gran parte de nuestra existencia se reduce al cometido incesante de anticipar el futuro. Nos interesa anticipar si nuestras acciones producirán los resultados que imaginamos. Queremos saber si la asignación de medios a un curso de acción particular terminaría por sacrificar fines más urgentes. Nos interesa, en otras palabras, ser eficientes en el sentido de que quisiéramos coordinar con mínimo desperdicio nuestras acciones y dirigirlas a la satisfacción de necesidades con los medios escasos con los que contamos.

El valor de nuestros fines y, por consiguiente, de los medios que juzgamos útiles para conseguirlos, es subjetivo. Siendo esta la naturaleza del valor, entendemos perfectamente lo que está queriendo decir von Böhm-Bawerk. Conocer sobre las épocas futuras no es posible con el fonógrafo. No es un problema técnico cuya solución pueda provenir de una máquina. Como agentes, debemos entender que tan solo podremos “acercarnos” a ese conocimiento. El problema de conocer el futuro es económico. Ante la imperfección de nuestra mente, calculamos económicamente el futuro; lo imaginamos, y tal estimación solo es posible a partir del conocimiento que nos brindan las distintas razones de intercambio de acciones pasadas: los precios.

El problema de conocer el futuro es económico. Ante la imperfección de nuestra mente, calculamos económicamente el futuro; lo imaginamos, y tal estimación solo es posible a partir del conocimiento que nos brindan las distintas razones de intercambio de acciones pasadas: los precios.

Al decir que el fonógrafo no brinda conocimiento futuro, von Böhm-Bawerk implícitamente delega la resolución del problema de conocer el futuro a la función empresarial. Esta consiste, a partir de la información que transmiten los precios, en agudizar la mirada hacia el futuro, en una competencia que consiste en “ver” más allá de lo que alcanzan a ver otros para rivalizar armónicamente con sus decisiones y satisfacer las necesidades de nuestros semejantes. La labor empresarial consiste en anticipar las necesidades del futuro y coordinar estas con las necesidades de los dueños de los factores de producción. Si tal acción promete ganancia empresarial, si alcanza a estimar el precio del producto por encima de aquel de los factores de producción, el empresario actuará en pro de esa coordinación. De no hacerlo, el mundo se detiene.

La grabación cobra una relevancia adicional determinada por la altura y la gravedad de estos tiempos. Nadie habría podido anticipar lo que estamos viviendo a causa de la pandemia del COVID-19. Lo que sí podemos observar son diferentes esfuerzos para encontrar una vacuna. Se ha anticipado la necesidad urgentísima en el futuro de hacerle frente a la tragedia para poder continuar con nuestras mundanas vidas. Varios laboratorios farmacéuticos, encarnando la función empresarial, están tratando de producir medios para hacerle frente al futuro tal y como se lo imaginan. Lo están haciendo estimando que el precio de tal vacuna (reflejando la urgencia de la necesidad) estará por encima del valor de los cursos de acción alternativos que se sacrificarían. Creo que no exagero cuando afirmo que nuestras vidas dependen del éxito de este esfuerzo coordinador.

Varios laboratorios farmacéuticos, encarnando la función empresarial, están tratando de producir medios para hacerle frente al futuro tal y como se lo imaginan. Lo están haciendo estimando que el precio de tal vacuna estará por encima del valor de los cursos de acción alternativos que se sacrificarían.

A la luz de esto, resultan preocupantes las distintas voces clamando por la venta de la vacuna a un precio que esté al mismo nivel, o incluso por debajo, del costo de producción. De cumplir con esta demanda, serán insuficientes los esfuerzos de los empresarios de la vacuna en anticipar la urgencia de la misma. De manera similar, no habrá posibilidad de determinar la mejor forma de producir la vacuna; y tampoco habrá forma de determinar la mejor manera de remunerar a todos aquellos que participen en su producción como los científicos, cuyo trabajo resultará crucial para llegar a conocer la composición de todo aquello necesario para producirla y conocer sus efectos secundarios. Ningún talento humano, ningún bien de producción se verá atraído a su producción; en otras palabras, no habrá forma de dar solución al problema de coordinación que se nos presenta alrededor del COVID-19. Se nos privaría del futuro que imaginamos. Además de ello, al exigir un precio máximo para la vacuna por debajo del de mercado, serían muchos más los que demandarían la vacuna que aquellos que estarían dispuestos a producirla. Convertir esta desinformada opinión en derecho sería condenar a muerte a muchas personas.

Las palabras de von Böhm-Bawerk nos llegan como un mensaje del pasado. Este mensaje nos recuerda nuestra limitación mental para conocer el futuro; nos recuerda indirectamente que solo nos resta crearlo. Finalmente, nos recuerda que, para crearlo, debemos apostar por la economía de libre mercado y sus regularidades. De la misma forma en la que para el piloto de un avión no sería prudente descartar la importancia de la ley de gravedad, a la opinión pública y a sus moldeadores no les es prudente descartar la forma en la que el mercado soluciona los problemas. Literalmente, nuestra vida depende de ello.

AVISO IMPORTANTE: El análisis contenido en este artículo es obra exclusiva de su autor. Las aseveraciones realizadas no son necesariamente compartidas ni son la postura oficial de la UFM.

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Santiago Dussan

Doctor del derecho y profesor de análisis económico del derecho de la Pontificia Universidad Javeriana, Cali

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