Polarización: la nueva amenaza hacia la democracia
Los Estados Unidos de América mantuvieron con respeto la democracia durante todo el siglo XX y lo poco que llevamos del siglo XXI hasta el miércoles 6 de enero del presente año, cuando varias personas simpatizantes del Partido Republicano, específicamente simpatizantes del presidente Trump, invadieron el Capitolio. Esto detuvo la certificación de los votos del Consejo Electoral de las elecciones llevadas a cabo el 3 de noviembre de 2020. Desde el acto se han apuntado muchos dedos para definir la causa de incitación de este disturbio: las críticas se concentran en el discurso de Trump de ese mismo día, en el cual exclama su descontento y no aceptación del resultado de las elecciones, calificándolo como un robo. Estas críticas tienen muchos nombres: un acto de terrorismo incitado por Trump, según Muriel Bowser, actual alcaldesa de Washington D. C.; un fallo a su juramento, según Joe Biden, o un intento de autogolpe, según el politólogo de Harvard, Steven Levitsky.
Sin lugar a duda, esto es un evento sin precedentes en Estados Unidos; sin embargo, no es una consecuencia tan excéntrica si pensamos en uno de los grandes males del siglo XXI, la polarización, en específico, la polarización política. La cual, en Estados Unidos, es claramente identificable en los 2 partidos políticos dominantes: Republicano y Demócrata. Este tipo de polarización está ligado a la acción que toman los afiliados ante las afirmaciones del partido, en este caso, las de Trump.
La polarización política a gran escala causa que el juicio individual pase a segundo plano y tiene como consecuencia que las declaraciones se conviertan en acciones con mayor facilidad. Además, la diferencia entre los partidos en Estados Unidos ha llegado hasta el punto de que la postura republicana y la democrática son tan diametralmente distintas que ya no representan ni a sus afiliados en su totalidad. Recordemos que estos partidos están compuestos por individuos, y nos es imposible ser iguales en todo aspecto; este simple, pero fundamental postulado, se ha olvidado debido a la polarización. La prueba de esto se encuentra en la diferencia de opiniones entre Trump y su vicepresidente Mike Pence, con respecto al resultado de las elecciones, y en la postura de Mitch McConnell, alto representante de los republicanos, quien reconoce que el acto es una clara amenaza. La polarización está afectando a la dualidad entre los partidos políticos, es decir, está poniendo en duda al juego político en sí.
El tema de si Trump incitó al acto o no pierde relevancia, puesto que el problema se convierte en uno de la fortaleza de las instituciones políticas del país. Trump alega en reiteradas ocasiones, sin fundamento hasta el momento, un posible fraude; poco tiempo después, sus oyentes invaden el Capitolio. El hecho de que sus simpatizantes confíen más en el juicio personal del representante del partido al que apoyan (Trump), antes que en instituciones políticas defendidas constitucional e históricamente, implica un serio problema.
Steven Levitsky, en su entrevista para BBC, declaró que considera que este evento no representa una ruptura en la democracia; pero no dejó de mostrar su preocupación por los efectos a mediano plazo. Este evento es una de las consecuencias de la polarización; el fenómeno crece desmedida y constantemente, y los personajes como Trump lo magnifican, creando un estrés fuerte en la política y en la mente de las personas que se involucran en esta. Para los votantes, genera un ambiente desgastante, en donde las posturas intermedias se consideran equivocadas: es blanco o es negro. El gris simplemente no existe. Situación que causa que nuestra opinión de votantes sea tergiversada. Esto, agregado a los pocos incentivos que de por sí existen para involucrarnos en la política, crea el ambiente perfecto para no acercarnos a esta.
Este desincentivo incrementa aún más el debilitamiento de la democracia, pues la calidad de esta se mide en qué tan capaz es el Gobierno de representar a la población o al menos a la mayoría. Si lo que hay es menos población manifestando una opinión política no aleatoria, entonces la democracia pierde sentido y los países se vuelven propensos a políticos que pueden saltarse las constituciones. En América Latina somos expertos en instituciones debilitadas y en políticos que, siguiendo sus intereses, se aprovechan de ello. La única diferencia que tienen los golpes de Estado de América Latina y el denominado autogolpe por Levitsky en Estados Unidos es que los militares no apoyaron a Trump.
La polarización al grado que existe hoy en día es un problema de nuestro tiempo. No hay antecedentes, ni tampoco claro camino de acción para evitarla, ni siquiera se ha definido si es o no un problema; pero lo que está claro es que una de sus ramas, la polarización política, ya ha empezado a causar estragos en nuestras instituciones políticas principales. ¿Qué pasaría en el resto de los países si la democracia estadounidense (la democracia por antonomasia) fracasa? Este es un fenómeno social interesante que puede llegar a cambiar nuestras vidas radicalmente según las instituciones que afecte, y será deber de nosotros como individuos, no como afiliados a alguna postura colectiva polarizada, mantener las instituciones que han probado ser eficaces para no recaer en errores del pasado.
Referencias
Redacción. 2021. «Capitolio de Estados Unidos | Cómo fue el caótico «día de la infamia» que vivió EE. UU. con el violento asalto al Congreso por seguidores de Trump». BBC News Mundo, 6 de enero 2021. https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-55564219
Sulbarán Lovera, Patricia. 2021. «Asalto al Capitolio | «Esto fue un intento de autogolpe incitado por Trump»: entrevista con Steven Levitsky, politólogo de la Universidad de Harvard”». BBC News Mundo, 7 de enero de 2021. https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-55568588
AVISO IMPORTANTE: El análisis contenido en este artículo es obra exclusiva de su autor. Las aseveraciones realizadas no son necesariamente compartidas ni son la postura oficial de la UFM.