Luis Carlos Araujo Quintero / / 5 de noviembre del 2021

La historia de dos imperios domesticados contra el comunismo: elecciones en Alemania y Japón 2021

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Los resultados electorales de finales de septiembre en Alemania y Japón podrían augurar un futuro inestable. Por un lado, por primera vez desde la fundación de la Alemania federal en 1949, los dos partidos más grandes, la democristiana CDU/CSU y el socialdemócrata SPD, no lograron conseguir más del 50 % de los votos en conjunto. Ahora ambos luchan por liderar una coalición de tres partidos a nivel federal, una novedad para Alemania. Por otro lado, Japón presenció una elección interna de emergencia en el Partido Liberal Democrático —PLD— para escoger un nuevo líder de partido para suceder al actual primer ministro Suga tras su dimisión. Estos eventos podrían sacudir estas democracias plenas y potencias mundiales, cimientos de la estabilidad internacional. Alemania es el sostén de la Unión Europea, mientras que Japón es el mayor baluarte de Occidente contra la influencia china en la región Asia-Pacífico. ¿Está el mundo ante un nuevo periodo de inestabilidad?

Sistemas estables y resistentes

Pese a los resultados, los sistemas mencionados son extremadamente estables. El actual sistema alemán data de 1949, cuando la parte oeste del país se reunificó tras la Segunda Guerra Mundial. Desde entonces, la CDU/CSU y el SPD han sido los partidos dominantes, con una clara tendencia hacia la primera. En 72 años de democracia, la CDU/CSU ha dirigido el Gobierno por 52 años y el SPD, los 20 restantes. Si bien siempre se ha gobernado en coalición, estas solo han tenido dos partidos. Aunque hoy se busque la primera coalición de tres partidos a nivel federal, esto no cambia el hecho que uno de los dos partidos dominantes dirigirá al país. Es más, si no se logra la coalición tripartita, ambos partidos juntos aún tienen una mayoría en el Parlamento. Por consiguiente, pueden aliarse y crear otra gran coalición como ya lo han hecho durante 12 de los 16 años de la actual canciller Merkel.

Japón es un sistema aún más estable que el alemán. Data de 1947 y también surgió después de la guerra. Desde 1955, el país ha sido gobernado casi exclusivamente por el PLD, actual partido de gobierno, durante 61 de 66 años. Ha tenido breves periodos de ausencia, por ejemplo, 1993-1994 y 2009-2012. Estos se caracterizan por la inestabilidad del país. Distintos partidos de oposición se suceden rápidamente sin lograr consolidar el Gobierno hasta que uno termina aliándose con el PLD. Así, el partido dominante regresa al poder y gana las siguientes elecciones. Aunque casi ningún primer ministro termine su periodo completo, casi todos son del partido ya referido.

Orígenes del sistema: parlamentarismos extraños

Los partidos en Alemania y Japón se comportan según su sistema de votaciones. Ambos son sistemas parlamentarios. El Ejecutivo es electo por el Parlamento, no escogido directamente como los presidencialismos, y depende de la distribución de partidos o coaliciones en el Parlamento. Normalmente, los sistemas parlamentarios tienen un sistema de votación proporcional: los ciudadanos votan por un partido y se asignan asientos según el porcentaje que cada partido obtenga en la elección. Así, partidos pequeños tienen un acceso relativamente fácil al Parlamento. No se trata de ganar la mayoría de votos como en un sistema mayoritario de votación, solo se busca obtener una parte. Basado en esto, un parlamentarismo debería tener varios partidos efectivos, o sea, con poder de incidir en las decisiones gubernamentales. Sin embargo, Alemania y Japón históricamente tienen pocos partidos efectivos: 2-3 y 1-2, respectivamente.

Los partidos en Alemania y Japón se comportan según su sistema de votaciones. Ambos son sistemas parlamentarios. El Ejecutivo es electo por el Parlamento, no escogido directamente como los presidencialismos, y depende de la

Esto se debe al sistema de votación de cada país y sus modificaciones. Ambos son sistemas mixtos de votación con limitaciones legales al acceso al Parlamento. Un sistema mixto busca mezclar el sistema mayoritario y proporcional. En el caso de Alemania, se tiene una representación proporcional mixta. La mitad de sus diputados se escogen proporcionalmente, mientras que la otra mitad se hace de manera mayoritaria. Esto permite que varios partidos entren al Parlamento. Sin embargo, el subsistema mayoritario, aquel donde solo un candidato gana, incentiva una dinámica bipartidista porque es más fácil ganar la elección. Esto permite darle muchos asientos extras a los dos partidos más grandes. Estos se agregan sobre la proporción que el partido ya ganó. Por consiguiente, siempre tienen muchos más parlamentarios que los partidos pequeños. Es así como CDU/CSU y SPD controlan el Gobierno. Además, hay un umbral electoral bastante alto desde 1957. Para poder entrar al Parlamento, cualquier partido debe tener más del 5 % del voto o ganar tres elecciones mayoritarias. Nuevamente, esto es más fácil de hacer para los dos partidos grandes y limita más la entrada de facciones pequeñas.

Japón tenía otro sistema de votación mixto: voto único intransferible. En dicho sistema, un votante tiene un solo voto en un distrito. En el mismo distrito, hay varios candidatos que compiten por varios asientos en el Parlamento por el mismo distrito. Este tipo de voto permitía que un solo partido ganara muchos diputados en un solo distrito, pues solo necesita porcentajes pequeños para ganar varios asientos. En esencia, un 20 % del voto puede asegurar un diputado en el Parlamento. Así, el PLD se aseguró supermayorías hasta los 90. Tras un breve intervalo en el Gobierno, los partidos pequeños cambiaron el sistema electoral a uno paralelo. Este es muy parecido al sistema alemán, con la diferencia que un candidato puede presentarse por dos listados diferentes al mismo tiempo. En su intento de crear un bipartidismo, la oposición simplemente permitió el retorno del PLD con mayoría, aunque ahora necesita de una coalición para tener supermayoría.

Partidos diseñados para ganar mayorías

El sistema de partidos también es relevante en estos sistemas parlamentarios extraños. Para esto, se toma a un partido político como una organización que busca maximizar votos para ganar elecciones. En sistemas proporcionales, los partidos tienden a apelar solamente a una parte de la población; un sistema mayoritario hace que el partido busque apelar al centro para ganar la mayoría de votos. Esto se llama la teoría del votante medio. Dado que Alemania y Japón ponen límites grandes a la proporcionalidad con sistemas mixtos, sus partidos grandes actúan como mayoritarios. Así, apelan al centro para ganar la elección.

Aunque estos países están a medio mundo de distancia entre sí, tienen sistemas muy similares. Esto no es ninguna coincidencia.

En Alemania, tanto la CDU/CSU como el SPD tienden a crear grandes coaliciones centristas. Esto lo hacen normalmente con el partido liberal o entre sí. Si bien nuevos partidos han entrado al Parlamento desde los 80, solo los ecologistas han tenido un rol relevante a nivel federal. Existe un consenso político de excluir a los comunistas y ultranacionalistas de cualquier coalición de gobierno. En Japón, el PLD es la fusión de los dos partidos más grandes entre 1947 y 1955: el partido Liberal y el Democrático. Debido a que siempre se alternaban en el poder, decidieron unirse institucionalmente para prevenir una victoria de los socialistas.

¿Una intervención extranjera exitosa?

Aunque estos países están a medio mundo de distancia entre sí, tienen sistemas muy similares. Esto no es ninguna coincidencia. Desde mediados del siglo XIX, estos países tienen desarrollos políticos paralelos. Ambos se reformaron dramáticamente para volverse potencias imperialistas y militaristas, imitándose entre sí. Su beligerancia llevó a su ocupación aliada después de la Segunda Guerra Mundial. Así, aunque ambos países se volvieron parlamentarios, los aliados liderados por Estados Unidos se aseguraron de construir sistemas afines que no degeneraran nuevamente en fascismos y que sirvieran como barrera estable contra el comunismo internacional. Así, EE. UU. —con su ocupación militar— domesticó antiguos imperios, creando sistemas que generaran la estabilidad para luchar contra el nuevo enemigo. Los otrora rivales se volvieron los mayores puntos de contención anticomunista; hoy siguen fungiendo este rol geopolítico contra Rusia y China.

AVISO IMPORTANTE: El análisis contenido en este artículo es obra exclusiva de su autor. Las aseveraciones realizadas no son necesariamente compartidas ni son la postura oficial de la UFM.

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Luis Carlos Araujo Quintero

Estudiante del Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales. Ferviente creyente de la moderación y del respeto a las reglas justas y correctas. Defensor de la libertad en todas sus dimensiones. 

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