Olav Dirkmaat / / 8 de diciembre del 2022

FIFA versus el Estado: corrupción, pero muy diferente

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Hoy estamos en plena Copa Mundial 2022. Se ha dicho bastante sobre el país organizador, Catar, y la polémica persiste hasta la fecha. A la vez, Netflix lanzó el documental FIFA Uncovered sobre la supuesta corrupción dentro de la FIFA.

La diferencia fundamental entre la corrupción de la FIFA y la corrupción del Estado

Antes de nada, hay que entender de dónde provienen los propios ingresos de la FIFA. El 95 % de los ingresos de la FIFA vienen directamente de la organización de la Copa Mundial. Estos ingresos vienen de un «producto», y no cualquier producto, sino el producto más exitoso en la historia del deporte. Desde muchas perspectivas, no en lo más mínimo la económica, el Mundial es el evento deportivo más exitoso en la historia del mundo —no es sujeto de este artículo, pero hasta cierto punto es verdad que la FIFA es un «gorrón», free rider, de los clubes, ya que los clubes son forzados a ceder sus jugadores, sin compensación alguna, a la Copa Mundial—.

Desde la perspectiva de la Copa Mundial, es innegable el excelente trabajo que ha realizado la FIFA, en conjunto con las confederaciones —UEFA, CONMEBOL, etcétera— y federaciones, en promover el deporte.

En cambio, el dinero del Estado proviene de los impuestos que, a través de su monopolio sobre la coacción, el Estado extrae de sus ciudadanos. El dinero de la FIFA viene en última instancia de los consumidores.

En cambio, el dinero del Estado proviene de los impuestos que, a través de su monopolio sobre la coacción, el Estado extrae de sus ciudadanos. El dinero de la FIFA viene en última instancia de los consumidores: nadie está obligado a «consumir» el fútbol. Sin consumidores, no hay dinero. Este no es el caso para un Estado. Mientras el Estado retiene a los ciudadanos y mientras estos generen alguna renta, el Estado dispone de dinero para repartir.

Un resumen de los problemas en la FIFA

El documental FIFA Uncovered da un buen resumen de los problemas que se dieron en la FIFA, pero concretamente hay tres temas sobre la mesa:

  • La elección del presidente de la FIFA
    El presidente de la FIFA es elegido por sus miembros: las federaciones nacionales. Cada federación tiene un voto. Como menciona el documental, los países caribeños tienen una influencia desproporcionada sobre la elección: representan un peso insignificante en el futbol, pero significante en la elección del presidente de la FIFA.
  • La asignación del Mundial
    Aquí también se pueden mezclar la FIFA y la corrupción estatal: mientras para algunos países la organización del Mundial parece ser un ejercicio económico, para otros parece ser un ejercicio político —«sportwashing» siendo una posibilidad—. Es el Comité Ejecutivo que decide a qué país otorgar el derecho de organizar una Copa Mundial. El Comité Ejecutivo es nombrado por las confederaciones —UEFA, CONMEBOL, etcétera—, pero recordemos que las confederaciones representan a las federaciones nacionales: no existen sin ellas.

Aquí también se pueden mezclar la FIFA y la corrupción estatal: mientras para algunos países la organización del Mundial parece ser un ejercicio económico, para otros parece ser un ejercicio político

  • La comercialización de los derechos de marketing del Mundial
    También existe un asunto que solo fue discutido de paso en el documental: la venta de los derechos de imagen de la Copa Mundial por parte de la FIFA a International Sports and Leisure —ISL—. Ya no es el caso que ISL mercadea los derechos de la Copa Mundial, pero era un foco de «corrupción». Hay indicios de pagos —«sobornos»— de ISL a altos ejecutivos de la FIFA personalmente —no solo a la FIFA como organización—, y también de ISL a altos ejecutivos de federaciones nacionales, altos gerentes de empresas, etcétera, para que estos compraran los derechos para la Copa Mundial. Todavía no he mencionado el curioso caso de Panini, que apenas paga por los derechos de imagen para sus álbumes de estampillas, mientras EA Sports paga una gigantesca suma para, en efecto, derechos muy similares para el videojuego FIFA.

Los tres casos son derivados de problemas de gobernanza. Discutiré cada uno de ellos.

La elección del presidente de la FIFA

Netflix presenta al presidente de FIFA, Sepp Blatter, como alguien aún más importante que un jefe de Estado. La FIFA sí tiene un producto que le interesa a muchos Gobiernos para fines propagandísticos o económicos, pero Blatter no es comparable con Xi Jinping.

La FIFA sí tiene un producto que le interesa a muchos Gobiernos para fines propagandísticos o económicos, pero Blatter no es comparable con Xi Jinping.

Aplicando el marco económico del public choice, podemos entender que a un candidato a presidencia le toca convencer a los presidentes de las federaciones nacionales. De ahí la curiosidad de que el voto del presidente de la federación de, digamos, Islas Caimán tiene el mismo peso que el voto del presidente de la FA en Inglaterra, la federación de la liga más popular y rentable del momento.

Comprando votos

Cada federación nacional o, concretamente, cada presidente de cada federación busca expandir su capacidad económica, poder, prestigio y cantidad de recursos bajo su control. Por esta razón, los (ex)presidentes de la FIFA empezaron a usar los ingresos de FIFA para redistribuir rentas hacia las federaciones, especialmente de países subdesarrollados y pequeños, a cambio de votos.

Esta redistribución de rentas consiste en un presupuesto para proyectos locales o simplemente sobornos a favor de presidentes de federaciones.

Los (ex)presidentes de la FIFA empezaron a usar los ingresos de FIFA para redistribuir rentas hacia las federaciones, especialmente de países subdesarrollados y pequeños, a cambio de votos.

La redistribución de rentas, como es el caso de rentas personales a nivel país, les importa menos a las federaciones más exitosas. Para ellas, es muchísimo más importante que la FIFA actúe bien para que estas federaciones puedan sostener su éxito en términos económicos. Estas federaciones exitosas ya generan tantos ingresos que un ingreso insignificante de la FIFA apenas hará alguna diferencia.

En cambio, para una federación subdesarrollada, digamos la de Islas Caimán, prácticamente todos sus ingresos consisten en el reparto de la FIFA. En un país como las Islas Caimán, la federación tiene más poder que los clubes —porque la federación tiene más dinero—, mientras que, en un país como Inglaterra, los clubes tienen más poder, porque son ellos los que tienen el dinero. Allá, la federación depende de los clubes más que al revés: la FA inglesa no tiene hinchada ni vende camisetas.

El documental de Netflix hace un excelente trabajo en mostrar cómo el sueco Lennart Johansson, candidato a presidente de la FIFA, termina perdiendo la elección de Blatter porque no promete dinero a nadie.

Lennart Johansson, candidato a presidente de la FIFA, termina perdiendo la elección de Blatter porque no promete dinero a nadie.

Así es el modelo de gobernanza (y cómo cambiarlo)

En este sentido, la «corrupción» que se da en la elección del presidente de la FIFA —el populismo, los pagos, el cabildeo, etcétera— es un fruto del modelo de gobernanza. No es muy diferente de entidades con una estructura similar, es decir, una asociación sin ánimo de lucro. Y, hasta cierto punto, esta dinámica se da a escalas más pequeñas. La diferencia con otras asociaciones es que la FIFA, por el éxito del futbol, es una asociación que genera miles de millones de dólares al año.

Esto podría ser parcialmente solventado por hacer una reforma que solo otorga 1 voto a los 25 países caribeños para que su bloque tenga un menor peso en las elecciones. Aunque esto no resuelve el problema a fondo de los países africanos, de los cuales las federaciones dependen de la FIFA y donde la «compra de votos» ha sido lo más habitual. El problema podría ser casi completamente solventado quitándole el voto a las asociaciones que reciben más dinero de la FIFA que un cierto porcentaje de sus presupuestos totales —digamos, si el dinero de la FIFA representa más de 20 % del presupuesto de una federación, no tiene derecho a voto—.

En este sentido, la «corrupción» que se da en la elección del presidente de la FIFA —el populismo, los pagos, el cabildeo, etcétera— es un fruto del modelo de gobernanza.

Sin embargo, los países excluidos se quejarían de la «falta de democracia», no tener voz en la FIFA, el sesgo hacia las asociaciones europeas, el neocolonialismo, etcétera, y estas quejas producirían suficiente controversia para poner la opinión pública rotundamente en contra de este tipo de reformas. A la vez, la FIFA busca popularizar el futbol mundialmente, para que su franquicia —la Copa Mundial— tenga más audiencia y genere mayores ingresos. Por lo mismo, la FIFA tendrá que abarcar el mayor número de países posible como miembros.

El salario de Blatter: el problema de las organizaciones no lucrativas, incluso si son privadas

Lo que no solventaría modificar el bloque caribeño es el tema de los salarios elevados en la FIFA. Por ejemplo, en su último año, Blatter ganaba unos $2.5 millones al año.

En sí, recordemos que la FIFA es, en tamaño, comparable a una empresa de lucro que genera ingresos superiores a $1000 millones al año. Los CEO de estas compañías tienen un ingreso mediano de $1.5 millones al año —la muestra es de EE. UU., únicamente compañías cotizadas en bolsa—. En otras palabras, Blatter gana como director de una organización sin lucro más que un director de una empresa de lucro.

La FIFA es, en tamaño, comparable a una empresa de lucro que genera ingresos superiores a $1000 millones al año

Esto no es un problema nuevo: muchos estudios demuestran que los directores de organizaciones sin ánimo de lucro —por ejemplo, organizaciones caritativas— ganan más que directores de empresas privadas. Es otro ejemplo del problema principal-agente: este problema se evita generalmente en empresas de lucro; ya que los accionistas determinan el salario del director ejecutivo: un menor salario significa mayores ganancias para los accionistas. De esta forma, los accionistas quieren evitar pagar de más por un CEO, porque será a costa de su propio bolsillo. Esta presión a la baja en los salarios gerenciales no existe en organizaciones sin ánimo de lucro, porque no tiene accionistas. Los donantes de una organización sin ánimo de lucro no pueden elegir quienes conforman la junta directiva de esta —otro problema es que muchas de estas organizaciones reciben donaciones estatales que amplifican el problema principal-agente: en efecto, el Estado es un agente del contribuyente—.

Es otro ejemplo del problema principal-agente: este problema se evita generalmente en empresas de lucro; ya que los accionistas determinan el salario del director ejecutivo.

Una forma de solventar esto sería un salary cap dentro de la FIFA: por ejemplo, el director de FIFA no puede tener un salario mayor que el director mejor pagado en el futbol. Ahora bien, existe un problema con esta propuesta: los directores de los mejores clubes, incluso los que son empresas de lucro, reciben un mayor salario que el presidente de FIFA. Por ejemplo, el exdirector de Manchester United, Ed Woodward, recibía más de $3 millones al año. Entonces, podemos poner en duda si el salario de Blatter realmente era excesivo y si realmente requiere un ajuste de reglas para asegurar menores salarios para la alta gerencia de la FIFA o si un salary cap haría alguna diferencia si se impusiera.

La asignación de la organización de la Copa Mundial

También podemos apreciar, usando el public choice, que mientras la organización de la Copa Mundial sea rentable, habrá competencia para el derecho de organización. El modelo de decisión de la organización de Copa Mundial es el siguiente:

Solo en casos muy extremos podría un país contentarse, ex ante, con pérdidas económicas a cambio de avances no económicos —prestigio internacional, influencia política y otras cosas—. En otras palabras, como regla general, hay más oferta que demanda de organizadores del Mundial porque existe una expectativa de rentabilidad positiva.

Como regla general, hay más oferta que demanda de organizadores del Mundial porque existe una expectativa de rentabilidad positiva.

Una mala elección —asignación— podría, en última instancia, reducir la rentabilidad de la FIFA, si es que se reduce la popularidad del torneo —en efecto, menor audiencia y menos patrocinadores—. Sin embargo, esto hasta el momento no ha pasado. Catar no ha sido ninguna excepción. Catar será el Mundial más lucrativo en la historia de la FIFA y, probablemente, el siguiente Mundial en 2026 superará a Catar en términos financieros como ha sido la costumbre.

Sobornos para extraer rentas

Sin embargo, los tomadores de decisión de la FIFA no son accionistas; ellos no comparten el éxito financiero de la FIFA como organización, aunque el fracaso financiero puede amenazar sus puestos e ingresos personales. La manera de ganar más, entonces, la manera de aumentar tu renta, ha sido a través de sobornos —implícitos[1] o explícitos— y/o promesas para que votes por una candidatura.

La manera de ganar más, entonces, la manera de aumentar tu renta, ha sido a través de sobornos —implícitos o explícitos— y/o promesas para que votes por una candidatura.

Existen rumores que Catar ha pagado sobornos a miembros del Comité Ejecutivo para ganar la nominación, pero no existen pruebas de tal cosa. En efecto, esto es de nuevo un problema agente-principal; ya que la FIFA en realidad es de las federaciones y, por lo tanto, de los clubes: los miembros del Comité Ejecutivo que elige el país organizador podrían priorizar su propio interés sobre el interés de los clubes, si y solo si el premio para hacerlo es suficientemente tentador. Es innegable que cualquier candidatura consiente a los votantes con viajes lujosos, cenas exquisitas y todo tipo de ostentación. Es solo un pasito más para llegar de ahí a «sobornos» monetarios.

Debido a que la FIFA está estructurada como una asociación, y no como una empresa de lucro, no tiene accionistas como tal. Esto produce ocasionales problemas de principal-agente que, a su vez, causan la corrupción documentada. A la vez, esta ineficiencia económica podría volver a la FIFA a una organización conservadora que, paradójicamente, podría proteger al deporte ante intereses comerciales cortoplacistas o cambios abruptos al juego. En otras palabras, la estructura de la FIFA como «asociación de asociaciones» hace que sea como la Iglesia: frena el cambio, existe un conservadurismo en asuntos relacionados al deporte, y eso podría ser algo bueno para conservar el deporte. Al fin y al cabo, los clubes –usualmente sí empresas con ánimo de lucro– tienen que buscar un consenso para introducir cambios en —la organización— del deporte, algo que no sería necesario si la FIFA fuera una empresa con ánimo de lucro con propios accionistas, como es el caso en la mayoría de deportes americanos.

La estructura de la FIFA como «asociación de asociaciones» hace que sea como la Iglesia: frena el cambio, existe un conservadurismo en asuntos relacionados al deporte, y eso podría ser algo bueno para conservar el deporte.

Esto sí pasa en otros deportes, especialmente en EE. UU. En EE. UU., las ligas típicamente no son asociaciones de clubes o equipos, sino empresas de lucro: esto implica que generalmente el ritmo de innovación es mayor, la toma de riesgo es mayor, hay mayores cambios en gestión —la gestión cambia más frecuentemente de manos—, pero también podría poner en riesgo el deporte.

La Fórmula 1 es un buen ejemplo: su dueño, CVC, introducía regla tras regla para proteger al piloto tras una serie de accidentes, pero casi acaba con el deporte porque lo volvió cada vez más aburrido: perdieron casi 250 millones de espectadores en este periodo, de 600 a 352 millones. Fue hasta la adquisición de Liberty Media que iniciaron los cambios que volvieron a popularizar el deporte: los nuevos circuitos en EE. UU., como en Las Vegas, son un testimonio de la creciente popularidad de la Fórmula 1.

En esencia, hablamos de dos modelos de organización del deporte profesional:

Estructura del fútbol profesional versus otros deportes —típicamente americanos—: verde es privado y generalmente con ánimo de lucro y azul son asociaciones privadas sin ánimo de lucro.

La «corrupción» en las asociaciones y «la asociación de las asociaciones» es inherente a este modelo de gobernanza. En realidad, es un problema agente-principal en el cual el principal son los clubes y el agente será los electos en la FIFA. Cuando usan fondos de la Copa Mundial para lucro personal o para redistribuir rentas hacia otras federaciones para conseguir votos, están actuando en su propio interés en lugar del interés de los clubes. Sin embargo, sin clubes no hay federaciones nacionales, y sin federaciones nacionales no hay FIFA. Es posible que el problema agente-principal sea más grande de clubes a FIFA que de clubes a federaciones nacionales, simplemente porque la jerarquía de mando se vuelve más compleja. No obstante, FIFA no sería el único y definitivamente último ejemplo de esto.

La «corrupción» en las asociaciones y «la asociación de las asociaciones» es inherente a este modelo de gobernanza. En realidad, es un problema agente-principal en el cual el principal son los clubes y el agente será los electos en la FIFA.

La comercialización de los derechos de marketing del Mundial

La última fuente de corrupción documentada de la FIFA son los derechos de marketing. Originalmente, el hijo del fundador de Adidas, Horst Dassler, logró hacer un acuerdo con la FIFA para que la empresa ISL mercadea los derechos y, así, maximiza su potencial económico. La FIFA recibía un monto garantizado por los derechos, mientras que cualquier adicional iba a los bolsillos de Dassler y Cía. Esta situación duró hasta la quiebra de ISL en 2001. Tras la quiebra, la FIFA misma empezó a mercadear directamente los derechos de mercadeo y de imagen.

Sin embargo, la FIFA tiene incentivos perversos en cuanto a los derechos de marketing. Los altos funcionarios de la FIFA no comparten el éxito financiero de la FIFA y la Copa Mundial. Otorgar los derechos de marketing a un precio muy infravalorado a empresas de lucro, por lo mismo, no conlleva un castigo monetario para estos funcionarios de la FIFA.

La última fuente de corrupción documentada de la FIFA son los derechos de marketing. Originalmente, el hijo del fundador de Adidas, Horst Dassler, logró hacer un acuerdo con la FIFA para que la empresa ISL mercadea los derechos y, así, maximiza su potencial económico.

Podemos explicarlo con una analogía. Si yo soy un zapatero y vendo mis zapatos a mitad de precio, soy yo el que incurre en el costo de mi (dudosa) decisión. En cambio, si la FIFA vende los derechos de su torneo, la Copa Mundial, a mitad de precio, el funcionario no incurre en el costo de la mala venta, sino en última instancia los clubes y las federaciones nacionales. Esto induce que los funcionarios de la FIFA, por ejemplo cuando sean compensados en lo personal por otorgar un derecho de imagen, pueden priorizar su propio interés sobre el interés de la FIFA. En lugar de cobrar $100 millones, cobran solo $10 millones para la FIFA, pero aseguran que la compañía a la cual otorgan el derecho, les compensa lujosamente en lo personal. Es de esperar que la naturaleza jurídica de la FIFA, es decir, ser una asociación sin ánimo de lucro, lleva a nepotismo y corrupción de esta naturaleza.

En lugar de cobrar $100 millones, cobran solo $10 millones para la FIFA, pero aseguran que la compañía a la cual otorgan el derecho, les compensa lujosamente en lo personal.

Esto usualmente no es un problema cuando las cosas van bien. Si a todos les está yendo genial económicamente, pocos alarmarían sobre posibles colusiones y nepotismo. Sin embargo, cuando los ingresos del Mundial empiezan a decepcionar, podría ser un foco de mayor atención por parte de los países miembros de la FIFA.

En subastas públicas y transparentes se podrían subastar los derechos específicos que hoy por hoy está vendiendo la FIFA. Esto reduce las posibilidades de nepotismo y corrupción en la venta de derechos de la Copa Mundial.

Parece que la forma de resolver esto es introducir mecanismos habituales para el Estado en forma de procesos de licitación. En subastas públicas y transparentes se podrían subastar los derechos específicos que hoy por hoy está vendiendo la FIFA. Esto reduce las posibilidades de nepotismo y corrupción en la venta de derechos de la Copa Mundial. Es posible que cuando los ingresos de la FIFA dejan de crecer, los clubes y las federaciones más fuertes empezarán a exigir mayor transparencia en la comercialización de los derechos de marketing. Al fin y al cabo, son los clubes los que pagan los salarios de los jugadores, no la FIFA.

Conclusiones

La corrupción de la FIFA es fundamentalmente diferente a la corrupción del Estado. La FIFA, como asociación de las asociaciones de los clubes, genera sus ingresos con el torneo deportivo más exitoso de la historia, la Copa Mundial. Si la corrupción de la FIFA pone en riesgo este éxito, se reduce la cantidad de dinero a repartir para, por ejemplo, la compra de votos. De esta forma, siempre tiene un contrapeso. En cambio, el dinero del Estado proviene de la coacción. Esto cambia la ecuación radicalmente.

La corrupción documentada es derivada de dinámicas conocidas en el public choice que se pueden relacionar directamente con el rentseeking y el problema principal-agente. Concretamente, proviene de las federaciones de países en subdesarrollo que son muy dependientes del dinero de la FIFA y donde los clubes tienen poco poder económico. Mientras la FIFA siga siendo exitosa económicamente, habrá poca presión por parte de los clubes a algunas reformas para reducir las posibilidades de corrupción que discutimos en este artículo.

Por lo demás, parece que el documental FIFA Uncovered exagera su alarmismo y que la FIFA definitivamente no requiere ninguna intervención estatal para resolver sus problemas. Un consenso amplio entre los clubes, usualmente empresas con ánimo de lucro, será necesario para hacer reformas más profundas. Ese consenso responderá a las necesidades de los amos del deporte más popular del mundo, es decir, los clubes de fútbol que existen única y exclusivamente a merced de sus aficionados.


[1] Un ejemplo de un soborno implícito podría ser una invitación a un viaje de lujo con todo tipo de amenidades para «escuchar una oferta» de un país organizador. Esto parece haber sido el caso de Catar: no hubo sobornos como tal —transferencias—, pero definitivamente los países candidatos hacen todo para acomodar el electorado del Comité Ejecutivo, algo que en muchos casos parece a la forma cómo las farmacéuticas «sobornan» a los médicos para que prescriban sus medicinas —y los consumidores no pueden adquirir medicinas sin permiso o prescripción del médico—.

AVISO IMPORTANTE: El análisis contenido en este artículo es obra exclusiva de su autor. Las aseveraciones realizadas no son necesariamente compartidas ni son la postura oficial de la UFM.

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Olav Dirkmaat

Director del Centro para el Análisis de las Decisiones Públicas (CADEP) y profesor de economía en la UFM. CIO de Hedgehog Capital. Doctor en Economía por la Universidad Rey Juan Carlos en Madrid.

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