Si Hayek asesorara al presidente Giammattei
El pasado jueves 14 de mayo de 2020, el presidente de Guatemala, Alejandro Giammattei, anunció en cadena nacional el cierre total del país por los siguientes tres días. Las tiendas de barrio estarían abiertas solamente tres horas para abastecer de alimentos a aquellos que no contasen con una despensa (probablemente la mayoría). La justificación fue el aumento de casos de coronavirus, que sobrepasaron los más de 100 diarios la semana pasada. La decisión fue ampliamente rechazada. Para hacer esta aseveración me baso en reportes de redes sociales y medios de comunicación, en los que circularon videos donde agricultores del occidente del país se manifestaron en contra de las decisiones del presidente. Además, se observó un alto número de personas en las calles, muchas de ellas temiendo el desabastecimiento de los próximos días. Al final del domingo, la sensación de molestia hacia el presidente era notoria. Este rechazo popular es paradójico, pues, según una encuesta de Prodatos, el apoyo a las restricciones impuestas por el presidente Giammattei aún se mantiene por encima del 50%. Si esto es así, entonces, ¿cómo explicamos la reacción de los ciudadanos?
Seguramente habrá muchas teorías, pero me gustaría aportar a la discusión una que proviene del pensamiento de Friedrich Hayek. En su libro La Constitución de la Libertad, Hayek aborda varios temas, entre ellos la coerción por parte del Estado. El filósofo argumenta que el Estado existe para reducir el uso de la coerción entre los individuos. De esta manera, la coerción de los otros, la cual podría ser impredecible, excesiva y arbitraria, puede verse limitada si el Estado tiene control sobre ella. Asimismo, al establecer en la ley las instancias en las que el Estado puede hacer uso de dicha coerción, el individuo cuenta con información clave para saber qué comportamientos son meritorios de un castigo.
Para desarrollar este punto, Hayek hace una analogía entre el uso de la coerción y los fenómenos naturales. Todos sabemos que debemos enfrentarnos a circunstancias físicas que pueden limitar nuestros planes a lo largo de la vida. Por ejemplo, un huracán podría limitar mi deseo de emprender un viaje en avión. Sin embargo, según Hayek, los humanos buscamos hacer uso de nuestro conocimiento para adaptarnos a las condiciones y retos que presenta el ambiente natural. Si sabemos de la llegada de un huracán, probablemente pospondremos nuestros planes de viaje para otro momento. De la misma manera, si el individuo conoce de antemano bajo qué circunstancias podría ser sujeto de coerción, entonces buscará adaptarse para así continuar con su plan de vida. Si el individuo sabe que al cometer un delito podrá ser arrestado, entonces evitará cometerlo para así no ser sujeto del castigo. En otras palabras, la función de la ley es reducir la incertidumbre, la arbitrariedad y el exceso en el uso de la coerción en una sociedad libre.
Según Hayek, los humanos buscamos hacer uso de nuestro conocimiento para adaptarnos a las condiciones y retos que presenta el ambiente natural.
Desde mi perspectiva, el rechazo ciudadano a las disposiciones presidenciales puede ser explicado desde esta perspectiva. Alrededor del mundo, las personas han reconocido la necesidad de algunas restricciones extraordinarias y temporales debido a la pandemia. Se ha aceptado que el índice de contagio es más alto que el de una gripe normal. También se ha observado con preocupación el desborde de los sistemas de salud pública aun en países con altos índices de desarrollo. En consecuencia, nos hemos adaptado a las nuevas circunstancias planificando los momentos para salir por insumos básicos y actividades laborales necesarias. Sin embargo, las disposiciones presidenciales del jueves 14 de mayo no fueron apoyadas porque estas generaron incertidumbre sobre lo que se podía o no hacer, fueron percibidas como arbitrarias y repentinas y, sobre todo, fueron catalogadas como excesivas y desiguales, pues no todos los productores de alimentos pudieron comercializar sus productos.
Si Friedrich Hayek asesorara al presidente Giammattei, le habría advertido del peligro de asumir que el apoyo de la ciudadanía a las restricciones es ilimitado. Para que estas tengan legitimidad, las reglas establecidas por la presidencia deben generar certeza; de lo contrario, los cambios repentinos producen violaciones a la ley, lo cual debilita aún más las instituciones. Asimismo, las restricciones no pueden ser bajo ningún motivo arbitrarias. El presidente debe sustentar sus decisiones a partir de datos reales de por qué el índice de contagios amerita un cierre y así persuadir a la población. Las prohibiciones no pueden ser objeto de una reacción emocional a las presiones de los diversos sectores políticos en contienda. Finalmente, las decisiones del poder público no pueden percibirse como excesivas ni ir en contra de otros derechos fundamentales como la libertad de industria y la necesidad de acceder a los insumos básicos, lo cual también contribuye a la salud pública. Si Hayek asesorara al presidente, este podría observar que sus disposiciones limitan cada vez más la planificación, reducen la certeza y, por consiguiente, ponen a las personas en modo de sobrevivencia. Esto último las lleva a dinámicas de un estado de la naturaleza en el que no existe control sobre la coerción y vivimos constantemente con la sensación de estar bajo amenaza.
Si Friedrich Hayek asesorara al presidente Giammattei, le habría advertido del peligro de asumir que el apoyo de la ciudadanía a las restricciones es ilimitado. Para que estas tengan legitimidad, las reglas establecidas por la presidencia deben generar certeza.
AVISO IMPORTANTE: El análisis contenido en este artículo es obra exclusiva de su autor. Las aseveraciones realizadas no son necesariamente compartidas ni son la postura oficial de la UFM.