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Clivaje social y clientelismo

Las elecciones del 2019

Javier Fortin / 21 de septiembre del 2019

Clivaje social y clientelismo

Las elecciones del 2019

La primera reacción ante la derrota contundente de la candidata de la Unidad Nacional de la Esperanza (UNE), Sandra Torres, en la segunda vuelta de las elecciones del 2019 es atribuir el resultado a los anticuerpos que una parte importante del electorado ha desarrollado en contra de su figura. Sin despreciar el valor explicativo de esos sentimientos profundos, la presente investigación busca ver más allá de la coyuntura y explorar algunas de las razones por las que la UNE no ha tenido éxito con su candidata presidencial, a pesar de la solidez y consistencia electoral lograda en el territorio a partir del 2003.

En este caso, se plantea que la UNE ha logrado, ya sea capitalizar los intereses rurales de la ruptura entre lo urbano y lo rural, o aprovechar las lealtades que ha logrado cultivar por medio del clientelismo. Aun cuando la intención no es dilucidar o resolver cuál de los dos elementos es la causa principal, sí arroja algunas nociones que pueden servir de base para continuar investigando en torno al sistema de partidos políticos del país.

La elección del 2019 y la «candidata» como factor explicativo

El 16 de junio del 2019 se celebró la primera vuelta de las elecciones generales de Guatemala.  Este evento se dio en un contexto dominado por dos situaciones. En primer lugar, se produjo luego de la última generación de reformas a la Ley Electoral y de Partidos Políticos (LEPP), que creó un nuevo régimen de medios de comunicación, estableció una normativa más rigurosa para el control del financiamiento electoral privado y acortó el tiempo de campaña, entre otros temas.[1] Esto es importante debido a que uno de los resultados previsibles de la reforma era que favoreciera a los partidos establecidos que contaran ya con organización partidaria y a los candidatos cuyos nombres fueran reconocidos. Por otro lado, cuarenta y cinco días antes del evento se dilucidó la antesala más judicializada en la historia del país que finalizó con la exclusión de cinco candidatos del proceso, incluyendo a dos candidatas que se ubicaban en segundo y tercer lugar en las encuestas. Así las cosas, la primera vuelta finalizó con Sandra Torres —UNE— en primer lugar, con 1,134,783 de votos, el 25.53% del total; y Alejandro Giammattei en segundo lugar, con 614,025 votos, el 13.96% del total.

Tras ese primer escenario, la segunda vuelta se celebró el 11 de agosto del 2019. De cara al evento, dos temas dominaron la discusión: el rechazo que generaba Sandra Torres y el poco entusiasmo de la población. Con respecto al primer punto, la figura de Sandra Torres ha sido más que polémica en el contexto nacional desde que apareció como esposa del presidente Álvaro Colom. Por un lado, están los que la describen en términos favorables como una mujer incansable, de temple y comprometida con las personas menos favorecidas del país. Del otro lado, una porción importante de la población ve en ella la representación misma de todos los vicios del sistema político de la República de Guatemala: corrupción, falta de ética y autoritarismo. El peso de muchos de estos atributos negativos fue evidente en las elecciones del 2015 y volvieron a serlo en el 2019. Uno de los ejemplos más claros de ello lo aportó la empresa Politik, que en una de sus encuestas realizadas en enero del 2019 preguntó: ¿por qué candidatos nunca votaría usted? El 41.20% de los entrevistados mencionó a Sandra Torres, dato que aumentó al 55.20% cuando CID-Gallup (2019)  hizo la misma pregunta en junio del mismo año.

Gráfica 1. Participación electoral 1985-2019

Fuente: Elaboración propia con datos del Tribunal Supremo Electoral.

El segundo tema que generó amplia discusión fue el bajo entusiasmo que las elecciones estaban despertando entre la población, en cierta medida debido a la exclusión de algunos candidatos.  De hecho, la participación electoral de la primera vuelta bajó un 9.2% con respecto a la de la primera vuelta del 2015, tal como se puede apreciar en la gráfica número 1. A pesar de que la encuesta CID-Gallup (2019) colocaba a Alejandro Giammattei con una amplia ventaja en la segunda vuelta, la misma encuesta sugería un posible escenario en el que a menor participación electoral, mayor probabilidad de que Sandra Torres cerrara la brecha, hasta el punto en que por debajo del 50% de participación era posible que ella ganara.[2] En parte, ese escenario se preveía debido a lo contundente de la victoria de la UNE en la primera vuelta a lo largo del territorio. Como se aprecia en el mapa 1, elaborado por Innovaterra (2009) con datos preliminares del Tribunal Supremo Electoral —TSE—, Sandra Torres ganó en 234 de los 340 municipios del país, un 69% del total. Además, la UNE obtuvo 122 de las 340 alcaldías y logró 52 diputaciones de un total de 160. La lógica era que el poco entusiasmo traducido en baja participación daba una ventaja a quien pudiese desplegar disciplinadamente su maquinaria en el territorio.

Mapa 1. Elecciones presidenciales 2019 a nivel municipal

Fuente: Reynoso, 2019.

La participación electoral de la segunda vuelta se colocó en el 42.7%, la más baja de todas las segundas vueltas celebradas desde la entrada del país a la nueva era democrática en 1985. Otro dato valioso a destacar es que esta elección presenta el descenso más dramático entre primera y segunda vuelta, con un 19.42% de reducción en la participación electoral. A pesar de ello, Giammattei resultó electo con 1,907,801 de votos —el 57.95%— contra el 1,384,112 de votos de la UNE —42.05%—. Giammattei aumentó su caudal tres veces, mientras la UNE logró solo 261,203 votos más que en la primera vuelta. Este resultado abrumador va en contra de los escenarios que anticipaban que, a menor participación, mayores posibilidades para Sandra Torres. La brecha, o lo apabullante del resultado, puede ser explicada por las características de los candidatos, especialmente de la candidata de la UNE.

Para la elección del 2019, los sentimientos en contra de Sandra Torres se vieron exacerbados debido a su actitud antidemocrática al solicitar medidas cautelares en contra del presidente de un medio de comunicación influyente, a la percepción de muchos de que la UNE había influido en el proceso de reformas a la LEPP para beneficiarse y a la impresión de que la UNE había intervenido en el sistema de justicia para evitar que Sandra fuera investigada por un proceso de financiamiento electoral ilícito durante la campaña del 2015.

La batería de preguntas realizadas por la encuesta CID-Gallup de julio del 2019 destaca por la escena que dibuja en la valoración de Sandra Torres. Es importante mencionar que a los entrevistados se les solicitó asociar al candidato con una serie de posibles características. De aquellos que respondieron, el 45.7% asoció a Sandra Torres con la preocupación por los pobres. Esto tiene sentido, ya que, como se verá más adelante, la cara visible en la implementación de los programas sociales durante el gobierno del presidente Colom fue Sandra Torres. Lo interesante es que luego de este aspecto que podríamos considerar positivo, cuatro de los siguientes cinco atributos son negativos. Entre ellos se encuentra la percepción de que es corrupta —27.8%—, de que es mala persona —24%— y de que está vinculada al narcotráfico —23.1%—.

Con una percepción tan negativa acerca de la candidata, los resultados de la segunda vuelta no son tan descabellados, a pesar de la poderosa estructura y organización de la UNE en el territorio. Sin embargo, los resultados motivan a hacer otras reflexiones acerca del sistema de partidos políticos del país que no hay que perder de vista.

Más allá del antivoto, entre clivaje y clientelismo

Una de las teorías más relevantes en cuanto al surgimiento de los partidos políticos es la de clivajes o rupturas sociales que se encuentra en Lipset y Rokkan (1967), unos de sus principales exponentes. En términos generales, esta teoría parte del supuesto de que hay divisiones dicotómicas en la sociedad; hay dos bandos enfrentados que vienen determinados por la posición de los individuos en la estructura social. Algunas de esas rupturas sociales son las dadas por las siguientes dicotomías:

  • Capital-trabajo —clase—
  • Iglesia-Estado —anticlericalismo, por ejemplo—
  • Urbano-rural —ciudad frente a campo—
  • Etnolingüísticas, nacionales o centro-periferia —nacionalismo o regionalismo, por ejemplo—
  • Valores materialistas y postmaterialistas —crecimiento económico frente a conservación del medio ambiente, por ejemplo—

Por otro lado, el clientelismo ha surgido como un tema relevante en la política con un impacto relevante en el funcionamiento de los partidos políticos, especialmente en regiones como América Latina. En términos llanos, el clientelismo se refiere al intercambio de bienes y servicios por apoyo político y votos. Bajo esta perspectiva, el origen y la razón de ser de los partidos se desvirtúa, haciendo a un lado la representación y la intermediación, cambiándolas por relaciones basadas en la transacción[3].

El Génesis: las elecciones del 2003 y del 2007

La UNE surge en el 2002 como una alternativa electoral de Álvaro Colom tras su salida del partido que lo postuló como candidato presidencial en 1999, la Alianza Nueva Nación —ANN—.  En las elecciones del 2003, la UNE pasa a segunda vuelta y compite contra la Gran Alianza Nacional —GANA— de Oscar Berger, quien es electo con el 54.13% de los votos, comparado con el 45.87% de la UNE.  Esa primera elección marca la pauta para las siguientes elecciones del partido: se empieza a delinear una mayor fuerza en el interior del país y una desventaja marcada en el Distrito Central o municipio de Guatemala.

Para Willibald Sonnleitner (2009), dos cosas son relevantes de las elecciones del 2007.  Señala, por un lado, que la participación ciudadana en la segunda vuelta en el área rural fue significativamente mayor que en años anteriores, en gran parte gracias al esfuerzo de descentralización realizado por el Tribunal Supremo Electoral. Por vez primera, en 2007 se crearon 687 centros de votación rurales, que permitieron acercar las urnas a los ciudadanos.  Por el otro, apunta que fue la primera ocasión en la que el candidato que ganaba el área rural resulta electo, frente a otro candidato que ganaba el área urbana. En el mapa 2 se observa claramente la fuerza de Álvaro Colom en el interior. Por el contrario, el electorado de Otto Pérez Molina estaba concentrado en el departamento de Guatemala, donde obtuvo un tercio de sus votos totales —solo en el distrito central obtuvo el 18% de los mismos—. Álvaro Colom obtuvo un quinto de sus votos en el mismo departamento —8.7% en el distrito central—.

Mapa 2. % de la UNE en la segunda vuelta presidencial (2007)

Fuente: Sonnleitner, 2009

La expansión a pesar de «la gran ausente», la elección del 201

En las elecciones del 2011, el patrón en la distribución del voto es similar al del 2007, pero, en esa ocasión, resulta electo Otto Pérez Molina, candidato del Partido Patriota. Merece la pena recordar que en esta elección la UNE realizó una alianza con el partido GANA para postular como candidata a Sandra Torres, que recién se había divorciado de Álvaro Colom[4]. Sin embargo, la Corte de Constitucionalidad vetó su postulación de forma unánime, coincidiendo en que no podía competir por la presidencia por haber sido pariente del presidente durante su período de mandato. Con esa imposibilidad, Sandra pidió a sus seguidores que votaran nulo en la papeleta presidencial y que en el resto votaran por los candidatos del partido verde, en alusión al color del símbolo del partido. Es importante señalar que, para sorpresa de muchos, los resultados de la UNE fueron importantes —obtuvo 47 diputados— a pesar de no contar con un candidato a la presidencia, algo que, según la literatura, tiene un efecto de arrastre significativo en elecciones concurrentes o generales (Golder, 2006).

En el artículo «¿Inciden las transferencias condicionadas en las elecciones?: el caso de Mi Familia Progresa», Fortin y Naveda (2012) indagan por medio de cartografía sobre la intención de utilizar el programa de transferencias condicionadas Mi Familia Progresa como una herramienta clientelar de compra de votos. Al respecto, analizan la relación entre el índice municipal de pobreza y la inversión anual del programa para determinar si existe una relación entre el programa y el incremento en el empadronamiento de mujeres[5] y si las transferencias condicionadas incidieron en la conducta electoral de los beneficiarios.

Fortin y Naveda señalan que para cada uno de los años de funcionamiento hay un vínculo más estrecho entre la distribución geográfica de las cantidades entregadas en el 2009 y 2010 y el mapa de pobreza[6].  Sin embargo, en el año postelectoral 2008 y en el electoral 2011, la inversión de Mi Familia Progresa se relaciona de una forma más evidente con la distribución geográfica de quienes votaron en el 2007 por la UNE[7]. Adicionalmente, establecen que en más de una tercera parte de los municipios del país las transferencias condicionadas explican el mayor empadronamiento de mujeres[8]. Finalmente, estiman que las transferencias incidieron en la conducta electoral de los beneficiarios en el sentido de que el voto a favor del listado nacional de la UNE en la primera vuelta electoral creciera en relación con los montos totales de las transferencias de Mi Familia Progresa. También muestran un vínculo entre la inversión de Mi Familia Progresa y los votos en blanco y nulos, acción que Sandra promovió como opción al no poder ser candidata.

El mapa 3 hace referencia al análisis jerárquico del se desprenden tres tipos distintos de municipio. El primero y más poblado, representado en color rojo, está compuesto por 261 municipios que recibieron beneficios por debajo de la media nacional y que también se caracterizan por porcentajes menores en cuanto al voto UNE en el listado nacional y los votos nulos y blancos en la presidencial. El segundo, ubicado del otro lado de la media y representado en verde, está formado por 35 municipios que obtuvieron beneficios de Mi Familia Progresa por encima del promedio, los cuales, a pesar de recibir mucha inversión, solo dieron modestos resultados electorales al partido. Por último, y representado en azul, está el grupo de 29 municipios que rindieron grandes ganancias electorales para el partido de gobierno con una inversión levemente superior al promedio nacional de Mi Familia Progresa.

Mapa 3. Clasificación ascendente jerárquica de los municipios de Guatemala según porcentaje de inversión total, porcentaje del voto UNE-GANA para el listado nacional en el 2011, crecimiento del padrón electoral femenino y porcentaje de votos blancos y nulos en la primera vuelta presidencial 2011

Fuente: Fortin y Naveda, 2012.

Más que coyuntura: la elección del 2015

Carlos Mendoza, en su artículo publicado en Plaza Pública el 22 de septiembre del 2015 titulado «No solo por la coyuntura vota el votante», hace un análisis de los resultados electorales de los partidos de primera vuelta que también pasaron a la segunda: la UNE y el FCN-Nación. En el mapa 4 se presenta la distribución geográfica del voto según los municipios donde uno de los dos partidos aventajó al otro. La intensidad del color indica qué tanta ventaja le sacó uno al otro. Más allá de las posibles causas de esa distribución del voto, Mendoza (2015) analiza si otras variables de carácter estructural, como la etnicidad y el nivel de desarrollo urbano, tienen relación con esa distribución. El gráfico 2 presenta el número de votos que recibió cada partido según el porcentaje de población indígena que el Censo de Población 2002 registró en cada municipio. El análisis se controla con los niveles de urbanización que el Instituto Nacional de Estadística —INE— estableció para el censo.

Mapa 4. Votos en los municipios de la República de Guatemala en la primera vuelta electoral de las elecciones presidenciales del 2015

Fuente: Mendoza, 2015.

Gráfica 2. Voto por % de población indígena en cada municipio

Fuente: Mendoza, 2015.

Como indica Mendoza (2015, párr. 10-13):

Dos tendencias son bastante claras.

1.- En los municipios menos urbanizados —o más rurales—, no importa el porcentaje de población indígena, el voto agregado favorece a Sandra Torres. La diferencia a su favor parece ampliarse en la medida en que crece la población indígena.

2.- En los municipios más urbanizados —o menos rurales—, tampoco importa el porcentaje de población indígena porque el voto agregado tiende a favorecer a Jimmy Morales en todos, especialmente en municipios con 3% a 27% por ciento de población indígena, como es el caso de ocho municipios del departamento de Guatemala.

En los municipios con niveles intermedios de urbanización —del 15 al 46%—, el comportamiento es más ambiguo. Sin embargo, en aquellos con alto porcentaje de población indígena el voto aún favorece a Sandra Torres[9].

Consistencia a pesar de la candidata presente: la elección del 2019

El mapa 5 refleja los resultados de la segunda vuelta a nivel departamental: los de color azul son los departamentos en los que gana la UNE; los de color naranja son los departamentos en los que gana VAMOS; y los de color rosado son los departamentos en los que VAMOS aventaja a la UNE por más del doble. Si miramos la evolución presentada por los mapas desde el 2007 al presente, da la sensación de que no ha cambiado mucho. De hecho, al ver el cuadro 1 se percibe la solidez y consistencia en el tiempo del voto de la UNE a nivel departamental. Las áreas de caudal electoral más notorio son Alta Verapaz y los departamentos del noroccidente del país; por el contrario, es evidente que el Distrito Central y el Departamento de Guatemala son lugares de menor capital político y donde, de hecho, ha perdido presencia paulatinamente. Gabriel Reyes (2018) concluye que la UNE, precisamente por esa solidez electoral y por su organización partidaria, es el partido más institucionalizado. Complementariamente, el cuadro 2 da cuenta de los réditos de la UNE en el tiempo, algo no obtenido por otro partido con la consistencia de la UNE.

Mapa 5. Comparación voto UNE y Vamos entre primera y segunda vuelta electoral presidencial del 2019 por departamento

Fuente: Elaboración propia con datos del Tribunal Supremo Electoral.

Cuadro 1. Resultados de la UNE en primera y segunda vuelta presidencial en las elecciones 2003-2019

Fuente: Elaboración propia con datos del TSE.

Cuadro 2. Alcaldías, diputaciones y votos en primera y segunda vuelta obtenidos por la UNE Elecciones 2003-2019

Fuente: Adaptación de tablas elaboradas por Reyes (2018).

Existe una coherencia en los enclaves electorales de la UNE en el territorio que coinciden con los municipios y departamentos más rurales y donde se distribuyó una mayor proporción de Mi Familia Progresa, sugiriendo así que la UNE es un partido que ha logrado generar organización y estructura donde estableció redes clientelares o que ha sabido capitalizar los intereses de un elector que se encuentra contrapuesto por realidades distintas e intereses bipolares entre lo urbano y lo rural.

¿Entonces qué?

Es difícil determinar las causas del voto a la UNE a lo largo del tiempo y más aún cuando hay dos elementos presentes correlacionados entre sí que por separado se prestan como explicación al fenómeno.  ¿Es clivaje o es clientelismo?

Lo que es cierto es que la UNE, a partir del 2003, ha obtenido resultados importantes en las zonas más rurales del país y ese apoyo se desvanece conforme aumenta la urbanización, hasta el punto de llegar a su mínimo en el municipio de Guatemala, el área más urbana de la república. Es evidente también que los programas sociales iniciados por la UNE y la expansión del voto mediante el empadronamiento de la mujer contribuyó a consolidar su caudal. Notoria es la fortaleza que la UNE mantiene en los lugares rurales donde se implementaron más intensamente los programas sociales a pesar de la mala imagen de Sandra Torres. Es complicado distinguir si esa mala percepción de la candidata se debe a atributos propios o a que personifica los intereses de las zonas rurales del país, intereses contrapuestos especialmente a los de la gran área urbana y razón por la cual es lógico que el voto de la UNE mengue en esa zona.

Resulta inútil especular qué pasará en las próximas elecciones con la UNE y con Sandra Torres si tomamos en consideración el panorama que se nos presenta, en el que, hipotéticamente, Sandra podría entrar en prisión y la UNE (el partido más institucionalizado del sistema en los últimos años) ser cancelada como organización política[10]. Lo que no es fútil es contemplar cuál será la opción de un electorado que, ya sea por ver sus intereses representados por la UNE o por encontrar como «cliente» a su «patrón»[11] en Sandra Torres, deberá decidir ante un menú electoral diferente. El tiempo dirá si son intereses sociales o clientes políticos lo que le ha dado solidez al partido verde y, en su ausencia, quién llenará el vacío.

Referencias

CID Gallup. (2019). Primera encuesta de segunda vuelta electoral – 17 de julio de 2019. Fundación Libertad y Desarrollo. Recuperado de https://bit.ly/2m1TY6H

Fortin, J. y Naveda, E. (2012). ¿Inciden las transferencias condicionadas en las elecciones? El caso de Mi Familia Progresa. Espacios Políticos, Año V, Número 6, 27-48.

Golder, M. (2006). Presidential Coattails and Legislative Fragmentation. American Journal of Political Science, 50(1), 34-48.

Lipset, S. M., y Rokkan, S. (1967). Cleavage Structures, Party Systems and Voter Alignments: An Introduction. En Party systems and voter alignments: cross-national perspectives. Nueva York: Free Press.

Mendoza, C. (22 de septiembre de 2015). No solo por la coyuntura vota el votante. Plaza Pública. Recuperado de https://bit.ly/2kX40Wt

Reyes, G. (2018).  La institucionalidad del Partido Unidad Nacional de la Esperanza (UNE). (Tesis de licenciatura). Universidad Rafael Landívar, Guatemala.

Sonnleitner, W. (2009).  Dos décadas de elecciones en Guatemala: en las fronteras de la democratización. Estudios Sociológicos, 27(80), 509-549..

Reynoso, J. (25 de junio del 2019). Segunda vuelta: ¿Torres o Giammattei? Un análisis territorial.  Plaza Pública. Recuperado de https://bit.ly/2m6HwT5

[1] A pesar de la buena intención de las reformas para hacer más equitativo y transparente el proceso, todo apunta a que el nuevo régimen de medios fue implementado pobremente y el control al financiamiento tuvo el inesperado efecto de desincentivar el financiamiento legítimo.

[2] El razonamiento partía del supuesto de que a menor participación electoral, mayor peso tendría la organización disciplinada que la UNE ha logrado construir a lo largo del tiempo.

[3] Para un relato de la presencia de redes clientelares en el proceso de elección del 2019 en Guatemala, ver el artículo de Gustavo Herrarte, «Así funciona el clientelismo, con ejemplos de UNE y VAMOS», publicado en Plaza Pública.

[4] En retrospectiva, este evento es quizás el origen de su antivoto y uno de los que más desprestigio le ha causado.  Durante los varios meses que duró el evento, se generó un discurso en la opinión pública que pintó a Sandra Torres como una persona dispuesta a hacer lo que fuese, incluso a divorciarse, con tal de llegar al poder.

[5] Para que las mujeres pudieran ser beneficiadas con el programa de transferencias condicionadas, era indispensable que tuvieran un documento de identificación y se les facilitó el proceso de empadronamiento.

[6] Hay que recordar que la justificación principal para la implementación de programas de transferencia condicionada es la mitigación y reducción de la pobreza. En ese sentido, se esperaría que los montos invertidos anualmente en el programa coincidan con los lugares con indicadores de pobreza más altos. Lo encontrado en el estudio es que esta relación se encontró en el 2009 y 2010, los años intermedios del periodo de gobierno y no así en los años en los que podría intuir una mayor intención de compra de votos.

[7] Este es un comportamiento intuitivo partiendo del supuesto de que los partidos procuran agradar a su electorado una vez electos y después preparan las condiciones para favorecer su reelección.

[8] Esto es relevante tanto para una visión de clivajes sociales como para la perspectiva del clientelismo. Una de las observaciones en la teoría de clivajes es que la dicotomía se agudiza a medida que se expande el derecho del voto, ganando así adeptos una de las partes. En términos de clientelismo, la expansión de los derechos del voto sugiere la posibilidad de un mayor número de clientes. En todo caso, se atribuye cierto grado de fidelidad a esa expansión del voto, ya sea por razones puramente materiales o sociológicas.

[9] En este caso, se puede considerar que se activó un clivaje urbano-rural. Una posible hipótesis para explicar por qué ocurrió es el hecho de que las movilizaciones del 2015 tuvieron lugar sobre todo en los centros urbanos y se percibía a Jimmy Morales como el outsider, quien se autodefinió como «ni corrupto, ni ladrón». Por otro lado, Sandra Torres era percibida en esos mismos centros como parte de la «vieja política».

[10] El 2 de septiembre del 2019 Sandra Torres fue capturada por la Policía Nacional Civil y mandada a prisión preventiva por su vinculación con un caso de financiamiento electoral ilícito. También, se solicitó la cancelación de la UNE.

[11] En una relación clientelar basada o vinculada en interacciones asimétricas de lealtades políticas se le suele llamar cliente a quien es receptor de beneficios y patrón a quien tiene la relación asimétrica de poder y despacha los beneficios.

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