En defensa de la policentricidad: antídoto contra la pandemia

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España vive actualmente los peores momentos de su historia democrática. Hace ya más de dos meses, en la última semana de enero, se detectó el primer caso de COVID-19. Desafortunadamente, el Gobierno restó importancia al asunto permitiendo que tuviesen lugar todo tipo de eventos deportivos, tanto nacionales como internacionales, manifestaciones masivas (como la del ocho de marzo) y aglomeraciones de naturaleza partidista. Es importante que el caso español sirva de lección a un país como Guatemala, que desde el inicio ha mostrado un compromiso claro con la lucha contra la expansión del virus. 

La normalidad que se vivió en España durante el mes de febrero facilitó el crecimiento de la epidemia hasta provocar una  crisis sanitaria, económica y social de primera magnitud. Cuando el Ejecutivo quiso reaccionar, a partir del día 9 de marzo, sencillamente se vio sobrepasado. De hecho, las cifras son abrumadoras. El día 8 de marzo,  cuando tuvo lugar la desafortunada manifestación, ya había en España 589 contagios y 17 víctimas mortales, de acuerdo al Departamento de Seguridad Nacional. En dos semanas y media, se ha pasado de esa cifra a los 47,610 contagiados (seguro son muchos más por la incapacidad del Estado para realizar pruebas masivas a la población) y más de 3,400 muertes registradas hasta el día 25 de marzo, según Worldometer. 

Uno de los grandes problemas que está sufriendo España es el de la saturación de su sistema sanitario (tanto público como privado). El otro, la falta de material de protección para que los profesionales de la salud puedan realizar su trabajo en unas mínimas condiciones de seguridad. La declaración del estado de alarma (que llegó tarde, pero llegó) el sábado 14 de marzo favoreció una centralización de tareas en el Ministerio de Sanidad. Dicha centralización, en vez de contribuir a paliar los efectos destructivos del coronavirus, coadyuvó a todo lo contrario. Es decir, la centralización de funciones está ralentizando y dificultando la batalla contra la pandemia. Un ejemplo claro se observa en la compra de material de primera necesidad. Hablamos de mascarillas, buzos y, en definitiva, todo lo vinculado a los EPI (equipos de protección individual). 

La centralización de responsabilidades en el estado central y la lógica subida en los costes de transacción a la hora de importar libremente material sanitario han producido una escasez que ha contribuido a un aumento indiscriminado de los contagios y también de los fallecidos en esta crisis. La centralización en las compras, además, ha venido acompañada de una reducción de la capacidad de los gobiernos autonómicos/subnacionales (que fueron los primeros en tomar medidas serias contra la enfermedad) para enfrentar el problema. A dichos gobiernos se les ha requisado material sanitario con objeto de afrontar la batalla contra el COVID-19 a través de un solo nivel de Gobierno. Como hemos indicado líneas atrás y en pocas palabras, la solución centralizada no ha producido los resultados esperados; los contagios y las víctimas no han dejado de crecer. 

Vincent Ostrom definía un orden policéntrico de la siguiente manera: 

as one where many elements are capable of making mutual adjustments for ordering relationships with one another within a general system of rules where each element acts with independence of other elements. Spontaneity, in the sense that individuals will be led to organize elements in a polycentric order, initiate self-enforcing arrangements and alter basic rules, is explored as an attribute of a polycentric order.

Desde una óptica policéntrica y siendo conscientes de que en ambientes descentralizados y competitivos la información fluye mejor, no tiene sentido centralizar/concentrar la importación y prohibir tanto a gobiernos subnacionales como a empresas privadas aportar soluciones descentralizadas a la crisis. Dejar libertad para que la libre asociación contribuya a la búsqueda de mejores soluciones a través de un proceso de prueba y error es también una decisión de política pública. Además, debemos ser conscientes de que son las empresas las que disfrutan, resultado de su actividad cotidiana, de una información y experiencia de gran valor a la hora de asegurar suministros. En España es precisamente eso lo que se está observando. Las grandes corporaciones privadas, como INDITEX, han sido capaces de importar material sanitario en tiempo record contribuyendo muy positivamente al bienestar general de la población. Son muchos los distribuidores que desean operar y aportar remedios parciales a la crisis. Desgraciadamente, desde las instituciones centrales no se les está permitiendo aprovechar su expertise a la hora de manejar cadenas logísticas y suministros; y son los ciudadanos de a pie los que sufren el desabastecimiento.  

El mercado es por naturaleza un espacio policéntrico, plagado de oportunidades y de individuos que, resultado de la citada especialización y el buen manejo de la información, aprovechan oportunidades con el objetivo último de satisfacer la demanda de un gran número de individuos. La situación actual no es muy diferente. Como señalamos líneas atrás, se necesita aprovechar la experiencia y el bagaje de las empresas y distribuidoras. Ellos son mucho más eficientes y eficaces a la hora de asegurar el abastecimiento de material sanitario de primera necesidad para el país. El Estado debería no solo tolerar, sino promover el involucramiento de la iniciativa privada con ánimo de evitar desabastecimientos de todo tipo. 

El mercado es por naturaleza un espacio policéntrico, plagado de oportunidades y de individuos que, resultado de la citada especialización y el buen manejo de la información, aprovechan oportunidades con el objetivo último de satisfacer la demanda de un gran número de individuos.

El Gobierno de Guatemala, presidido por Alejandro Giammattei, ha sido más eficaz en la contención de la crisis sanitaria provocada por el COVID-19 que el de España. Sin embargo, se debe dejar al sector privado libertad para importar, y con ello facilitar a la población el acceso al tan ansiado material sanitario y de otro tipo. Además, el Estado debería colaborar con el sector privado aprovechando sus destrezas. Solo así, entre todos, iniciativa pública y privada, se podrá derrotar esta amenaza reduciendo la probabilidad de que se produzcan contagios y, sobre todo, muertes innecesarias. 

La naturaleza policéntrica del mercado y la experiencia que los empresarios y expertos en comercio internacional poseen son, definitivamente, de gran ayuda si lo que buscamos es  asegurar los abastecimientos y con ello enfrentar la batalla contra el coronavirus de manera más eficaz. Guatemala está a tiempo de no caer en la trampa de la centralización de funciones y colaborar activamente con aquellos que siempre se han asegurado de que los suministros sanitarios y de otro tipo lleguen hasta nosotros: los emprendedores. 

La naturaleza policéntrica del mercado y la experiencia que los empresarios y expertos en comercio internacional poseen son, definitivamente, de gran ayuda si lo que buscamos es  asegurar los abastecimientos y con ello enfrentar la batalla contra el coronavirus de manera más eficaz.

AVISO IMPORTANTE: El análisis contenido en este artículo es obra exclusiva de su autor. Las aseveraciones realizadas no son necesariamente compartidas ni son la postura oficial de la UFM.

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Eduardo Fernández Luiña

Doctor en Ciencia Política y profesor del Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales y de UFM Madrid

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