Mises sobre la democracia
Mises deja claro que el óptimo social se logra bajo una sociedad libre. Explícitamente dice que una sociedad libre, bajo un Estado liberal, requiere de una economía de libre mercado. El argumento miseano brinda el sustento para un orden social basado en la propiedad privada.
La lección esencial del liberalismo es que la cooperación social y la división del trabajo solo se pueden lograr en un sistema de propiedad privada de los medios de producción, es decir, dentro de una sociedad de mercado o capitalismo. Todos los demás principios del liberalismo (democracia, libertad personal del individuo, libertad de expresión y de prensa, tolerancia religiosa y paz entre las naciones) son consecuencias de este postulado básico. Solo pueden realizarse dentro de una sociedad basada en la propiedad privada. Desde este punto de vista, el liberalismo asigna al Estado la tarea de proteger la vida, la salud , la libertad y la propiedad de sus “súbditos” contra la agresión violenta o fraudulenta.
La lección esencial del liberalismo es que la cooperación social y la división del trabajo solo se pueden lograr en un sistema de propiedad privada de los medios de producción, es decir, dentro de una sociedad de mercado o capitalismo.
Mises no solo habla de la necesidad de un Estado/Gobierno; toca puntos esenciales de la gobernanza. El liberalismo miseano propone un Estado liberal no solo como protector de la libertad y garante de la paz doméstica, sino como un mecanismo para la representación de la voluntad mayoritaria y la transferencia pacífica del poder. Esto evita, o minimiza, la violencia política, cosa que Mises considera indispensable para la cooperación humana y todos los beneficios que se derivan de ella.
El liberalismo miseano propone un Estado liberal no solo como protector de la libertad y garante de la paz doméstica, sino como un mecanismo para la representación de la voluntad mayoritaria y la transferencia pacífica del poder.
La característica fundamental de la gobernanza en una sociedad libre, dice Mises, es que funcione aun cuando sus miembros estén en desacuerdo sobre importantes juicios de valor. En el paradigma miseano, la única alternativa al principio liberal democrático es el conflicto y la opresión dictatorial. Mises enfáticamente descarta la utilidad de la noción de una democracia no liberal y afirma que “solo en el marco del liberalismo la democracia cumple una función social. La democracia sin liberalismo es una forma vacía”. En el proceso de explicar que una democracia no se puede definir como lo que es sin considerar lo que debe ser, Mises se adelanta al argumento del famoso teórico de la democracia Giovanni Sartori.
Para Mises, el capitalismo y la democracia republicana van de la mano. La economía de libre mercado es indispensable para el funcionamiento y mantenimiento de una sociedad libre, o sea, la democracia. Mises señala los enormes beneficios para la humanidad de la economía de libre mercado; beneficios que jamás se habían visto, excepto bajo el modelo económico capitalista. El capitalismo mitiga de manera óptima el problema de la escasez. Esto es lo que, precisamente, hace a través de la división del trabajo más eficiente. La división del trabajo es más productiva bajo el capitalismo que bajo el socialismo o cualquier otro modelo. Esto reduce la pobreza, mitigando a la vez el problema de la escasez con la mayor eficiencia económica y reduciendo la razón del conflicto entre seres humanos. Los últimos datos sobre el nivel de prosperidad promedio le dan la razón a Mises. Los países con mayor libertad tienen mayores ingresos por persona como indica Heritage Foundation en el siguiente gráfico.
Esto reduce la pobreza, mitigando a la vez el problema de la escasez con la mayor eficiencia económica y reduciendo la razón del conflicto entre seres humanos. Los últimos datos sobre el nivel de prosperidad promedio le dan la razón a Mises.
Gráfico 1. Promedio del ingreso per cápita (PPA) según rango de libertad
Es importante recalcar los beneficios para la humanidad de un sistema político liberal. Una de las principales funciones de un Estado liberal es hacer la paz, o sea, evitar revoluciones violentas. Mises observa que la violencia es incompatible con la productividad y la mejora del nivel de vida. Aquí cobra particular importancia la naturaleza de los regímenes políticos liberales. Los gobiernos, incluso los no democráticos, solo pueden mantenerse a largo plazo si cuentan con el apoyo de la opinión pública, dice Mises. La diferencia es que las personas y los sistemas en el Gobierno de los Estados no democráticos solo pueden cambiar por medio de la violencia, mientras en un Estado liberal la transición de poder se puede hacer de manera pacífica.
No obstante, a pesar de la preferencia por un régimen liberal, regresamos una y otra vez en la concepción miseana al reconocimiento de que incluso un Estado liberal es imperfecto y está repleto de ineficiencias, injusticias y peligros. Un gran peligro inherente a la democracia es que el postulado libertario de la igualdad ante la ley se convierta en el postulado de la igualdad económica. Mises reconoce que, en el contexto de una democracia, esto le abre puertas al demagogo: el político que mueve el resentimiento de los pobres contra los ricos sabiendo que puede contar con una gran audiencia receptiva. Aquí, Mises nuevamente se adelanta a los argumentos y preocupaciones de algunos famosos escritores asociados a la escuela de public choice. La democracia, lamenta Mises, provee condiciones favorables para la demagogia; esta, de hecho, ha sido la razón del fracaso de las democracias en la historia, nos recuerda. Desafortunadamente, Mises ve que las democracias modernas también van por ese mismo camino.
Como respuesta al peligro demagógico inherente a la democracia, Mises recurre a límites constitucionales también anticipando algunos de los argumentos del public choice. Con respecto a este tema, no hay una respuesta definitiva por parte de Mises. Así como establece la necesidad de un Estado para la vida social en libertad y reconoce, al mismo tiempo, la amenaza permanente que un Estado representa para la misma, Mises deja claro que ni siquiera un Estado nominalmente liberal garantiza el respeto por la libertad. Es interesante que tras esta afirmación Mises observe que, lamentablemente, este hecho no hace al Estado menos necesario.
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