Pablo Guido / / 13 de mayo del 2021

¿Un Estado más grande? Algunas pistas para el futuro próximo de EE. UU.

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A finales de marzo registramos que, efectivamente, el tamaño del gasto público durante el 2020 se había incrementado en el mundo, al menos en Occidente y, en especial, en los países desarrollados. La contracara fue el aumento del endeudamiento y la emisión monetaria para financiar la exuberante expansión fiscal. La pregunta que nos hacíamos al final del artículo era si veríamos una reversión de dicho incremento del gasto o si se consolidaría un nuevo “piso” —más alto que en la prepandemia—. 

¿Qué puede pasar en los próximos años en los Estados Unidos? Antes que nada, algunos datos de ese país para tener en cuenta: 

  • El nuevo Gobierno de los EE. UU. aprobó un paquete de ayuda por casi 2 billones de dólares para la próxima década —ver American Rescue Plan—, aunque la mayor parte de ese gasto será ejecutada en 2021. 
  • Como consecuencia de la caída en los ingresos y la enorme expansión de gasto público, el déficit fiscal norteamericano alcanzó, en 2020, los 3.2 billones de dólares, el 15 % del PIB. Ahora bien, para tener una idea de lo que esto significa, el promedio anual del déficit fiscal del Gobierno federal de EE. UU. en las últimas cinco décadas fue del 3,3 % del PIB. Este año el desequilibrio fiscal rondaría el 10.3 % del PIB, unos 2.3 billones de dólares.
  • Para el período 2022-2031, las proyecciones de la Oficina de Presupuesto del Congreso dan cuenta que en dicho lapso los ingresos públicos acumularían un total de 49 billones de dólares, mientras que los gastos serían por un total de 61 billones de dólares. En otras palabras, el déficit acumulado durante la próxima década en el Gobierno federal de la primera economía mundial registraría unos 12 billones de dólares —recordemos que 1 billón de dólares significa una cifra de 12 ceros—. 
  • Actualmente, la deuda pública del Gobierno federal ya supera el 100 % del PIB, en los mismos niveles récord alcanzados durante la Segunda Guerra Mundial.
  • El Índice de Libertad Económica de Heritage Foundation en su edición 2021 registró la calificación más baja de su historia para Estados Unidos, ubicándolo en el puesto 20.°: «The major obstacles to greater economic freedom in the United States continue to be excessive government spending, unsustainable levels of debt, and intrusive regulation of the health care and financial sectors. The drop in the score on the fiscal health indicator is the largest in any U.S. indicator since the inception of the Index in 1995».

Evidentemente, este incremento en el tamaño del gasto público, con su correlato de mayor deuda, emisión monetaria y mayor carga tributaria —está en proceso un aumento en los impuestos a “los más ricos”—, tendrá impacto directo en la tasa de crecimiento, como proyecta la Oficina de Presupuesto: mientras que en el período 1950-2020 el PIB norteamericano creció a una tasa promedio anual del 3.1 %, para los próximos 10 años se estima que lo haga a un ritmo del 1.8 %. Esto representa una caída del 42 % en la tasa anual de crecimiento. 

¿La expansión estatal es compartida por la ciudadanía?

Ahora bien, ¿esta expansión estatal es aceptada y compartida por la ciudadanía? Está claro que, en un régimen democrático, la oferta electoral —las acciones y programas que proponen los políticos— tiene que estar alineada con la demanda electoral —la que solicitan los votantes—. De lo contrario, los políticos que quieran ganar el favor de la gente fracasarán en las contiendas electorales.

Según una encuesta realizada por el Pew Research Center, publicada el 22 de abril pasado, la mitad de las personas adultas en EE. UU. cree que el sistema económico necesita de una revisión o grandes cambios orientados a una mayor asistencia e intervención del Estado. Incluso siete de cada diez norteamericanos que creen que la situación económica del país es mala también consideran que el sistema económico necesita grandes cambios.

Una amplia mayoría de norteamericanos, más específicamente, cree que el Gobierno tiene que brindar más ayudas laborales, en vivienda y beneficios para los pobres. Además, el 70 por ciento de los encuestados respondió que es necesario incrementar los impuestos a los más ricos. 

Más de lo mismo: el New Deal de los años 30 y la Great Society de los años 60

Claro que estos cambios que están aconteciendo en los EE. UU. tienen sus orígenes en décadas anteriores; es un proceso que comienza mucho tiempo atrás con el New Deal de los años 30 y la Great Society de los años 60. Lo que estamos observando en realidad es, probablemente, una profundización y aceleración de estos como consecuencia de la pandemia y las medidas de confinamiento —cuarentenas— para enfrentarla. 

Esto se da de la misma manera que, como consecuencia de la Primera Guerra Mundial y la crisis del 29, se comenzó a “cocinar” en Occidente un proceso que desembocaría en el surgimiento de los movimientos en contra de las democracias liberales y el capitalismo. Actualmente, los politólogos analizan con preocupación un fenómeno similar: el surgimiento de las autocracias electorales en el mundo. De esto hablaremos en el próximo artículo.

AVISO IMPORTANTE: El análisis contenido en este artículo es obra exclusiva de su autor. Las aseveraciones realizadas no son necesariamente compartidas ni son la postura oficial de la UFM.

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Pablo Guido

Doctor en Economía. Asesor legislativo. Director observatorio económico (ACIPAN). Profesor visitante de la UFM.

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