Grandes potencias que crean nuevos Estados étnicos: elecciones de Chipre de 2021
Las recientes elecciones en Chipre vieron el surgimiento de partidos ultraderechistas nacionalistas y antiinmigración. Si bien no derrotaron a los partidos grandes tradicionales, duplicaron su presencia en el Parlamento. Sin embargo, lo que más llama la atención de este hemiciclo no es su distribución, sino sus asientos vacantes. Desde 1974, 24 de los 80 curules han estado vacíos. Así, una democracia estable miembro de la Unión Europea no escoge al 30 % de sus representantes. ¿Qué está pasando?
Una isla dividida: griegos y turcos
Chipre es una isla mediterránea que históricamente ha estado bajo el dominio de la potencia hegemónica de este mar. En esencia, quien controla el Mediterráneo, controla Chipre. Al mismo tiempo, controlar Chipre es un importante paso para dominar la cuenca oriental de este mar. La última potencia en hacerlo fue el Imperio británico. En 1960, se le concedió la independencia a la isla con la esperanza de que mantuviera un gobierno democrático único. No obstante, desde el inicio, Chipre tenía un problema fundamental: su división étnica.
En esencia, quien controla el Mediterráneo, controla Chipre. Al mismo tiempo, controlar Chipre es un importante paso para dominar la cuenca oriental de este mar.
La isla se encuentra dividida entre dos grupos étnicos principales: griegos y turcos. Su constitución al independizarse garantizaba asientos a cada uno de estos grupos en el Parlamento según la proporción de la población total, o sea, 70 % y 30 % respectivamente. Asimismo, era obligatorio que el presidente fuera griego y el vicepresidente, turco. La constitución buscaba balancear el poder de los dos grupos y, así, asegurar la unidad nacional. Esta, sin embargo, no duró mucho.
Unión o división
Durante las décadas de 1960 y 1970, hubo fuertes conflictos étnicos. No obstante, estos no tenían orígenes domésticos, sino extranjeros. La Grecia anticomunista buscaba la anexión de todo Chipre bajo la política de Enosis o unión. Por su parte, Turquía apoyaba la partición de la isla según etnias con vistas a anexar el norte mayoritariamente turco. Esta política se llamaba Taksim o división.
Los conflictos étnicos eventualmente llevaron a la intervención griega. Con un golpe de Estado, buscaban un gobierno afín a la anexión. Esta toma griega del poder provocó la invasión masiva del norte de Chipre por parte de Turquía. Así, efectivamente, se creó un Estado turco independiente, llamado la República Turca del Norte de Chipre desde 1983. Este régimen presidencialista funciona eficientemente desde los 80 con elecciones regulares.
¿«Gerrymandering» geopolítico?
¿Qué podría explicar la lógica turca de invadir la isla? La teoría del «gerrymandering» podría dar una explicación al fenómeno. El «gerrymandering» consiste en la manipulación de los distritos electorales con fines de beneficiar a algún partido político en las elecciones. En esencia, se busca crear distritos donde se asegure la victoria de un partido específico. Se crean circunscripciones con votantes similares en algún sentido que voten masivamente por un partido específico, aunque dichas divisiones no tengan sentido geográfico o histórico. Por ejemplo, se busca agrupar a una etnia en un solo distrito electoral para que esta asegure la victoria del partido que representa a la etnia.
Los conflictos étnicos eventualmente llevaron a la intervención griega. Con un golpe de Estado, buscaban un gobierno afín a la anexión.
Esta teoría tradicionalmente se refiere a distritos electorales locales dentro de una elección a nivel nacional. Sin embargo, la misma lógica se puede aplicar a la intervención turca en Chipre. En esencia, Turquía cambió las fronteras internacionales por la fuerza para avanzar sus intereses. Hay que reconocer que Grecia quería hacer lo mismo: un hipotético referéndum de anexión en un Chipre unido le garantizaría la victoria a Grecia. Por eso, Turquía partió «este distrito electoral» en dos. Al hacerlo, se aseguró una mayoría turca afín en el norte que los apoyaría. No puede controlar toda la isla, pero garantiza que Grecia tampoco lo haga. Además, el Gobierno turcochipriota aliado permite el uso de sus aguas territoriales a Turquía.
¿Una nueva tendencia internacional?
La instalación de regímenes afines por parte de las potencias geopolíticas no es algo nuevo en las relaciones internacionales. Lo han hecho potencias como la Francia napoleónica, la Alemania nazi, la Unión Soviética comunista y los Estados Unidos anticomunistas. Sin embargo, la novedad en esto es el disfraz democrático que se le da. En vez de poner reyes títeres o financiar dictaduras militares, se crean Estados étnicos que democráticamente aseguren un gobierno afín a la potencia. No cabe duda que el ejército turco es necesario para la defensa de Chipre del Norte. Sin embargo, el Gobierno es electo y apoya a la potencia invasora por «mandato democrático».
La novedad de instalar un régimen afín en Chipre es el disfraz democrático que se le da. En vez de poner reyes títeres o financiar dictaduras militares, se crean Estados étnicos que democráticamente aseguren un gobierno afín a la potencia.
Este no parece ser un fenómeno aislado. Rusia como potencia emergente ha creado Estados similares en algunas antiguas repúblicas soviéticas. Creó Transnistria en Moldavia en los 90, Osetia del Sur y Abjasia en Georgia en los 2000, y Crimea y Donbás en Ucrania en los 2010. El común denominador de todos estos países es un debate interno sobre si quedarse en la esfera rusa o acercarse a Europa. Como respuesta, Rusia ha ayudado militarmente a minorías étnicas rusas concentradas regionalmente en las áreas referidas para crear nuevos Estados. Estos funcionan como repúblicas y sus elecciones garantizan un apoyo popular fuerte a Rusia.
La ley internacional y nuevos Estados
Un pilar esencial del derecho internacional es la soberanía de los Estados. Si bien no se prohíbe el surgimiento de nuevos Estados, esto es un tabú bajo un sistema internacional que busca preservar fronteras internacionales antes que cambiarlas. Sin embargo, potencias hegemónicas con minorías étnicas afines y concentradas regionalmente en países extranjeros pueden aprovecharse de otro pilar legal internacional, la autodeterminación, para buscar la creación de nuevos Estados. Esto es aún más legítimo al hacerlo «democráticamente». Además, el reconocer internacionalmente estos Estados producto del «gerrymandering» geopolítico les da cierta legitimidad.
Solo el tiempo dirá si el «gerrymandering» se volverá la nueva herramienta de lucha geopolítica
Esto sienta un precedente potencialmente desestabilizador en la arena internacional. Si Turquía y Rusia ya encontraron un vacío legal para crear nuevos Estados, ¿qué detiene a otras potencias emergentes de hacer algo similar? Cabe resaltar que hay regiones del mundo que tienen fuerte presencia de minorías étnicas afines a grandes potencias concentradas regionalmente dentro de sus fronteras, como el sudeste asiático y los chinos, o Sudamérica con los alemanes. Solo el tiempo dirá si el «gerrymandering» se volverá la nueva herramienta de lucha geopolítica.
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