Olav Dirkmaat / / 9 de enero del 2022

La ineptitud del semáforo de COVID-19: ¿cuándo actuará el Gobierno de Guatemala?

Foto cortesía de Pan American Health Organization (PAHO)

Este sábado el semáforo en Ciudad de Guatemala pasó a naranja (por un pelín hemos evitado el rojo). Sin embargo, es muy probable que en dos semanas pasemos a rojo. Esto implica que el Gobierno cerrará los restaurantes, (prácticamente) los centros comerciales, los centros turísticos, los cines, los centros educativos, los parques públicos, los centros de diversión y los gimnasios.

Pero el semáforo de COVID-19 del Gobierno de Guatemala está completamente desactualizado en esta etapa epidemiológica. Sería absurdo un nuevo encierro bajo un escenario muy diferente al de 2020 y 2021.

¿Por qué (ya) no sirve el semáforo?

En la actualidad, el color del semáforo depende de lo siguiente:

  • número de pruebas;
  • número de pruebas positivas;
  • tasa de positividad (pruebas positivas / número de pruebas).

La idea original era que mayor positividad implicara mayor riesgo epidemiológico, sobresaturación hospitalaria, etcétera. Además, para «castigar» a las municipalidades que no hicieran pruebas a propósito (y, como consecuencia, «no tuvieran contagios reportados»), se incluyó el número de pruebas como indicador.

Esto podría tener sentido al comienzo de la pandemia, pero estamos ante un escenario completamente diferente en el 2022:

  • tenemos vacunas (y altas tasas de vacunación en ciertos municipios);
  • la variante ómicron es mucho menos peligrosa (en particular porque no afecta igual a los pulmones como las variantes anteriores);
  • los frutos del bono demográfico de Guatemala, especialmente en cuanto a inmunidad por contagio previo.

Por lo cual, se debería modificar el semáforo para que contemple, entre otros, los siguientes indicadores:

  • tasa de vacunación;
  • capacidad hospitalaria;
  • número de fallecidos (exceso de mortalidad).

Por el momento, ninguno de estos tres indicadores muestra riesgo epidemiológico (aquí mi apreciado colega Carlos Méndez muestra algunos datos de una fuente privada). Y aun así estamos a punto, si no actúa el Gobierno, de cerrar e imponer otras pérdidas millonarias a las industrias de servicios, turismo, retail, educación y entretenimiento, especialmente a los empresarios que tengan la buena voluntad de querer cumplir con la ley.

Estamos a punto, si no actúa el Gobierno, de cerrar e imponer otras pérdidas millonarias a las industrias de servicios, turismo, retail, educación y entretenimiento

Es absurdo cerrar al país sin riesgo epidemiológico solo porque el Gobierno se rehúsa a actualizar el semáforo según las condiciones actuales.

¿Qué sí se puede y debe hacer?

Sigue siendo importante fomentar el uso de pruebas para reducir la transmisión. Por lo tanto, tiene sentido mantener el número de pruebas en el semáforo. Sin embargo, este debería incluir las pruebas de antígeno usadas por no laboratorios, como escuelas, universidades, centros comerciales, empleadores grandes, etcétera. Además, se debería premiar el uso de pruebas, no castigar la positividad de ellas.

Se debería fomentar el uso de una ventilación correcta en lugares encerrados y las actividades al aire libre. Para muchos establecimientos sería ideal un medidor de CO2, pues indica cuánta ventilación hay en espacios cerrados a un costo relativamente bajo ($100 a $200 por medidor). En Japón, las salas de cine empezaron a usar este sistema.

Es absurdo cerrar al país sin riesgo epidemiológico solo porque el Gobierno se rehúsa a actualizar el semáforo

A la vez, se debería seguir fomentando la vacunación, ya que esta reduce la transmisión y la gravedad de la enfermedad. Aunque muchas personas dicen que la vacunación no reduce la transmisión (la típica anécdota de «Fulanito estaba vacunado e igual transmitió la COVID»), es una cuestión de grado más que de todo o nada. Los estudios muestran algo diferente.

Por ejemplo, un estudio reciente en Dinamarca de la transmisión de ómicron encontró «… una mayor transmisión por parte de individuos no vacunados en comparación a vacunados». Además, encontró «… una mayor transmisión por parte de individuos vacunados en comparación a los que hayan recibido un booster». La transmisión de ómicron de no vacunados es en torno de 50 a 60 por ciento mayor que los vacunados. 

¿Qué (ya) no se debe hacer?

Existe mucha desinformación. Pero es paradójicamente el Gobierno quien la produce y contribuye a esta. Un profesor de la Universidad de Colorado incluso hizo un «Wall of Shame» de políticos propagando completas ridiculeces.

Entre las medidas que típicamente no sirven para reducir el contagio se encuentran las siguientes:

  • lavar las manos;
  • desinfección química y gel antibacterial;
  • 1.5 metros de distancia (el virus se transmite mayoritariamente a través de aerosoles);
  • plexiglás en espacios como salones de clases (es capaz de empeorar la transmisión porque reduce la ventilación y atrapa aire).

La cantidad de dinero que malgasta el Gobierno en difundir estos mismos mitos contribuye al contagio en la medida que las personas se los crean. Lo primero que recomienda es «lavado constante de manos con agua y jabón» y «mantener los espacios limpios», mientras no hay ni una palabra sobre los espacios abiertos o ventilación. Esta desinformación estatal ha llevado a una situación en la que gran parte de la población cree que la COVID se transmite a través de los objetos, lo cual no es cierto, aunque son ellos «los expertos» que pretenden «seguir la ciencia».

Existe mucha desinformación, pero es paradójicamente el propio Gobierno quien la produce y contribuye a esta.

Curiosamente fue la Organización Mundial de Salud (OMS) que no quiso utilizar el término airborne (transmitido por el aire) por razones políticas. Sin embargo, es el término más fácil para que la gente entienda cómo se puede contagiar.

Una llamada al Gobierno de Guatemala y el Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social (MSPAS)

Es hora de modificar el semáforo para que no nos vuelvan a encerrar al país de nuevo en dos semanas. El no actuar tendría como consecuencia una innecesaria pérdida de empleo y actividad económica, además de pérdidas empresariales.

El no actuar tendría como consecuencia una innecesaria pérdida de empleo y actividad económica, además de pérdidas empresariales.

Urge modificar el semáforo a uno que se base en otros indicadores:

  • exceso de mortalidad (fallecidos);
  • tasa de vacunación;
  • capacidad hospitalaria;
  • número de pruebas.

Pero las autoridades no actuarán si nosotros no exigimos que lo hagan. La inercia también es nuestra y presionar ahora a las autoridades significa actuar a tiempo y no cuando el daño ya está hecho.

AVISO IMPORTANTE: El análisis contenido en este artículo es obra exclusiva de su autor. Las aseveraciones realizadas no son necesariamente compartidas ni son la postura oficial de la UFM.

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Olav Dirkmaat

Director del Centro para el Análisis de las Decisiones Públicas (CADEP) y profesor de economía en la UFM. CIO de Hedgehog Capital. Doctor en Economía por la Universidad Rey Juan Carlos en Madrid.

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