¿El inicio de «narcocalifatos» étnicos en África Occidental? Golpes de Estado en Burkina Faso y Guinea-Bissau en 2022
En un mundo donde parece que la democracia ha triunfado como forma de gobierno, los golpes de Estado pueden sonar como algo del pasado. Sin embargo, parecen estar en auge. Solo en lo que va del 2022, ya van dos golpes de Estado en el continente, específicamente en el área del África Occidental, entre el Sahel —área semidesértica al sur del desierto del Sahara— y el golfo de Guinea.
En Burkina Faso, el Ejército logró remover al presidente civil incapaz de contener la violencia de grupos terroristas. En la cercana Guinea-Bissau, el Ejército fracasó en deponer al presidente. Este último asegura que intentaron terminar sus programas de lucha contra el narcotráfico. ¿Qué explica la inestabilidad en el occidente de África?
En la cercana Guinea-Bissau, el Ejército fracasó en deponer al presidente.
Una cuna de la civilización poco conocida
Aunque el concepto de África remite a un continente tribal y subdesarrollado, el occidente del territorio es una cuna de la civilización siguiendo los valles de los ríos Senegal y Níger. El primer imperio, llamado Ghana, fue derrocado y absorbido por el Imperio de Mali en el siglo XIII. La fuerza unificadora de este actor era una nueva religión llegada por la invasión marroquí de la zona: el islam. Desde ese siglo, todos los imperios usaron esta religión para unir los vastos territorios bajo una sola bandera.
Los últimos movimientos islámicos estatales que existieron en la región fueron las guerras santas de la etnia fula. En el siglo XIX y después de 500 años de fragmentación, esta nueva etnia creó califatos islámicos a través de la guerra. El más grande era el califato de Sokoto, el cual controlaba el río Níger y el lago Chad. Su proceso de expansión y dominio de la región, sin embargo, fue truncado por el colonialismo europeo del siglo XIX. No obstante, el islam se mantuvo como la religión mayoritaria.
De descolonización bajo el socialismo y el panafricanismo a la democracia con nacionalismo y yihadismo
Con el desgaste de los imperios europeos tras las guerras mundiales, sus colonias empezaron un proceso de independencia. La descolonización del África Occidental cercana al Sahel se dio en los 60 y 70. El surgimiento de nuevos Estados llevó a la competencia geopolítica entre Estados Unidos y la Unión Soviética en el marco de la Guerra Fría. Una serie de golpes militares entronizaron a regímenes socialistas; algunos abogaban por la unión política de África, mientras que otros se aislaban. La preponderancia de la ideología mantuvo al islam político a raya.
El surgimiento de nuevos Estados llevó a la competencia geopolítica entre Estados Unidos y la Unión Soviética en el marco de la Guerra Fría.
El fin de la Guerra Fría llevó a la relajación de las tensiones entre los países de la región. Se empezaron a ver transiciones a la democracia con la llegada de Gobiernos civiles. El poder del Ejército en cada país variaba, pero siempre tenía un rol relevante. La relativa liberalización tuvo un efecto inesperado: el resurgimiento de nacionalismos tribales y del islam político.
Mali fue el punto de inicio, ya que su vasto norte desértico fue el escenario de una guerra de secesión en 2012. Los árabes deseaban quedarse en un Mali mayoritariamente negro, mientras los tuaregs querían crear su propio Estado independiente: Azawad. En el vacío de la guerra, los terroristas de Al-Qaeda se hicieron con el control de varias regiones del desierto.
Expansión yihadista internacional y epidemia de golpes de Estado
La intervención militar directa de Francia salvó a Mali de caer ante los islamistas como lo hizo Afganistán en 1996 y 2021. Sin embargo, el norte se mantuvo como el corazón de la inestabilidad en la región. Al-Qaeda se afianzó en el norte de Mali, mientras que ISIS empezó a entrar más al este de la región, sobre todo con su alianza con el grupo terrorista nigeriano Boko Haram. Ante la «invasión» de ISIS desde Libia, la facción de Al-Qaeda de la región se conformó como una gran alianza de terroristas llamadas Nusrat al-Islam. Así, los dos grupos de terroristas yihadistas luchaban una guerra entre ellos por el control de la región.
La violencia en el norte de Mali se expandió rápidamente a sus vecinos en el área del Sahel. Níger fue atacado, pero sus alianzas con Francia y Estados Unidos, además de un régimen más centralizado, garantizaron su estabilidad. Burkina Faso sufrió de grave inestabilidad desde 2014; su incapacidad de contener el yihadismo llevó al golpe de Estado en 2022.
De los 10 golpes de Estado en 2021 en el mundo, cuatro se registraron en el África Occidental.
A grandes rasgos, los golpes de Estado en la región se dan en el marco de este recrudecimiento de la violencia que irradia desde Mali. De los 10 golpes de Estado en 2021 en el mundo, cuatro se registraron en el África Occidental: Níger, Mali, Guinea y Chad. Los últimos tres triunfaron. Como comparación, entre 2015 y 2020, el mundo vio solo 7 golpes de Estado; de estos, 3 fueron en el África Occidental y solo tuvo éxito el de Mali en 2020.
Nuevas fronteras: costas y narcotráfico
Esta gran guerra religiosa en el occidente de África amenaza con expandirse más allá de la región del Sahel donde se ha concentrado históricamente. Su área de actividad ha sido países sin litoral cerca del desierto, como Mali y Burkina Faso. Sin embargo, los yihadistas aspiran a controlar los países con salidas al mar para poder tener la capacidad de contrabandear bienes vía marítima para poder financiarse.
La violencia amenaza con expandirse en dos direcciones: al oeste por Senegal y al sur a través de Ghana, Costa de Marfil, Togo y Benín, pasando por Burkina Faso en todo caso. Estos países ya se esfuerzan por limitar el surgimiento de violencia en sus provincias en el Sahel.
Los movimientos yihadistas necesitan financiarse. Su estatus ilegal hace que deban recurrir a mercados negros, como la extracción ilegal del oro para vender en mercados internacionales. Una fuente nueva de ingresos desde los 2000 es el narcotráfico. África Occidental es un cruce de caminos entre las rutas principales de drogas. La cocaína latinoamericana pasa por la región en su camino a Europa; la heroína afgana atraviesa esta área para llegar a Europa y América. El norte de Nigeria es hasta productor de marihuana. Las tres rutas confluyen en Guinea-Bissau, país costero que vio un golpe fallido relacionado al narcotráfico, probablemente dentro del propio Ejército.
Si bien no hay cárteles de las droga como los americanos, hay muchos traficantes locales que se alían con los yihadistas. En ocasiones, los yihadistas le roban a los traficantes o viceversa. Aunque los grupos terroristas no son cárteles de la droga plenamente, ahora es evidente que financian su cruzada religiosa con dinero del narcotráfico parcialmente.
Un mundo que intenta contener la amenaza
La precaria situación de seguridad de África Occidental ha invitado la intervención de varios actores internacionales no pertenecientes a la región. El principal es Francia. Este país tiene su propia operación militar llamada Barkhane, la cual va a ser retirada por el número de bajas en Mali. La potencia europea junto a España también lidera el esfuerzo de la Unión Europea de pacificar la región. Finalmente, lidera la misión de paz de las Naciones Unidas en Mali, la más grande del mundo. Todas estas operaciones tienen apoyo y financiamiento estadounidense y se lideran desde Níger, bastión de la estabilidad regional y amortiguador entre ISIS y Nusrat al-Islam.
La presencia militar francesa ha generado un desgaste en su prestigio; por ejemplo, el Gobierno golpista de Mali redujo sus relaciones con Francia y buscó el apoyo de Rusia a través de un ejército de mercenarios.
África Occidental es un cruce de caminos entre las rutas principales de drogas. La cocaína latinoamericana pasa por la región en su camino a Europa; la heroína afgana atraviesa esta área para llegar a Europa y América.
A nivel regional, los Estados del África Occidental también buscan pacificar su región. La Unión Africana, que engloba todos los Estados del continente, tiene una fuerte vocación contra la intervención de sus miembros. La Comunidad Económica de Estados de África Occidental —CEDEAO—, un organismo internacional subregional, comparte esta política. Los tres Estados con Gobiernos golpistas hoy en día —Mali, Guinea y Burkina Faso— fueron suspendidos de ambos organismos.
Sin embargo, no siempre condenan los golpes, como el de Chad de 2021, lo que reduce su autoridad. Además, tres de 15 miembros están suspendidos y no pagan severas consecuencias por ello. En cuenta a alianzas militares, existen el G5 del Sahel y la Iniciativa de Accra. En estas, los Estados en el desierto y los costeros, respectivamente, cooperan para luchar contra la violencia. Sin embargo, no es una respuesta general y existe desconfianza entre los Estados que limita el éxito de operaciones conjuntas.
¿Qué explica esta crisis en el África Occidental?
¿Qué explica esta crisis en el África Occidental? En un artículo anterior, se argumentó que la teoría del bandido estacionario para la creación de Estados explicaba por qué Francia intervenía en África, sobre todo con más ahínco en el Sahel.
El presente artículo ofrece una extensión de este argumento, pero visto desde la teoría del bandido errante. Antes que crear un país, los bandidos errantes destruyen y roban para solo retirarse. En África Occidental, terroristas yihadistas, ejércitos estatales, narcotraficantes y tribus luchan por el control del territorio.
Potencias extranjeras y Estados vecinos tratan de contener el problema para no ser sus futuras víctimas; en esencia, aspiran a preservar a bandidos estacionarios predecibles que respetan las fronteras internacionales. En el proceso, la región se encuentra en una reconfiguración estatal ahogada en un mar de violencia.
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