«Constituciones internacionalizadas» y la supervivencia de las monarquías: jubileo de los 70 años de Isabel II

kutan-ural-MZPwImQUDM0-unsplash

En un mundo democrático, la alternancia en el poder es una constante. Sin embargo, existen excepciones. Junio de 2022 fue testigo de la celebración del jubileo de platino de Isabel II, monarca del Reino Unido. Así se conmemoraron sus 70 años como jefa de Estado de la potencia mundial. Este fenómeno político tan extraño invita a pensar sobre el rol de las monarquías en nuestra época. 

Un modelo político en decadencia

Hace poco más de 200 años, el mundo era una arena de batalla entre diferentes monarquías. Una monarquía es un país gobernado por una sola persona cuyo título puede ser hereditario o no. Si bien este tipo de Estado existía en todo el mundo, las monarquías europeas dominaron el planeta desde el descubrimiento de América hasta la Primera Guerra Mundial. Existían repúblicas —países sin monarquías—, pero eran la excepción. Además, no debe asumirse que estas «repúblicas» eran democráticas como las actuales; el voto estaba extremadamente restringido y existían también aristocracias. Si bien esta forma de hacer política tenía siglos, el surgimiento de ideologías, como el liberalismo, el nacionalismo y el comunismo, llevaría a la caída de la mayoría de las monarquías del mundo, desde Francia hasta China. El mundo se volvería republicano; esto incluye las democracias liberales del mundo tanto como a las dictaduras de toda índole que existen. 

Al 2022, solamente 43 de 195 Estados reconocidos por las Naciones Unidas son monarquías. De estas, la vasta mayoría son monarquías constitucionales. Esto significa que se trata de un monarca que no ejerce el poder efectivo; en muchos casos, es un símbolo de la nación como un jefe de Estado tradicional. Esto es diferente a las monarquías absolutistas que eran comunes antes de la Revolución francesa, donde el rey tenía prácticamente todo el poder en el país. Solo quedan seis monarquías absolutas, la mayoría de estas musulmanas. Asimismo, existen varias monarquías semiconstitucionales, generalmente regímenes musulmanes que han incluido ciertos elementos de democratización. El ejemplo más reciente es Catar con sus primeras elecciones en la historia en 2021. Si bien se prohibieron los partidos políticos y solo se escogió parte del consejo del emir, es la primera vez que este príncipe cede parte de su poder a la limitada ciudadanía del país. 

Al 2022, solamente 43 de 195 Estados reconocidos por las Naciones Unidas son monarquías.

Internacionalización de la monarquía: el legado del Imperio británico

Un elemento relevante de las monarquías actuales es la existencia de un factor en común. De las 43 monarquías, 20 existen dentro del marco de la Mancomunidad de Naciones. Este es un organismo internacional que sirve como el sucesor del Imperio británico. Después de las guerras mundiales, el Reino Unido no pudo mantener el control directo sobre sus colonias. Aunque existía una tradición de autogobierno en la forma de dominios, estos países optaron por la independencia. Así, con la muerte del imperio, nace un organismo internacional que garantiza el reinado de Isabel II en varias partes del 

mundo. Actualmente, esta monarca reina sobre 15 países diferentes. Estos se concentran sobre todo en el Caribe —aquí hay 8 reinos insulares— e incluyen países tan grandes como Reino Unido, Canadá Nueva Zelanda y Australia. Además, hay 5 países que retuvieron sus monarquías nativas en virtud de su vinculación con la monarquía británica. Estos incluyen reinos tan diferentes como Tonga, en el corazón de Oceanía; reinos costeros en el sudeste asiático, como Malasia; o reinos tribales africanos como Lesoto. 

En este punto, debe reconocerse que los miembros de la Mancomunidad de Naciones no son monarquías exclusivamente. Es más, la mayoría de la membresía, o sea, 34 de 54 miembros, son repúblicas integrantes del organismo. Aunque Isabel II preside la Mancomunidad, en los miembros republicanos no tiene ninguna incidencia en el gobierno. Es un mero símbolo de comunidad que se explica mejor por el interés de países pequeños de tener una vinculación a una potencia mundial como Reino Unido. Por ejemplo, Barbados fue el último reino que abolió la monarquía. Lo hizo en 2021, tal y como lo hicieron antes las colonias del sur de África y las grandes del Caribe desde los 70. Sin embargo, se mantuvo dentro de la Mancomunidad. 

Aunque Isabel II preside la Mancomunidad, en los miembros republicanos no tiene ninguna incidencia en el gobierno.

La alianza monárquica del Medio Oriente

Otro grupo de monarquías actuales que están aglutinadas en un organismo internacional son las llamadas monarquías del Golfo. El Consejo de Cooperación para los Estados del Golfo tiene seis miembros: Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Omán, Catar, Bahréin y Kuwait. Aunque no es miembro de pleno derecho, Jordania también trabaja de la mano con los intereses de esta alianza monárquica. Este organismo internacional nació tras la Revolución iraní de 1979. Esta última fue una sublevación islamista fundamentalista que derrocó una monarquía prooccidental. Si bien varias monarquías de Medio Oriente cayeron por el socialismo árabe, como la libia o la iraquí, era la primera vez que un movimiento religioso derrocaba a un monarca. Así, las monarquías, naturalmente religiosas, se unieron contra esta nueva amenaza geopolítica. 

Aunque hoy en día no es evidente, estas monarquías existen también por la intervención del Imperio británico en la región. Países como Catar, Kuwait, Bahréin o Jordania existen solamente porque el Reino Unido creó colonias por medio de alianzas con familias tribales poderosas. Arabia y Omán sí tienen una tradición monárquica antigua propia. El Imperio omaní, sin embargo, fue avasallado por el Reino Unido. El actual Estado saudí surgió a través del apoyo británico a los árabes en contra del Imperio otomano en la Primera Guerra Mundial. Por ende, este cúmulo de monarquías, todas absolutas o semiconstitucionales a diferencia de la vasta mayoría de reinos constitucionales de la Mancomunidad, existe por la intervención británica en el golfo Pérsico y el mar Rojo. En el presente, se unieron contra enemigos antimonárquicos, parecido a cuando los reinos cristianos de Europa se unieron contra una Francia revolucionaria a inicios del siglo XIX. 

Las monarquías «individuales»

Las restantes 16 monarquías del mundo no existen en el marco de organismos internacionales como tal. Por ejemplo, en el caso de las monarquías europeas, la mayoría se concentra en el norte del continente. Hay tres en Escandinavia —Suecia, Dinamarca y Noruega— y otras tres en el Benelux, compuesto por Países Bajos, Luxemburgo y Bélgica. Estas seis han sido relativamente estables desde las guerras mundiales. Asimismo, sus regiones, tal y como lo haría Europa más tarde, se embarcaron en una integración profunda en organismos internacionales como el Consejo Nórdico o la Unión Benelux, respectivamente. Aunque dichos procesos se basan más en afinidad cultural, las familias reales, muchas veces emparentadas íntimamente, son resultado de esa historia compartida. Otro tipo de monarquía estable es la de los cuatro micro-Estados europeos que dependen de sus vecinos, como Andorra de España y Francia, Liechtenstein de Suiza, Mónaco de Francia y el Vaticano de Italia. Del otro lado del mundo, el reino de Bután demuestra un comportamiento parecido a los micro-Estados, dependiendo de la India para evitar una ocupación china al estilo del Tíbet. 

Las cinco monarquías restantes son España, Marruecos, Japón, Tailandia y Camboya. En todos estos, la monarquía sufrió periodos de ausencia o serios retos a su existencia, pero manteniendo un rol importante. En España, la monarquía fue instrumental en la transición a la democracia del país después de la muerte del dictador anticomunista Franco en los 70, el regente que virtualmente exilió a la monarquía a Italia. Tailandia, de manera similar, vio su monarquía resurgir tras una dictadura anticomunista en los 70 para aliarse con el ejército hasta el presente. Marruecos logró resistir insurgencias socialistas árabes e islamistas con un régimen semiconstitucional enfocado en la expansión territorial en el norte de África. Por su parte, en Japón el emperador siguió en su trono con el apoyo estadounidense para prevenir la expansión del comunismo en Asia tras la ocupación americana. Finalmente, la monarquía regresó a Camboya con el auspicio de las Naciones Unidas en los 90 tras una década de dictadura comunista. 

Las restantes 16 monarquías del mundo no existen en el marco de organismos internacionales como tal.

¿Una nueva estrategia para la supervivencia de las monarquías?

Basado en lo anterior, al menos 27 de 43 monarquías existen directamente en el marco de organismos internacionales que las protegen. La teoría clásica de la existencia de las monarquías proviene de Montesquieu y su teoría de la división de los poderes. Aunque en su mayoría inspiró la división tradicional del poder republicano en tres ramas, el francés también hablaba de un poder neutro. Este era precisamente el monarca; su rol no era gobernar, sino reinar. En un mundo político lleno de vaivenes, el trabajo del rey es asegurar la continuidad del Estado. Debe aconsejar, advertir y amonestar a quienes gobiernan, pero desde un silencio público que garantiza su objetividad. 

Con este contexto, es importante tener en cuenta los niveles de acción colectiva. En esencia, este concepto genera una distinción doble en cuanto a la toma de decisiones políticas. Existe la política constitucional, la cual crea las reglas difíciles de modificar para crear reglas, mientras que la política ordinaria se trata de crear las reglas normales que son fácilmente cambiables. Si bien esta distinción existe a nivel estatal, las monarquías actuales parecen haber «constitucionalizado» su propia existencia «internacionalizando» su estatus político. En vez de depender de reglas constitucionales en Estados potencialmente volátiles por revoluciones internas, los monarcas actuales protegen su institucionalidad en leyes internacionales que son difíciles de cambiar y que, según el derecho internacional, tienen el mismo nivel que las constituciones en algunos casos. Las monarquías que existen por separado son inestables en el tiempo o dependientes de otros Estados. Nótese que las monarquías «internacionales» son el resultado directo o indirecto del Imperio británico. Por ende, los 70 años de Isabel II en el trono no son solo un evento de farándula, sino el testimonio de la supervivencia de las monarquías a través de organismos internacionales. 

AVISO IMPORTANTE: El análisis contenido en este artículo es obra exclusiva de su autor. Las aseveraciones realizadas no son necesariamente compartidas ni son la postura oficial de la UFM.

Comparte este artículo:

Luis Carlos Araujo Quintero

Estudiante del Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales. Ferviente creyente de la moderación y del respeto a las reglas justas y correctas. Defensor de la libertad en todas sus dimensiones. 

Leer más de este autor