¿Entre la declaración de guerra civil o la impugnación de los resultados en la Corte Suprema?: elecciones en Kenia y Angola
Uno de los mecanismos insignes de toma de decisiones colectivas son las elecciones. Estas votaciones masivas de la ciudadanía de un país para escoger a sus líderes políticos son unos de los principales elementos de las democracias liberales, siempre y cuando exista transparencia en el conteo y competencia entre las fuerzas políticas del país.
Sin embargo, en casos de transiciones democráticas, estos elementos son difíciles de garantizar. En África, se ha intentado solucionar esta incertidumbre mediante apelaciones a la Corte Suprema de diferentes países para invalidar los resultados de las elecciones generales, como en los recientes casos de Kenia y Angola en 2022. ¿Por qué se impugnan los resultados de las elecciones generales en el África subsahariana?
Democracia, división de poderes y poderes electorales de las cortes
Una democracia liberal tiene un Gobierno donde existe y se respeta la división del poder. Por división del poder, se entiende la separación deliberada del Gobierno en ramas diferentes, cada una con funciones particulares y específicas. Cada rama debe ser capaz de limitar el actuar de las otras mediante ciertos poderes de veto otorgados por las leyes del país. Aunque puede variar según el tipo de régimen, la configuración clásica de ramas comprende ejecutivo, legislativo y judicial. El ejecutivo aplica la ley, el legislativo la crea y la judicial la revisa. Es este poder de revisión el que puede tener incidencia en los resultados en las elecciones.
El nivel de poder de las cortes sobre el resultado de las elecciones depende de la ley de cada país. Dicha capacidad oscila entre la anulación de un voto mal emitido en una mesa específica a la anulación completa de las elecciones nacionales por irregularidades masivas. Si bien el escenario de anulación es bastante raro por su potencial controversia, su petición es un fenómeno cada vez más común en el África subsahariana. Esta región es mayoritariamente autoritaria. Sin embargo, existen algunos casos de transiciones democráticas. Se ha intentado al menos una vez en países tan diversos como Nigeria, Malawi, Zimbabue, Burundi, Kenia y Angola. No está claro si el acto de impugnación fomenta la democracia. Algunos dicen que disminuye la violencia política, permite esparcir valores democráticos en la sociedad y fomenta la independencia institucional. Otros indican que en realidad no existe correlación, ya que en la mayoría de casos no se logran anular resultados controlados por el poder titular. Los casos de Kenia y Angola son particularmente importantes para entender el fenómeno.
Si bien el escenario de anulación es bastante raro por su potencial controversia, su petición es un fenómeno cada vez más común en el África subsahariana.
Kenia: el partido hegemónico contra el eterno opositor
El caso de Kenia es uno de relativo éxito en cuanto a transición democrática. Con su independencia en los 60 del Reino Unido, el partido conocido como KANU ganó las elecciones. Esta organización era la unión formal de dos grupos étnicos en el centro de Kenia y poco a poco concentró el poder hasta crear una dictadura de partido único. Este régimen duró hasta 1992, cuando el propio partido, aliado de Occidente, decidió legalizar a la oposición. Esta, compuesta en su mayoría por un grupo étnico del oeste del país excluido del poder, perdió dos veces frente al que había sido dictador, el presidente Moi. En 2002 se dio la primera alternancia en el poder, pero debido a una ruptura parcial del partido de Gobierno. La oposición histórica, por ende, no ha logrado acceder al poder desde la democratización en 1992.
Esta oposición, liderada por Raila Odinga, es el partido que ha usado el recurso de apelación judicial para intentar anular las elecciones. Alegando fraude, el líder opositor ha retado los resultados electorales ante la Corte Suprema 5 veces desde el inicio de la transición democrática: 1997, 2007, 2013, 2017 y 2022. En todos los casos, la apelación era contra el partido que gobernó en la dictadura o una de sus facciones desertoras. La única vez en que la corte anuló los resultados fue en 2017; sin embargo, Odinga boicoteó la repetición, permitiendo el regreso al poder del presidente titular. Además, se tuvieron casos de violencia generalizada poselectoral en 2007 y 2017. El segundo año tuvo reportes de violencia aislada. El primer caso es mucho peor y les valió acusaciones de la Corte Criminal Internacional a varias autoridades kenianas. Además, obligó a la creación del puesto de primer ministro para darle una cuota de poder a Odinga temporalmente —opción que se explora de nuevo en 2022— y llevó a un cambio de constitución en 2010 que fortaleció la independencia de la Corte Suprema. Con el rechazo de la Corte al pedido de Odinga este año, se teme otro lapso de violencia. Esta violencia, sin embargo, palidece en comparación a las atrocidades posibles en guerras, tal como el caso angoleño.
La única vez en que la corte anuló los resultados fue en 2017; sin embargo, Odinga boicoteó la repetición, permitiendo el regreso al poder del presidente titular.
Angola: dos guerrillas vueltas partidos que compiten por el poder
Angola, a diferencia de Kenia, tuvo una independencia turbulenta. Portugal se retiró del país sin dejar un gobierno local organizado claro en 1975. En este vacío de poder, surgieron varias guerrillas en función de grupos étnicos que aspiraban al poder. Las dos principales eran la comunista MPLA y la nacionalista UNITA, representantes de las etnias principales de la costa. El MPLA tomó rápidamente la capital y se volvió así en el Gobierno de facto de Angola. Si bien intentaron democratizar el país en 1992, el espectro del fraude electoral reavivó la guerra. En 2002, se logró un acuerdo de paz que sentó las bases para elecciones pacíficas en 2008 y 2012. Como parte del proceso, se cambió la constitución en 2010 para limitar el poder de la presidencia, fortaleciendo otras ramas de gobierno. Desde entonces, UNITA participa plenamente en la política nacional.
En el caso de Angola, la oposición ha retado los resultados electorales dos veces: en 2017 y en 2022. En ambos casos, la Corte Suprema angoleña le negó la apelación a UNITA. Así, se ha garantizado la continuidad del MPLA, partido que ha gobernado el país ininterrumpidamente desde 1975. Cabe notar que las elecciones desde el fin de la guerra en el país han sido bastante pacíficas. La única excepción es la provincia de Cabinda, la cual es por excelencia la región petrolera del país. El crudo ha sido uno de los pilares de la continuidad del MPLA en el poder al ser la base de su clientelismo nacional, pero ha vulnerado su control sobre esta provincia rebelde.
Impugnación de resultados electorales como mecanismo de obtención de cuota de poder
Es curioso ver que dos casos tan diferentes entre sí llevan a que la oposición haga lo mismo: apelar los resultados electorales en la Corte Suprema del país alegando un fraude sistemático del partido político de turno. Además, ambos casos tienen un cambio constitucional previo que aspira a fortalecer la independencia de las cortes. La oposición en Kenia, un régimen híbrido con una transición democrática relativamente exitosa, y Angola, un autoritarismo suave que está en proceso de democratización, presentan la misma estrategia.
En teoría, se podría asumir que una impugnación de las elecciones podría generar violencia porque no se respeta la voluntad de los votantes. Sin embargo, en Angola las impugnaciones se dan después de la pacificación de un país dividido por la guerra, por lo que son un mecanismo de resolución de conflictos que preserva la paz, cuando la alternativa es la guerra civil.
En el caso keniano, hay violencia en unas apelaciones y en otras no. Es poco probable que se refuercen las instituciones o los valores democráticos, ya que en ningún caso la apelación ha llevado a la victoria de la oposición. Ante esto, ¿por qué la oposición impugna los resultados electorales?
Es curioso ver que dos casos tan diferentes entre sí llevan a que la oposición haga lo mismo: apelar los resultados electorales en la Corte Suprema del país alegando un fraude sistemático del partido político de turno.
Una teoría que parece sensata para explicar un proceso aparentemente contradictorio es tratar de obtener cuotas de poder alternativas. En otras palabras, hay incentivos para conseguir poder extraelectoralmente, pero sin violencia. Como no hay manera en que puedan ganar las elecciones normalmente, las oposiciones en ambos países quieren obtener alguna posición de poder por medio de la coacción judicial. Ante una amenaza creíble de violencia contra el Gobierno, la oposición gana más apelando en la corte que aceptando los resultados, aunque la elección sea potencialmente limpia. A las élites gobernantes, como a cualquier otra élite natural, les conviene más quedarse en el poder que perderlo. Por ende, en un escenario de multipartidismo naciente, deben darle algo a la oposición para no perder el poder. Esto explicaría también por qué en los dos casos se modifica la constitución para fortalecer la rama judicial.
El caso de Odinga en Kenia es ilustrativo. Él obtuvo un cargo poderoso como primer ministro en virtud de su apelación. Ahora en 2022, se está proponiendo un arreglo similar para el eterno opositor. Así, las apelaciones de resultados electorales en Cortes Supremas se vuelven una herramienta de acceso al poder. Esto, sin embargo, pareciera requerir que la oposición esté bien organizada y tenga mucho apoyo electoral. Esto podría explicar por qué en Angola no se le ha dado ningún poder significativo a UNITA. Cuando la angoleña UNITA llegue a tener el poder electoral como el de Odinga en Kenia, podría verse un comportamiento similar. Hasta entonces, las oposiciones en ambos países tienen los incentivos necesarios para apelar los resultados de sus elecciones en sus Cortes Supremas. Si tienen suerte, les darán una cuota de poder sin guerra y sin ganar la elección.
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