¿Sobrevivirá Bolsonaro al COVID-19 y a sí mismo?
Brasil se ha convertido en la gran preocupación regional y mundial como epicentro de la pandemia. De forma paralela, los rumores sobre un final anticipado de la presidencia de Jair Bolsonaro se suceden y la pregunta es si sobrevivirá al COVID-19 y a sí mismo. Por ahora, lo cierto es que todos los cimientos que le sostenían han ido desapareciendo.
El electorado brasileño le apoyó en las elecciones del 2018, en primer lugar, porque encarnaba mejor que nadie el rechazo al lulismo que hegemonizaba la política brasileña desde el 2003. Asimismo, como antiguo miembro de las fuerzas armadas, Bolsonaro transmitía una imagen de autoridad muy conveniente para combatir la inseguridad. También se esperaba que, como buen militar, dirigiera una gestión estricta, coherente y ordenada; en definitiva, ajena a las transacciones y viejas mañas politiqueras. Por último, el electorado, golpeado por la crisis de 2016-17, confiaba en que un cambio de rumbo (cambiar las políticas intervencionistas de Lula por otras más liberales) provocara que Brasil regresara a los tiempos de la bonanza.
Apoyado en esos pilares que mantuvo en su primer año de gobierno (2019), alcanzó la presidencia; pero, a la hora de hacer frente a la pandemia (2020), a Bolsonaro se le ha ido cayendo todo su edificio. En primer lugar, el partido de los trabajadores (PT) ya no se alza como el enemigo a batir en 2022, cuando habrá elecciones presidenciales. Además, su mensaje anticorrupción ha resultado muy debilitado por la salida del Gobierno de Sergio Moro, el juez adalid de la lucha contra la corrupción en el lulismo. Asimismo, la idea de que el suyo sería un Gobierno eficaz y eficiente también se ha hundido. Las peleas con políticos, gobernadores, instituciones y partidos han dejado una gran estela de decepción. Mucho peor es que no lograra mantener una coherencia dentro de su gabinete: ha tenido tres ministros de sanidad en plena pandemia. Resultado: Brasil es el segundo país con más contagios del mundo. Finalmente, los esfuerzos por preservar la economía evitando la cuarentena no han servido para nada: la economía más grande de Suramérica sufrirá en 2020 «la mayor retracción del PIB» de su historia.
A la hora de hacer frente a la pandemia (2020), a Bolsonaro se le ha ido cayendo todo su edificio.
Brasil afronta, entonces, una tormenta perfecta y la duda es si arrastrará a Bolsonaro o no. Hay tres posibilidades en torno al futuro de la actual administración:
Brasil afronta, entonces, una tormenta perfecta y la duda es si arrastrará a Bolsonaro o no.
1. Dado que el 2020 será un año centrado en el combate a la pandemia y el 2021 será un año preelectoral, las posibilidades de que Bolsonaro acabe su mandato son altas. Incluso para sus adversarios, que no están de acuerdo en destituirle, puede ser útil su permanencia para que llegue desgastado a 2022.
2. Estar acorralado por los escándalos, el mal manejo de la crisis de la pandemia y la economía y la falta de apoyos políticos pueden llevar a Bolsonaro a acabar encerrado en la cárcel de oro de la presidencia. El ala militar del Gobierno le protege por el momento y no deja de acudir a apagar los fuegos que provoca el propio mandatario. Pero este rol es desgastante y ese escudo militar podría terminar encerrando, metafóricamente, al mandatario en una cárcel del oro con el fin de que la capacidad decisoria la posean otros.
3. En la Cámara de Diputados ya se acumulan más de 20 peticiones para proceder con procesos de destitución contra Bolsonaro. Quien tiene la potestad para escoger una de esas peticiones y llevarla a votación es el presidente de la Cámara de Diputados, Rodrigo Maia, que, por el momento, no se ha mostrado partidario de abrir esta vía. Pero la espada de Damocles está ahí, y cuando pase la crisis el contexto quizá sea más propicio. El proceso de destitución contra Bolsonaro es poco probable, pero no imposible.
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