¿Son comparables Putin y Hitler?

Foto cortesía de Valery Tenevoy

Durante los últimos días de febrero, Vladimir Putin lanzó el tan temido ataque a Ucrania. Si bien el movimiento no fue algo totalmente inesperado, ya que Rusia venía movilizando sus tropas en la frontera ucraniana, lo que no deja de sorprender es que, sin una causa fundamentada, el presidente ruso decida iniciar una guerra que, como tal, siempre se sabe cuándo comienza, pero no cuándo finaliza ni cómo.

Las inevitables comparaciones entre Putin y el Führer

Las imágenes de los convoyes adentrándose en territorio enemigo dispararon el recuerdo de las tropas alemanas invadiendo Polonia en septiembre de 1939, lo que daría inicio a la Segunda Guerra Mundial. De allí las inevitables comparaciones entre Putin y el Führer, lo cual también nos llevó a preguntarnos si la invasión rusa podría desatar una tercera guerra mundial.

La comparación entre Putin y Hitler despierta tanto reacciones a favor como en contra. Quizás lo más sencillo puede ser caer en la tentación de decir que son dos autócratas que ponen sus ambiciones de poder por encima de las personas y que no se detienen ante nada que se interponga en sus objetivos personales.

La comparación entre Putin y Hitler despierta tanto reacciones a favor como en contra.

Su manera de acceder al poder, las forma de perpetuarse en el mismo, el simulacro de un estado democrático, su relación con los opositores, las limitaciones a la libertad de prensa, la segregación de las minorías —sexuales, religiosas, nacionales, etc.— y, sobre todo, el uso de la fuerza para someter a quienes se interpongan en su búsqueda de poder ilimitado hacen que la comparación sea tentadora.

Las épocas y los motivos son diferentes

De todos modos, más allá de estas características que podrían caber tanto para uno como para otro, además de a muchos otros personajes nefastos de la política actual, lo cierto es que las épocas y los motivos son diferentes, así como también lo es la reacción que generan en sus contemporáneos.

Los que sostienen que no es correcto comparar a Putin con Hitler destacan que existen diferencias de objetivos y contextos.

Los que sostienen que no es correcto comparar a Putin con Hitler destacan que existen diferencias de objetivos y contextos. Está claro que la historia no se repite y que las épocas cambian.

De todos modos, si no podemos buscar dos casos parecidos para precisamente compararlos y hacer analogías que nos permitan especular hacia dónde nos dirigimos y con qué nos enfrentamos, entonces la historia serviría solo como un mero entretenimiento y no mucho más.

Para el caso en cuestión, sería lo mismo la historia que la estadística: ninguna nos puede asegurar qué va a suceder en el futuro, aunque sí nos pueden ayudar a tener alguna referencia de qué alternativas podríamos enfrentar según las acciones que tomemos en el presente. En todo caso, ambas nos sirven para disminuir, en alguna medida, el margen de error o las posibles acciones que se puedan dar.

Patrones de comportamiento parecidos

Es cierto que las demandas de Putin de hoy no son iguales a las que tenía Hitler hace casi un siglo. Aunque sí se observan algunos patrones de comportamiento y demandas parecidas, como es el caso de Putin cuando pretende recrear la gran nación rusa, tomando como referencia la URSS y, más atrás en el tiempo, el imperio de los zares.

Lo que busca es la recuperación de los territorios «perdidos» desde la debacle de la URSS a comienzos de la década de 1990 y, con ellos, volver a darle a Rusia el rol geopolítico que tuvo en la región durante siglos. Para ello, utiliza como excusa o legitimación el principio de autodeterminación de los habitantes de origen ruso que habitan en Ucrania.

Sí se observan algunos patrones de comportamiento y demandas parecidas, como es el caso de Putin cuando pretende recrear la gran nación rusa, tomando como referencia la URSS y, más atrás en el tiempo, el imperio de los zares.

Por su parte, Hitler en la década de 1930, cuando creó el Tercer Reich, pretendía reconstruir la nación alemana con base en los territorios que históricamente utilizaron el idioma alemán y que hasta la Primera Guerra Mundial pertenecían al Imperio. En última instancia, buscaba restaurar el Sacro Imperio Romano-Germánico medieval. Para ello, primero anexó Austria, luego los Sudetes en Checoslovaquia y, finalmente, invadió Polonia para anexar a la parte de Prusia que había quedado aislada de Alemania luego del Tratado de Versalles.

¿Se detendrá Putin?

A esta altura, es pertinente preguntarse si Putin se detendrá una vez que esté en control de Ucrania. Recordemos que en 2014 anexó la península de Crimea, que originalmente pertenecía a Rusia, y fuera cedida a Ucrania por la URSS en 1954. Muchos pensaron que ahí se detendría. Ya vimos que no fue así. Así las cosas, nada asegura que no intente recuperar el resto de las ex repúblicas socialistas que integraban la Unión Soviética hasta 1991, muy especialmente las ubicadas en la región báltica. Ya se ha manifestado al respecto.

En ambos casos, las potencias occidentales optaron por la vía diplomática y económica para tratar de contener a Hitler y Putin. Con el primero ya sabemos cómo terminó; con respecto al segundo, los acontecimientos están en pleno desarrollo, aunque de momento no parece que las sanciones económicas y las mesas de diálogo lo vayan a detener.

En ambos casos, las potencias occidentales optaron por la vía diplomática y económica para tratar de contener a Hitler y Putin. Con el primero ya sabemos cómo terminó; con respecto al segundo, los acontecimientos están en pleno desarrollo.

Está claro que la intervención armada directa es el último de los recursos, pero muchas veces esperar suele tener costos mayores a los de intervenir de manera inmediata. En este sentido, los dictadores siempre llevan la ventaja ante las democracias liberales; ya que los líderes de estas últimas no pueden tomar decisiones por sí mismos, sino que deben legitimarse en el parlamento y sobre todo en el electorado.

¿Es Putin el Hitler del siglo XXI?

Todavía es pronto para saberlo. Como dijimos al principio de esta columna, la comparación resultada inapropiada para muchos. Si uno se pone estricto en el análisis, ningún personaje de la historia podría ser comparado con otro —en cuanto a semejanzas— porque cada época tiene su impronta y sus peculiaridades contextuales.

De todos modos, se pueden apreciar algunas similitudes y algunas diferencias entre los personajes en cuestión. Entre las diferencias vemos que, hasta ahora, Putin no se ha manifestado abiertamente con respecto a cuestiones raciales ni a la promoción de una limpieza étnica en las regiones a conquistar. La otra gran diferencia es que en su momento Hitler no llegó a contar con armas nucleares como sí las posee el líder ruso.

Putin no se ha manifestado abiertamente con respecto a cuestiones raciales ni a la promoción de una limpieza étnica en las regiones a conquistar.

En este sentido, la pregunta es si se animará a utilizarlas. Por lo que se observa en su conducta y la violencia con la que han entrado en territorio ucraniano, nada nos permite afirmar que no será capaz de ello de verse acorralado por Occidente. Este es uno de los motivos por los cuales Estados Unidos y el resto de Europa deben medir muy bien sus movimientos, ya que un conflicto donde se involucren armas nucleares tendría consecuencias devastadoras para todos.

Lo que sí está claro es que, de momento, Putin está dando pasos muy parecidos a los que dio Hitler cuando comenzó su campaña de anexión de territorios vecinos en la década de 1930. Todo intento de diálogo con el autócrata tendiente a detener el ataque solo será válido en tanto y en cuanto se comprometa a cumplir su palabra.

Mientras lo estipulado en las conversaciones no se vea ratificado en los hechos, solo serán buenas intenciones y no más que eso, ya que Putin ha dado muestras de no ser confiable. Ojalá no seamos testigos de la catástrofe humanitaria más grande de la historia.

AVISO IMPORTANTE: El análisis contenido en este artículo es obra exclusiva de su autor. Las aseveraciones realizadas no son necesariamente compartidas ni son la postura oficial de la UFM.

Comparte este artículo:

Alejandro Gómez

Doctor en Historia por la Universidad Torcuato Di Tella, Master of Arts de la University of Chicago, e historiador por la Universidad de Belgrano en Argentina. Profesor visitante en la UFM.

Leer más de este autor