Guatemala: ¿qué falta para hacer más competitivo al país?

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El cierre nuevamente de los puertos chinos debido al aumento de casos de COVID 19 ha vuelto a tensar al máximo las cadenas de suministros globales. Esto ha hecho que los ojos de las grandes multinacionales se hayan vuelto a situar en Centroamérica con el fin de acercar parte de los suministros a sus destinos finales. Tomando en cuenta la política china de cierre total cuando los casos de COVID-19 aumentan, surge una importante oportunidad para Centroamérica.

El capital no solo fluye a donde lo tratan bien, sino a donde está seguro

Actualmente vivimos en un mundo globalizado y ya no solo competimos contra Honduras, Nicaragua, Costa Rica o los demás países de la región. Hoy en día, competimos contra muchos más países del mundo. Algunos más cerca, otros más lejos, pero al final todos peleamos por las mismas inversiones de países que buscan el mejor lugar para poner su dinero y hacerlo crecer. Entre estos países destacan aquellos en los que hay certeza jurídica y protección a la propiedad privada, porque ¿quién quisiera invertir en un país que en cualquier momento le pueda expropiar la inversión?

¿Por dónde enfocar la atracción de inversión si la certeza jurídica guatemalteca no es la mejor?

Puesto que la certeza jurídica guatemalteca no tiene la mejor reputación del mundo, ¿qué podría hacer el país para atraer más inversión? La respuesta está en los impuestos. Una menor carga impositiva podría definitivamente incentivar la inversión extranjera en el país y atraer a todas las empresas estadounidenses o europeas que están haciendo un nearshoring de sus cadenas globales de valor y ven en Centroamérica el lugar perfecto. Ahora bien, una baja en los impuestos no es suficiente para atraer a todas las empresas que pudieran estar interesadas en venir a Guatemala. Es necesaria una inversión importante en infraestructura para que el país sea más atractivo. ¿De qué le sirve a Guatemala tener impuestos bajos si mover la mercancía de un punto a otro es una odisea? La ubicación geográfica es un privilegio enorme que tiene el país: tenemos acceso al mar Caribe y al océano Pacífico, además de acceso directo a México, Belice, Honduras y El Salvador. Del mar Caribe al océano Pacífico hay 200 millas de distancia que hoy en día se sienten como una eternidad, pero que, con la infraestructura adecuada, podría ser una ventaja comparativa.

Las carreteras no son el único problema de infraestructura que tiene el país. En el Pacífico, Puerto Quetzal y Puerto San José no se dan abasto, al punto de tener 17 barcos haciendo fila, algunos desde hace 15 días, para poder descargar. ¿En qué se traduce esto? En precios más altos para los consumidores y mala fama internacional que hace a Guatemala menos atractiva para la inversión. Darles salida a las mercancías producidas es clave para que las empresas se interesen en producir en el país;, no basta con tener bajos impuestos y lindas carreteras.

Una menor carga impositiva podría definitivamente incentivar la inversión extranjera en el país y atraer a todas las empresas estadounidenses o europeas que están haciendo un nearshoring de sus cadenas globales de valor y ven en Centroamérica el lugar perfecto.

Impuestos bajos, infraestructura… ¿qué más hace falta?

Ya se establecieron dos puntos clave a la hora de atraer inversión a Guatemala: impuestos bajos y una infraestructura adecuada para la entrada, la salida y el transporte de mercancías. Un tema que no se ha tocado en este texto, pero que es clave, es la educación. Los procesos intermedios en las cadenas globales de valor son donde más ingresos se pueden generar y es ahí en donde se deben centrar los esfuerzos de atracción.

No obstante, estas labores necesitan de un personal más capacitado y con una educación superior para realizarse. En el 2019, Guatemala tuvo 6.6 años promedio de escolaridad contra 10.8 años esperados de escolaridad. Para entender qué significan estos números, Costa Rica tiene 8.7 años promedio de escolaridad y 15.7 años esperados de escolaridad—números muy por encima de los que tiene Guatemala—. ¿En qué se puede traducir esto? En que, en Guatemala, los bajos niveles de educación no permiten que las personas puedan realizar procesos más complejos que le agreguen más valor a un producto; por consiguiente, los procesos de la cadena global de valor que podrían llegar son más básicos.

¿Qué papel juegan las zonas francas en todo esto?

Como se menciona al principio del texto, y se profundiza en un texto anterior, un punto clave a la hora de atraer inversión es la reducción de impuestos. Es en este aspecto en el que las zonas francas podrían jugar un papel importante.

Una zona franca es un espacio geográfico que cuenta con una serie de ventajas fiscales ideadas para promover actividades relacionadas al comercio internacional. Guatemala cuenta con dos figuras de zonas francas diferentes. La primera, y la más antigua, es la Ley de ZOLIC, la Zona Libre de Industria y Comercio «Santo Tomás de Castilla», que data de 1973. La segunda es la Ley de Zonas Francas, que data de 1985.

Cada una tiene sus ventajas y desventajas, pero ambas presentan prácticamente los mismos beneficios: el mismo periodo de exención, 10 años, de los mismos impuestos, ISR, IVA, ISO, timbres, entre otros. Si bien es cierto que las zonas francas, independientemente del marco legal que las rigen, son un paso en la dirección correcta, es un paso muy leve. A nivel de Centroamérica, Guatemala está compitiendo contra las zonas francas de Honduras que tienen una exención de 30 años de los impuestos o contra una población más educada y capacitada como la de Costa Rica, que además ofrece mejores exenciones de impuestos.

Entonces, ¿en dónde podría diferenciarse Guatemala? Una forma de diferenciación sería creando zonas francas especializadas en algunos sectores en específico, como el farmacéutico, el de maquinaria o el de servicios. Esto permitiría crear un clúster de una industria que reúna varias empresas de un sector en específico que ayude a reducir ciertos costos. Por ejemplo, se podría traer una farmacéutica como Bayer que produzca algunos medicamentos en Guatemala, luego una empresa que produzca jeringas o blísteres para las pastillas y otra que se encargue de las distribución de estas. Al tener todo en el mismo lugar, este lugar se vuelve más llamativo. Otra opción podría ser una alianza entre algunas empresas e instituciones de educación técnica y superior para formar profesionales para trabajar en estas empresas.

Una forma de diferenciación sería creando zonas francas especializadas en algunos sectores en específico, como el farmacéutico, el de maquinaria o el de servicios.

¿Cómo volver a Guatemala más competitiva?

En conclusión, se requiere de un esfuerzo en conjunto para poder aumentar la competitividad de Guatemala. No basta con bajar impuestos, invertir en infraestructura o en mejorar la educación si los pasos se dan en direcciones diferentes y se vuelven esfuerzos contraproducentes.

Es necesario que todo se haga poco a poco, pero al mismo tiempo; ya que muy pocas empresas querrán venir si tienes impuestos altos, no tienes infraestructura adecuada o no tienes suficientes recursos humanos para el trabajo que quieres hacer. Para Guatemala sería bueno ver hacia sus vecinos, quienes al final son sus competidores directos en la carrera por el nearshoring.

AVISO IMPORTANTE: El análisis contenido en este artículo es obra exclusiva de su autor. Las aseveraciones realizadas no son necesariamente compartidas ni son la postura oficial de la UFM.

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Felipe González Yepes

Estudiante del Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales de la UFM. Asistente ejecutivo en Díaz Duran Abogados.

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