Jonatán Lemus / / 29 de octubre del 2019

La crisis en América Latina no es ideológica, pero favorece a la izquierda

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Octubre fue un mes de mucha intensidad en América Latina. Por un lado, Perú y Bolivia enfrentaron crisis político-institucionales. En Perú, el presidente Vizcarra decidió disolver el Congreso y convocar a elecciones en enero; en Bolivia, las sospechas de fraude electoral por parte del régimen de Evo Morales desataron protestas a favor y en contra del mandatario, así como pronunciamientos por parte de la comunidad internacional exigiendo elecciones justas y transparentes. 

Por otro lado, Ecuador y Chile enfrentaron crisis por razones económicas. En Ecuador, el gobierno de Lenin Moreno decretó una disminución del subsidio de los combustibles, lo cual desató protestas alrededor del país. En Chile, el aumento del costo del transporte público generó una de las crisis más severas de los últimos años, y aún persiste a pesar de los esfuerzos del presidente Piñera de aplacar los ánimos de los chilenos. Aunado a estos eventos, en Argentina se dio el retorno al poder de los peronistas, comandados por Alberto y Cristina Fernández. En Uruguay, en una segunda vuelta se podría dar la caída del Frente Amplio, partido político de izquierda que ha gobernado dicho país durante quince años. 

Para algunos comentaristas, los eventos de este mes dejan como saldo una posible nueva «ola rosa» en la región. En efecto, a los gobiernos de izquierda en Argentina, Bolivia —si Morales tiene éxito— y Uruguay —si el FA logra la reelección—, se podrían sumar Ecuador y Chile en las elecciones de 2021. Esto podría tener consecuencias negativas, como la adopción de políticas económicas estatistas y el apoyo de dichos países a regímenes autoritarios como los de Cuba, Nicaragua y Venezuela. 

Sin embargo, en este espacio me gustaría argumentar que la actual crisis en América Latina no responde a un corrimiento ideológico de los ciudadanos hacia la izquierda. Al contrario, los eventos de este mes pueden ser explicados desde la perspectiva de la elección racional. En todos los casos se observa un incremento de las expectativas ciudadanas tanto en el ámbito político como en el económico; la incapacidad de los actores políticos para cumplir con estas demandas ha generado descontento y movilización por parte de la ciudadanía. En efecto, en Perú se observa una demanda de depuración del sistema político afectado por la corrupción y el despilfarro. En Uruguay y Bolivia, los votantes parecen buscar una alternativa diferente en el poder a la de la última década y media. En Ecuador, Argentina y Chile, los ciudadanos pretenden obtener, o mantener, beneficios por parte del Estado. En estos últimos tres países, han sido presidentes de centro y derecha los afectados por este incremento de las expectativas y, sin duda alguna, han sido los grupos de izquierda los mayores beneficiados de la situación.

La actual crisis en América Latina no responde a un corrimiento ideológico de los ciudadanos hacia la izquierda. Al contrario, los eventos de este mes pueden ser explicados desde la perspectiva de la elección racional.

Una posible explicación de dicha insatisfacción podría ser el legado de los gobiernos de la ola rosa. Con el boom de materias primas durante la primera década de este siglo, dichos gobiernos tuvieron la capacidad de distribuir beneficios a sus simpatizantes. Al finalizar la bonanza, los ciudadanos castigaron a los incumbentes favoreciendo a actores de derecha. Sin embargo, estos últimos no han logrado revertir el curso de sus respectivas economías, lo cual ha representado el castigo de un electorado cada vez más impaciente. 

En efecto, esta no sería la primera vez que en América Latina las expectativas se elevan como producto de políticas económicas estatistas. Es de recordar cómo con la industrialización por sustitución de importaciones de 1930 a 1960 incrementó la ingobernabilidad política. En aquel momento, la respuesta de las élites políticas a las crecientes demandas de la ciudadanía fue el establecimiento del «autoritarismo burocrático» (O’Donnell, 1973), un tipo de régimen que excluía del sistema a los movimientos sindicales y actores de la sociedad civil. Ciertamente, en la actualidad una respuesta autoritaria burocrática sería prácticamente inviable. Los casos de Ecuador y Chile muestran cómo el uso de la represión es cada vez más costoso para los gobiernos, especialmente en términos de legitimidad e imagen a nivel internacional. En este marco institucional democrático, los gobiernos tendrán poca capacidad para controlar la creciente ingobernabilidad desatada por el descontento ciudadano. 

En la actualidad una respuesta autoritaria burocrática sería prácticamente inviable. Los casos de Ecuador y Chile muestran cómo el uso de la represión es cada vez más costoso para los gobiernos, especialmente en términos de legitimidad e imagen a nivel internacional.

En resumen, en el nuevo escenario, lo que se prevé para América Latina no es una ola rosa, sino una época de alta volatilidad. La insatisfacción ciudadana que hoy beneficia a políticos de izquierda terminará por debilitarlos, especialmente por el contexto económico internacional. Posiblemente, se podría ver el retorno de políticos de derecha en los próximos años, a menos que se utilicen mecanismos como el fraude electoral para perpetuar a la izquierda en el poder, una posibilidad no descabellada en nuestro entorno. 

Referencias

  • O’Donnell, G. (1973). Modernization and Bureaucratic-Authoritarianism. California: Universidad de California, Berkeley. 

AVISO IMPORTANTE: El análisis contenido en este artículo es obra exclusiva de su autor. Las aseveraciones realizadas no son necesariamente compartidas ni son la postura oficial de la UFM.

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Jonatán Lemus

Profesor de Política Comparada del Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales de la UFM. Actualmente cursa el doctorado en la UFM.

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