Paulina Santizo / / 7 de febrero del 2020

Los invitamos a almorzar, señores diputados

almuerzo congreso

Los almuerzos del Congreso están en boca de todos. El pasado 3 de febrero, la diputada por el Movimiento para la Liberación de los Pueblos (MLP), Vicenta Jerónimo, presentó una carta en la que renunciaba al almuerzo ofrecido en las reuniones de jefes de bloque y donde propone cambiar las sesiones de las 12 a las 14 horas. Siguiendo la misma línea de aparente austeridad, los diputados Juan Carlos y Manuel Rivera, del bloque Victoria, renunciaron al seguro médico que se les ofrece. A esta iniciativa se sumaron los representantes de Semilla, mientras que los de CREO decidieron que sí aceptarán la comida, pero esta será descontada de sus sueldos. 

El principal opositor de la iniciativa presentada por la diputada del MLP fue Álvaro Arzú Escobar. No resulta sorprendente, ya que durante su presidencia en el legislativo en el 2019, el Congreso de la República gastó Q4.3 millones en alimentos generales. Esto no es nada nuevo ni aislado, precisamente en Honduras hubo una discusión similar. Entre febrero del 2018 y febrero del 2019, el Congreso hondureño destinó 5.5 millones de lempiras (aproximadamente Q1.7 millones) en alimentación para diversas reuniones, almuerzos y cenas para los diputados durante los días de las sesiones.     

La polémica gira, entonces, en torno a la reducción de gastos en el Congreso y cuestiona si dichos almuerzos y demás beneficios son en realidad privilegios subvencionados con fondos públicos. Así, si estuviéramos hablando de una empresa privada que le provee comida a sus empleados durante sus reuniones, no estaríamos teniendo esta discusión. No obstante, el Gobierno se vale de la recaudación para solventar estos gastos aparentemente administrativos y es ese el foco del descontento. Están almorzando nuestros impuestos, y no de forma figurada. 

Se ha etiquetado a la propuesta como una cortina de humo populista, sin embargo, considero que va más allá. Entendiendo a los diputados como actores racionales que buscan maximizar su propio beneficio, es lógico que la iniciativa de Jerónimo se haya encontrado con la negativa por parte de sus colegas. Según este marco de análisis, el principal objetivo de los representantes es permanecer y ser reelectos. A pesar de esto, en el país hay un grado muy bajo de profesionalización del cargo y la rotación de los diputados es bastante alta. Así, debido a que estarán poco tiempo dentro del sistema, hay un incentivo a depredar los recursos y extraer la mayor cantidad posible, incluso en comida. 

Entendiendo a los diputados como actores racionales que buscan maximizar su propio beneficio, es lógico que la iniciativa de Jerónimo se haya encontrado con la negativa por parte de sus colegas. Según este marco de análisis, el principal objetivo de los representantes es permanecer y ser reelectos.

Solemos tener una visión del funcionario público como aquel dedicado que sacrifica su interés personal por el colectivo. Esta visión “romantizada” e ideal de la política, como la llama James Buchanan, no es la realidad práctica. En el día a día, estos actúan como actores racionales en la arena política y es contraintuitivo encontrar a alguien que incurra en costos individuales cuando el beneficio adquirido es menor. Antes del enfoque de public choice, las teorías de la administración pública eran poco críticas, suponiendo una alta funcionalidad organizacional y la habilidad de respuesta de parte de los funcionarios. Muchos economistas y críticos de derecha argumentaban que dichas teorías trataban a los empleados públicos como santos, cuyos intereses están totalmente alineados con los controles institucionales y con la cultura de servicio civil que sirve al bien común.   

Solemos tener una visión del funcionario público como aquel dedicado que sacrifica su interés personal por el colectivo. Esta visión “romantizada” e ideal de la política, como la llama James Buchanan, no es la realidad práctica.

No hace falta preguntarle a Álvaro Arzú Escobar por qué no renunció a su almuerzo. Así, según el modelo clásico planteado por William Niskanen, los oficiales de gobierno siempre buscarán maximizar su presupuesto y aumentar sus propios fondos disponibles. Por otro lado, no es racional que los diputados legislen en su contra. La medida del cambio de horario y la eliminación de privilegios les afecta directamente a ellos mismos. Si no, ¿por qué solo Vicenta Jerónimo levantó la mano a favor cuando se votó su iniciativa? No nos engañemos, les estamos invitando a almorzar diariamente y no tienen intención de rechazar una invitación que ni siquiera hemos enviado.        

AVISO IMPORTANTE: El análisis contenido en este artículo es obra exclusiva de su autor. Las aseveraciones realizadas no son necesariamente compartidas ni son la postura oficial de la UFM.

Comparte este artículo:

Paulina Santizo

Internacionalista egresada del Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales, donde se especializó en comercio exterior. Es amante de la historia, de los museos y de la constante búsqueda de un punto de vista diferente. 

Leer más de este autor