Rogelio Núñez / / 6 de agosto del 2020

América Latina, víctima de sí misma en la elección para presidente del BID

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El escritor argentino José Hernández, en la segunda parte de su emblemática creación sobre la vida de Martín Fierro, escribía unos versos que, con la perspectiva del tiempo, se han convertido en una descripción de los problemas tanto históricos como actuales que lastran a la región por su perenne desunión: «Los hermanos sean unidos… porque si entre ellos se pelean, los devoran los de afuera». 

Eso es lo que está ocurriendo con la elección para presidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) que tendrá lugar en septiembre. Una gran parte de la opinión pública lo percibe como una nueva muestra de lo “malvado” que es Donald Trump, cuando, en realidad, lo que queda al desnudo es la incapacidad latinoamericana para coordinarse en aras de tener un papel relevante en el escenario internacional. 

Lo que queda al desnudo es la incapacidad latinoamericana para coordinarse en aras de tener un papel relevante en el escenario internacional.

La decisión de la administración Trump de impulsar a un candidato estadounidense (Mauricio Claver-Carone) para la presidencia del BID supone, en primer lugar, la ruptura de una tradición histórica que se remonta a la creación de esta institución en los años 50.  Desde entonces este organismo ha sido presidido por latinoamericanos. 

Pero, en segundo lugar, lo que sale a relucir es que la desunión latinoamericana es la causa fundamental de que la región pueda perder ese espacio de influencia. Que no haya un presidente latinoamericano al frente del BID aboca a la región a profundizar su situación periférica en el concierto internacional. El Gobierno de Trump, que muestra falta de diplomacia y habilidad, aprovecha un vacío no creado por el mandatario estadounidense, sino sobrevenido por las desavenencias y desencuentros de los países de América Latina.

El Gobierno de Trump, que muestra falta de diplomacia y habilidad, aprovecha un vacío no creado por el mandatario estadounidense, sino sobrevenido por las desavenencias y desencuentros de los países de América Latina.

La iniciativa del Gobierno de Trump contó, desde el inicio, con el respaldo de los gobiernos de Brasil, Colombia y Paraguay. Y, con el paso del tiempo, ya son más de diez los países que se han unido. Como el banco está compuesto por 48 miembros y los latinoamericanos poseen un poco más del 50% de las acciones, es la ruptura latinoamericana la que permite que pueda triunfar la iniciativa y el candidato estadounidense. Estados Unidos, con un 30% del capital del BID, ha logrado unir a Brasil (11%) y Colombia (3%) para así ir conformando una mayoría.

Los países latinoamericanos, por lo tanto, abrieron la puerta de par en par para hacer viable la estrategia de Estados Unidos. No lograron consensuar una candidatura ni siquiera cuando surgió la de Claver-Carone. Cuando esta fue anunciada, la mayoría apoyó al candidato estadounidense y aquellos que no lo hicieron se dividieron en dos bandos incluso antes de la pandemia. El primer bando es el del argentino Gustavo Béliz, que convoca a los países alineados con la izquierda; el segundo, el de la costarricense Laura Chinchilla, situada más en el centro.

Como señala The Economist, ha habido no solo falta de unidad sino, sobre todo, carencia de liderazgo entre las principales potencias regionales para presentar una candidatura de consenso: “Para América Latina, la pérdida de la presidencia del BID sería una gran derrota diplomática, reflejando la debilidad y la división ideológica de la región. Sus líderes son un grupo generalmente poco impresionante. No han podido unirse detrás de un candidato propio. Los diplomáticos esperaban que el trabajo fuera a Brasil o Argentina”.

Para América Latina, la pérdida de la presidencia del BID sería una gran derrota diplomática, reflejando la debilidad y la división ideológica de la región.

La, por el momento, más que previsible victoria del candidato de EE. UU. deja una gran y ya vieja lección para América Latina: la región, mientras esté desunida y carezca de liderazgos, será irrelevante y su peso y presencia internacional serán periféricos. Ya se decía en La vuelta de Martín Fierro hace 150 años:

Los hermanos sean unidos
Porque esa es la ley primera
Tengan unión verdadera
En cualquier tiempo que sea
Porque si entre ellos se pelean
Los devoran los de afuera.

AVISO IMPORTANTE: El análisis contenido en este artículo es obra exclusiva de su autor. Las aseveraciones realizadas no son necesariamente compartidas ni son la postura oficial de la UFM.

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Rogelio Núñez

Investigador senior asociado del Real Instituto Elcano. Experto en América Latina. Profesor de la Universidad de Alcalá en España.

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