Las consecuencias de la guerra ruso-ucraniana en escenarios lejanos: ¿la apertura de nuevos frentes?
La guerra ruso-ucraniana a partir de 2022 es un evento bélico que enfrenta directamente los intereses de Occidente —Estados Unidos y Europa— contra sus enemigos geopolíticos —China y Rusia—. Aunque la guerra no es directa, el riesgo de una escalada es latente. Por el momento, la guerra se ha contenido en el este y el sur de Ucrania. Sin embargo, cada vez más países se suman a las tensiones. Finlandia y Suecia han decidido abandonar su neutralidad histórica en favor de Occidente, mientras regímenes autoritarios como el norcoreano amenazan al bloque democrático, avanzando así los intereses de los autoritarismos. El foco de las tensiones geopolíticas es en Europa oriental y el Lejano Oriente; no obstante, ¿se puede observar un aumento de tensiones en otras partes del mundo?
El frente magrebí: el gas natural y control territorial
Esta guerra ha vulnerado el acceso europeo al gas natural. Esto se debe, en esencia, a la dependencia europea del gas ruso, cuyo suministro ha sido bloqueado parcialmente por la propia Europa y restringido por Rusia como represalia. El continente, junto a su aliado estadounidense, decidió imponer sanciones económicas severas a Rusia para supuestamente minar su capacidad bélica. En este contexto de escasez, el rol de otros mercados es crítico para la economía europea.
Esta guerra ha vulnerado el acceso europeo al gas natural. Esto se debe, en esencia, a la dependencia europea del gas ruso.
El país norafricano de Argelia es uno de esos mercados de gas alternativos. El país suple la demanda de gas de países mediterráneos de la Unión, como Italia y España. Esta última, sin embargo, se ha visto envuelta en un conflicto entre Marruecos y Argelia. En esencia, ambas excolonias francesas son enemigas históricas desde la independencia. Las dos buscan la hegemonía en la región conocida como el Magreb, entendida como los países africanos sobre el Mediterráneo menos Egipto. La monarquía marroquí conservadora ha luchado contra la dictadura socialista argelina por territorios en la región. El mayor conflicto es por el Sahara Occidental.
Sahara Occidental es una excolonia española africana frente a islas Canarias. Con el retiro y aval español en 1975, el Sahara Occidental fue invadido por Marruecos y Mauritania con la intención de repartirse el territorio. Argelia reaccionó financiando una guerrilla étnica local, el Frente Polisario, para resistir la invasión. La intensión de todos estos países era expandir sus costas; mientras Marruecos y Mauritania hubieran ampliado sus costas para tener más recursos, Argelia hubiera garantizado un acceso directo al océano Atlántico con un Estado satélite e ideológicamente afín. Con el tiempo, Mauritania se retiró de la guerra por ataques terroristas del Frente Polisario, lo cual llevó a la ocupación total marroquí de la costa del Sahara Occidental. Se firmó un acuerdo en 1991 que prometía un referéndum de independencia para la región ocupada, deteniendo la guerra, pero sin resolver el conflicto. La otrora potencia colonial se mantuvo profundamente involucrada, manteniendo una neutralidad estratégica: no apoyaba a ninguno de los dos lados abiertamente.
La otrora potencia colonial se mantuvo profundamente involucrada, manteniendo una neutralidad estratégica: no apoyaba a ninguno de los dos lados abiertamente.
Este conflicto se reactivó por la represión marroquí en 2021 impulsada por el reconocimiento estadounidense del territorio como parte de Marruecos. Este mismo año, España permitió la entrada del líder del Frente Polisario para hospitalizarse por COVID-19. Esto generó la ira de Marruecos, pues este líder mina el control marroquí sobre Sahara Occidental y parecía que España lo apoyaba. Para presionar al Gobierno español, Marruecos provocó la migración masiva de africanos a las ciudades españolas en África. En 2022, el Gobierno español dispuso resolver la crisis reconociendo el Sahara Occidental como marroquí, siempre y cuando sea una provincia autónoma. Argelia reaccionó cortando todas las relaciones comerciales con España, incluyendo el suministro de gas. El Gobierno español argumentó que Rusia está detrás de esta ruptura diplomática, considerando la alianza ruso-argelina durante la Guerra Fría. Aseguró que querían generar roces con Italia, la cual recibe ahora el gas argelino preferencialmente. La Unión Europea reaccionó en apoyo a España, provocando mayor molestia argelina. Sin embargo, miembros individuales como Alemania e Italia han mostrado una actitud más reservada para garantizar la llegada del gas natural.
Argelia reaccionó cortando todas las relaciones comerciales con España, incluyendo el suministro de gas. El Gobierno español argumentó que Rusia está detrás de esta ruptura diplomática.
El frente caribeño: el petróleo y el dogmatismo ideológico
Otro efecto de la guerra ruso-ucraniana es la vulneración del mercado de petróleo. Como el gas, este petróleo ha sido sancionado por las potencias democráticas como represalia por la invasión ucraniana. De igual manera, se están buscando mercados alternativos para poder suplir esa demanda. Así, el petróleo le ha dado un rol esencial al Caribe. Sin embargo, esta región otrora dominada por los Estados Unidos está llena de regímenes antiestadounidenses. Además, el voto de la Asamblea General de la ONU para condenar la invasión y para suspender a Rusia del Consejo de Derechos Humanos mostró también la lealtad de ciertos países a Rusia: las dictaduras socialistas de Venezuela, Cuba y Nicaragua.
Esta lealtad en Nicaragua ha tomado una forma tangible, ya que la dictadura pasó una ley para permitir y casi garantizar la entrada de tropas rusas al país. Si bien se argumenta que esta presencia militar es con fines humanitarios y de combate al narcotráfico, supone una presencia militar de una potencia enemiga de los Estados Unidos en su área de influencia tradicional. Debe reconocerse que esto no es un fenómeno nuevo. Nicaragua ya tenía presencia militar rusa, sobre todo en lo relacionado a comunicaciones y asuntos del espacio exterior. La región tampoco es ajena a esta militarización rusa. Debe recordarse la Crisis de los Misiles, el intento soviético de poner misiles nucleares en Cuba para poder atacar a Estados Unidos como represalia por misiles americanos similares en Turquía. Aunque la actual alianza militar ruso-nicaragüense no supone la nuclearización del Caribe como en la Guerra Fría, se debe reconocer el peligro de esta situación en una región cada vez más enemistada con Estados Unidos.
Aunque la actual alianza militar ruso-nicaragüense no supone la nuclearización del Caribe como en la Guerra Fría, se debe reconocer el peligro de esta situación en una región cada vez más enemistada con Estados Unidos.
Durante la Guerra Fría, la Unión Soviética tenía un solo aliado oficial en la forma de la Cuba comunista de Castro. Si bien tenía guerrillas en varios países, estos movimientos no prosperaron en tomarlos, salvo por Nicaragua. Inclusive esta victoria no supuso mayor avance en la región, ya que estaba rodeada por Gobiernos alineados con Estados Unidos. En el presente, este escenario es muy diferente. Cuando las guerrillas fracasaron, la desestabilizadora Cuba decidió conseguir aliados mediante elecciones. Cuba y Nicaragua ahora tienen un aliado formidable en Venezuela, que a su vez ayuda a preservarlas. Con las sanciones a Rusia, Estados Unidos y Europa retiraron sus sanciones a Venezuela para poder conseguir petróleo. Esta potencia caribeña es una de las mayores productoras de crudo del mundo. Si bien se prohibió la exportación del petróleo venezolano en la década del 2010 para minar la dictadura, ahora se busca reabrir este mercado ante la escasez dejada por las sanciones a Rusia. Así, Estados Unidos está buscando reemplazar un enemigo con otro, perpetuando las dictaduras en el Caribe.
Si bien la amenaza militar es relativamente menor que en la Guerra Fría, el contexto de la región arriesga una suerte de «rebelión regional» contra los Estados Unidos. En tiempos soviéticos, una Cuba con misiles era contenida por un bloque de países alineados con los Estados Unidos. Ahora, Cuba existe en una región donde los Gobiernos son indiferentes a la potencia norteña. Bajo López Obrador, México —aliado tradicional— organizó un boicot tácito de la Cumbre de las Américas, foro donde se buscan soluciones continentales bajo la Organización de Estados Americanos —históricamente bajo control americano—. Esto se hizo en solidaridad con los aliados rusos que no fueron invitados. En un proceso separado, los presidentes del Triángulo Norte centroamericano no llegaron, mostrando su rechazo a las intervenciones político-judiciales estadounidenses en contra de ellos. El único aliado fiable de Estados Unidos es Colombia. Sin embargo, las elecciones en junio de 2022 llevarán un régimen socialista parecido al de López Obrador que podría alejar a Colombia de su rol clásico como baluarte americano en el Caribe.
Si bien se prohibió la exportación del petróleo venezolano en la década del 2010 para minar la dictadura, ahora se busca reabrir este mercado ante la escasez dejada por las sanciones a Rusia.
Un mundo cambiante que genera nuevos incentivos
Basado en lo anterior, es preciso analizar si en realidad la guerra ruso-ucraniana es responsable de la apertura de estos nuevos «frentes». En el caso magrebí, es poco probable que lo sea. En realidad, parece más una excusa del Gobierno español para evitar la responsabilidad directa por un fracaso diplomático al abandonar su posición neutral respecto al Sahara Occidental. La nueva enemistad argelina es exclusivamente contra España. Desde una perspectiva rusa, no tiene sentido hacer que España e Italia peleen si una igual suministrará el gas natural al resto de la Unión. Sin embargo, el fracaso diplomático español abre la puerta a la presión rusa en la región, especialmente con los intereses de Rusia en controlar la región del Sahel ante la salida militar de Francia.
Respecto al Caribe, el despliegue de tropas rusas en Nicaragua sí puede verse como una reacción a la guerra. Rusia podría intentar rodear a Estados Unidos en el sur como la OTAN lo hizo con Rusia en Europa oriental. Adicionalmente, Rusia tiene más aliados que en la Guerra Fría. Sin embargo, el contexto regional adverso lo generan los propios Estados Unidos en parte. Su rechazo de dialogar con todos los países en igualdad en nombre de la democracia limita las posibilidades de tener aliados en una región cada vez menos democrática. Además, pretende cooperar con un país en ciertas cosas mientras simultáneamente lo sanciona por otros asuntos. Asimismo, el alejamiento de México y Colombia por sus regímenes de izquierda recién llegados elimina sus aliados clásicos en la región. Así, se aísla dando cabida a la entrada de sus enemigos. El problema no es tener enemistades, sino ya no tener aliados para contenerlas.
El problema no es tener enemistades, sino ya no tener aliados para contenerlas.
A grandes rasgos, los frentes analizados no se derivan de los intereses rusos, sino de los incentivos de los Gobiernos locales. Buscando su propio beneficio, estos países reaccionan a una diplomacia deficiente de las potencias democráticas explotando vulnerabilidades económicas derivadas de la guerra. Así, el gas y el petróleo se vuelven herramientas de coacción más fuertes y se tienen razones para usarlas. Por ende, no es la «maldad rusa» lo que abre nuevos frentes, sino la ineptitud diplomática de Occidente al pelearse con todos al mismo tiempo.
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