Hong Kong, ¿al borde de una revolución?
En las calles de Hong Kong, mientras miles de manifestantes se reúnen para reclamar sus derechos y libertades ante la injerencia china, se escucha un grito en la distancia: “¡liberen Hong Kong, la revolución de nuestro tiempo!”. Una declaración muy fuerte, sin duda, pero vale la pena preguntarse lo siguiente: ¿podría derivar la situación en Hong Kong en una revolución exitosa? Desde la perspectiva de autores como James Davies, Theda Skocpol y Eric Selbin, se puede argumentar que es posible que se desarrollen ideales revolucionarios, pero estos no tendrán éxito a la hora de concluir en una revolución política contra China.
James Davies defiende que las revoluciones inician por miedo a que otro actor pueda atentar contra una serie de expectativas que los ciudadanos poseen. Las personas están acostumbradas a cierto nivel de vida y de ingresos; sin embargo, estas condiciones empeoran cuando llega una crisis y temen que el Gobierno les arrebate el nivel de vida que ya poseían. En el caso de Hong Kong, los ciudadanos también tienen una serie de expectativas, pues han disfrutado de altos índices de calidad de vida y su ciudad se ha convertido en una de las más relevantes para los negocios y la tecnología. Estas expectativas se están viendo frustradas ante la constante amenaza que China representa para su certeza jurídica y para su sistema de libertades.
En la actualidad, Hong Kong ocupa el segundo puesto a nivel mundial en el ranking de libertad económica y el tercero en libertad individual; mientras tanto, China ocupa el puesto 103 y el 126 respectivamente. Para esta ciudad, regirse bajo el sistema chino supondría un retroceso en su estilo de vida. Si bien después del año 2047 no se tenía seguro cuál sería el futuro de Hong Kong, al menos existía certeza de que el cambio político no llegaría antes de esa fecha; sin embargo, la actitud de China lo ha puesto en duda. Tal y como lo plantea Davies, la frustración de la población por esta amenaza puede plasmarse en ideales revolucionarios que busquen conservar su estilo de vida y defenderlo frente al Estado.
En la actualidad, Hong Kong ocupa el segundo puesto a nivel mundial en el ranking de libertad económica y el tercero en libertad individual; mientras tanto, China ocupa el puesto 103 y el 126 respectivamente.
Otro autor de las revoluciones, Eric Selbin, reconoce la importancia de las ideas y el papel que juegan los líderes al impulsar una revolución. La relevancia de un líder, como lo fue Fidel Castro en la Revolución cubana, reside en su capacidad de explotar hechos simbólicos, apelar a la emoción y dar un tono carismático al movimiento para que las personas se identifiquen con este, tanto a nivel nacional como internacional. Un líder también tiene una función logística, pues reduce los costos de transacción propios de la acción colectiva. Cuando hay levantamientos o revueltas hechas por un colectivo descentralizado es más complejo coordinar intereses y acciones en favor de la revolución.
Un líder también tiene una función logística, pues reduce los costos de transacción propios de la acción colectiva.
Uno de los obstáculos a los que los hongkoneses se enfrentan para llevar a cabo una revolución contra el Gobierno chino es la falta de liderazgo y de organización entre sus movimientos. Existen diversos grupos de jóvenes que protestan, pero los manifestantes pertenecen a distintos movimientos, no a uno solo. A pesar de que estos grupos tienen un mismo objetivo, u objetivos muy similares entre sí, si no coordinan sus intereses, sus demandas serán divididas y no serán tomadas en cuenta como un solo movimiento. Además, si no existe una figura que explote símbolos y que provoque emoción, tanto en Hong Kong como a nivel internacional, es poco probable que la revolución trascienda.
El tercero de los autores, Theda Skocpol, se centra en el papel que cumple el Estado para que una revolución en su contra tenga éxito o no. La capacidad coactiva y la fuerza que este tiene para frenar los intentos revolucionarios es determinante. En este estudio de caso, Hong Kong estaría desafiando a nada más y nada menos que al Gobierno de China. El Gobierno comunista chino tiene una alta capacidad de coacción. Es un gobierno centralizado; es capaz de implementar medidas radicales y eficaces contra la libertad de expresión a pesar de tener más de 9 mil millones de habitantes; y está liderado por un partido que lleva más de 70 años en el poder.
El Gobierno comunista chino tiene una alta capacidad de coacción. Es un gobierno centralizado; es capaz de implementar medidas radicales y eficaces contra la libertad de expresión a pesar de tener más de 9 mil millones de habitantes; y está liderado por un partido que lleva más de 70 años en el poder.
El Gobierno comunista se ha caracterizado por perseguir a cualquiera que pueda atentar contra el régimen. Las medidas coactivas de China contra Hong Kong ya se pueden percibir, pues miembros del ejército chino se desplazan por la frontera bajo una constante amenaza de invasión. Además, Xi Jinping alardea de la brutal naturaleza de su régimen y advierte de fuertes represalias si las personas de Hong Kong no se someten a las leyes.
Skocpol también le da importancia al plano estructural internacional. Hoy en día, vivimos una crisis económica y política mundial debido a la pandemia del COVID-19, lo que puede mitigar la relevancia que los demás países le atribuyen a los disturbios en Hong Kong. También es necesario considerar que apoyar a Hong Kong puede tener como consecuencia la inestabilidad diplomática con China, lo que puede traer costos altos para algunos países.
Vivimos una crisis económica y política mundial debido a la pandemia del COVID-19, lo que puede mitigar la relevancia que los demás países le atribuyen a los disturbios en Hong Kong.
Hong Kong aspira a una libertad que China poco a poco ha ido absorbiendo. Una revolución exitosa en busca de esta libertad será poco probable mientras el Gobierno chino se mantenga firme en su represión contra Hong Kong.
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