Un ego entre el nacionalismo sionista y el árabe: elecciones Israel 2021

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Tener cuatro elecciones generales en poco menos de dos años puede sonar como algo imposible en un sistema democrático funcional. Sin embargo, esta es la situación del Estado de Israel desde 2019.

El 23 de marzo de 2021, el país celebró los cuartos comicios en medio de una crisis institucional debido a la incapacidad del primer ministro, Benjamín Netanyahu, de crear una coalición que le dé una mayoría estable en el Parlamento Nacional. El país ya tuvo un corto Gobierno de coalición entre el partido oficial de derecha y el partido centrista, pero colapsó en menos de un año.

¿Cuáles son las causas de esta crisis política israelí? ¿Existe una manera de solucionarla basada en los nuevos resultados de las elecciones?

El diseño constitucional de Israel

Una de las principales razones de esta crisis política en Israel es su diseño constitucional. El país consta de una ley básica que funge como constitución. Dicha ley determina que el país es una república parlamentaria, por lo que tiene un primer ministro que es el líder del partido con más representantes en el Parlamento Nacional. Dicho cuerpo legislativo se escoge a través de un voto directo contado de manera proporcional, en el que se escogen listas de candidatos por partido. Dichas listas se definen en primarias previas a la elección general, por lo que los partidos no tienen control absoluto sobre estas.

Ahora bien, un sistema de votación proporcional implica que los asientos del Parlamento se distribuyen según el porcentaje de votos que recibe un partido a nivel nacional. Por consiguiente, no es una cuestión de ganar o perder la elección, sino de cuántos asientos se pueden conseguir.

Este tipo de votación tiene como efecto la existencia de varios partidos relevantes en vez de un sistema bipartidista. Históricamente, el sistema de partidos israelí ha sido muy volátil, sobre todo desde los 90. Este país, independiente desde 1948 tras la partición de Palestina por parte de Reino Unido, está compuesto de muchas facciones étnicas y religiosas. Por lo tanto, existen muchos partidos que reflejan la diversidad, incluyendo ultranacionalistas seculares, judíos ultraortodoxos y árabes pro-Palestina.

Así, una constitución que incentiva el multipartidismo en una sociedad altamente dividida genera un Parlamento muy fragmentado entre partidos pequeños. 

El polémico primer ministro Benjamín Netanyahu

En un contexto más actual, el otro factor que contribuye a la crisis es el polémico primer ministro Benjamín Netanyahu. Dicho político ha gobernado el país desde 2009, al ser el líder del partido conservador Likud en una coalición que requiere del apoyo de los partidos ultranacionalistas sionistas y judíos fundamentalistas. Los primeros buscan la pureza judía del país al no querer minorías no judías, mientras que los segundos abogan por imposiciones religiosas desde el Estado por su carácter “de nación judía”.

Dicho Gobierno se mantuvo estable hasta las elecciones de 2019, en las cuales el partido centrista obtuvo suficientes votos para retar el poderío de Likud. No obstante, en ese momento, ninguno de los dos partidos logró crear una coalición, por lo que se convocaron nuevas elecciones.

Los segundos resultados en 2019 fueron aún más fragmentados, por lo que no se logró construir una coalición. No fue sino hasta 2020, en el contexto de la pandemia, que los enemistados partidos Likud y el centrista decidieron crear una coalición de unidad nacional por la crisis sanitaria. Dicho Gobierno duró poco, ya que no se logró un acuerdo respecto al presupuesto nacional.

El colapso del Gobierno

El colapso del Gobierno llevó a las elecciones de 2021. En este proceso de elecciones constantes, Netanyahu se ha mantenido en el poder, pero siempre en calidad de interino. Esto es relevante, sobre todo, porque el jefe de Gobierno está imputado por tres casos de supuesta corrupción. Él ha pedido inmunidad política contra la investigación ante el Parlamento. Sin embargo, este solo puede dársela si un comité especializado en justicia aprueba dicha solicitud.

Dicho comité solo puede conformarse si existe un Parlamento con un Gobierno estable y mayoritario que lo designe. Hasta que no se determine si se le da inmunidad o no, la investigación no puede seguir. Por esto, se puede interpretar esta constante convocatoria a elecciones como una estrategia de Netanyahu tanto para quedarse en el poder como para blindarse de cualquier investigación con tecnicismos legales e institucionales.

Las elecciones de 2021

Las elecciones de 2021 dieron unos resultados poco esperanzadores para la creación de una coalición mayoritaria. El bloque de Netanyahu tiene 52 de 120 asientos, mientras que el diverso bloque anti-Netanyahu consiguió 57. Sin embargo, es el partido de Netanyahu el que obtuvo más votos y, por ende, el derecho a crear un Gobierno. Los partidos no comprometidos son dos: uno ultraderechista enemistado con el primer ministro y uno árabe nacionalista.

Existen varios caminos para una posible coalición. En esencia, Netanyahu necesita ambos partidos para su coalición, mientras que sus opositores necesitan cualquiera de los dos. Sin embargo, el primer ministro solo tiene alta probabilidad de aliarse con los árabes, pues el otro partido es un disidente del mismo Likud.

Sin embargo, incluir a los árabes lo obligaría a negociar el estatus de Palestina, lo cual alienaría a sus aliados tradicionales de ultraderecha. El bloque anti-Netanyahu, por su parte, no tiene un partido con liderazgo claro, por lo que una coalición es difícil.

Además, el incluir a los árabes les da el mismo problema: la obligación de reconocer a Palestina, a lo cual se oponen casi todos los partidos. Finalmente, es poco probable que un bloque de centroizquierdas adopte a un partido ultraderechista solo para sacar a un enemigo en común.

El primer ministro como ganador

Con este contexto de crisis, pareciera que el único ganador es el primer ministro. Esta inestabilidad lo único que permite es que el sistema esté estancado, lo cual previene que avancen las investigaciones en su contra. Si bien como interino no tiene mayores poderes, esto pareciera ser irrelevante: la idea es evadir la ley a toda costa.

El liderazgo nacional aprovecha el sectarismo político incentivado por un sistema proporcional de votación para mantener al sistema sumido en una crisis. Se usan las elecciones para blindar a un líder popular del debido proceso. Así, por el ego de un primer ministro, Israel está entre el nacionalismo sionista y el nacionalismo árabe. 

AVISO IMPORTANTE: El análisis contenido en este artículo es obra exclusiva de su autor. Las aseveraciones realizadas no son necesariamente compartidas ni son la postura oficial de la UFM.

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Luis Carlos Araujo Quintero

Estudiante del Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales. Ferviente creyente de la moderación y del respeto a las reglas justas y correctas. Defensor de la libertad en todas sus dimensiones. 

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