Tres tormentas por Taiwán
Una de las mejores frases que Churchill nos dejó sobre los Balcanes era que producían mucha más historia de lo que podían consumir. La frase nos vino a la mente cuando, en corto tiempo, la Armada Australiana recibió el mejor regalo que pudiera desear: submarinos nucleares.
Los reclamos marítimos
El mapa adjunto merece cercano estudio en este contexto. Los reclamos marítimos por parte de Pekín en el mar meridional (conocidos como la línea de nueve trazos) alcanza unos buenos 2000 kilómetros al sur del continente de donde emana.
Está claro que el posicionamiento de Pekín frente a este gran esfuerzo por apoderarse de tal riqueza contradice las promesas climáticas a las que se ha comprometido
La convención de las Naciones Unidas sobre la ley del mar le concede a China 12 millas náuticas (MMNN) de aguas territoriales, al igual que los demás signatarios. También garantiza 200 MMNN de zona económica exclusiva, garantizando también cualquier formación geográfica que contenga –así como las aguas que rodean tal masa–.
Esto incluye, naturalmente, los derechos exclusivos sobre la explotación de hidrocarburos. Con 100 millones de barriles de petróleo comprobados y hasta 160 mil millones de barriles por descubrir, además de 250 billones de pies cúbicos de gas natural, está claro que el posicionamiento de Pekín frente a este gran esfuerzo por apoderarse de tal riqueza contradice las promesas climáticas a las que se ha comprometido.
Todo esto, habiendo perdido el caso ante la corte de arbitración de la Organización Marítima Internacional (OMI), manteniendo sus reclamaciones in fraganti.
Las islas fabricadas
Así es que por una extraña concatenación de islas –algunas fabricadas enteramente para la ocasión– que la reclamación de Pekín llega hasta nuestra primera tormenta.
Al oeste de la isla filipina de Palawan se encuentran las islas Spratly, protagonistas del caso Filipinas versus China (2013-19), el caso por el cual Manila estableció la legitimidad de su reclamo. En última instancia, tornaba sobre una fina distinción legal: en calidad de Estado archipelágico, las Filipinas y su reclamo recibe prioridad sobre el de un poder continental como China.
La segunda tormenta se centra alrededor del archipiélago de las Paracel, donde nuestro cuento empieza a tomar forma. Entusiastas de los mapas podrán pausar y constatar el Estado del área entre Formosa, la isla que contiene a Taiwán, y las islas de Pratas, un atolón paradisíaco a 170 MMNN sudoeste de Taiwán.
En este primer reclamo –el de Taiwán sobre Pratas, y el de Pekín sobre Taiwán– depende la cadena entera que llega hasta la zona económica exclusiva de Malasia, Vietnam y Brunéi.
Para entender enteramente lo esencial que es Formosa a la proyección naval de Pekín, hay que seguir al este a la tercera tormenta. La situación es similar a la de las Filipinas: una línea mediana entre la zona económica exclusiva de un Estado archipelágico –en este caso, Japón– y el de China. ¡La diferencia es que los pozos petrolíferos ya han sido explotados!
Considerar los cambios a este statu quo –dado el caso de un Taiwán independiente– no podemos dejar de aseverar que las líneas divisorias habría que recalcularlas.
En calidad de isla, su reclamación gozaría del privilegio de Estado archipelágico, ganando en fuerza legal lo que la fuerza bruta de Pekín nunca pudo conseguir: legitimidad internacional.
La ironía de la política de considerar Pekín y Taipéi del mismo país
Notamos de paso la ironía de que la política de considerar a Pekín y Taipéi el mismo país contradice el objetivo de la línea de nueve trazos, pero notamos esto solo para subrayar a ambos bandos de chinos cuánto beneficio se pudiera obtener de una resolución pacífica de estos menesteres.
En calidad de isla, una reclamación de Taiwán gozaría del privilegio de Estado archipelágico, ganando en fuerza legal lo que la fuerza bruta de Pekín nunca pudo conseguir: legitimidad internacional.
Para estar claros, la única forma de que Japón (tal vez) pierda sus islas Senkaku es que Taiwán se independice. Pero ¡lo mismo se pudiera decir para la concatenación de reclamos que llega 2000 kilómetros al sur –la probabilidad de que Taiwán gane un litigio sobre ellas es mucho más alta que la de Pekín, especialmente considerando que Pekín ya perdió–!
El pacto de submarinos nucleares
Volviendo al pacto de submarinos nucleares denominado AUKUS: la posibilidad de que Australia monte armas nucleares en una de esas embarcaciones es suficiente para modificar el cálculo de balance nuclear en la región. En ninguna parte del mundo hay tantas armas nucleares en tanta proximidad.
La posibilidad de que Australia monte armas nucleares en una de esas embarcaciones es suficiente para modificar el cálculo de balance nuclear en la región.
Los detalles son fascinantes –la doctrina de la India se limita a las bombas más grandes, reservando su uso para los escenarios donde se acaba el mundo–. Pakistán por otra parte promete nunca usarlas primero, pero también limita su arsenal a la extensión del territorio de su vecino indio (que incluye la mayoría de China por antonomasia). Corea del Norte –cuyo programa es un hijo proliferado del programa de Pakistán, también bastardo de origen Británico por parte del recientemente fenecido A.Q. Khan– ha desarrollado misiles intercontinentales.
A esta altura, ideas y soluciones radicales como la reunificación de una Corea sin desnuclearizar empiezan a ser tratadas en foros serios.
Pekín también tiene armas nucleares
Pekín también tiene la bomba. Fue recientemente revelado que está expandiendo su arsenal de misiles, lo cual señala que las otras dos patas de la tríada nuclear (submarinos y aviones) también estarán recibiendo atención, presupuesto y cariño. Y claro, también está Rusia, con el arsenal más grande del mundo.
Habiéndose retirado del tratado que prohibía los misiles de alcance intermedio, el continente asiático es una caja de pandora esperando una hecatombe.
Apiádese del pobre ciudadano chino: no ha pedido la tormenta que viene a por él.
La China popular considera inaceptable este statu quo. La única excepción a su rodamiento nuclear está en Asia central (y eso solo porque Kazakstán entregó las suyas al caer la Unión Soviética). El mar al este de China contiene sus ambiciones por la primera y segunda cadena de perlas –islas que se alinean, variopintamente, con Francia, EE. UU., Australia, Reino Unido o Nueva Zelanda–. Al sur, el estrecho de Malacca –fortuna de Singapur– controla el flujo petrolífero hacia la china continental. Desde allá se le puede apagar la luz a China, por la fuerza si hace falta.
¿Como puede el Partido Comunista disolver la tensión?
¿Como puede el Partido Comunista disolver la tensión? Salir de Xi Jinping compraría mucho tiempo, pero el líder supremo parece haberse endiosado por encima de cualquier amenaza –o así reportan los mejores kremlinólogos–.
Lo preocupante es que Stanistan no saciará el hambre expansionista de Pekín por mucho tiempo.
La verdadera solución es que Taiwán declare su independencia. Puede que se requiera alguna creatividad, como expulsar a Taiwán de la China popular como hizo Malasia con Singapur. Pero lo preocupante es que Stanistan no saciará el hambre expansionista de Pekín por mucho tiempo.
Ni tampoco China se permitirá ser canalizada de tal forma, por más productivo que sea. El orgullo es el padre de los pecados, y los comunistas parecen ser incapaces de recibir una humillación por la causa, sin destrozarlo todo.
Apiádese del pobre ciudadano chino: no ha pedido la tormenta que viene a por él.
AVISO IMPORTANTE: El análisis contenido en este artículo es obra exclusiva de su autor. Las aseveraciones realizadas no son necesariamente compartidas ni son la postura oficial de la UFM.