Una propuesta para el liberalismo centroamericano: el papel de la racionalidad en los mercados políticos democráticos
Actualmente, el mercado político centroamericano es testigo de parlamentos con una escasa participación de partidos que se adhieren al liberalismo. Esto se debe a una comprensión limitada de la teoría liberal, lo que ha dado lugar a que entren en escena líderes autoritarios, como Xiomara Castro, Daniel Ortega, Giammattei o Bukele.
Los liberales suelen enfocarse en la eficiencia material y a veces concluyen apresuradamente que el resto de la población piensa de la misma manera. Esto se debe a la tradición economicista de la corriente liberal y al supuesto de la «racionalidad completa» de los individuos, también conocido como homo economicus.
Los liberales suelen enfocarse en la eficiencia material y a veces concluyen apresuradamente que el resto de la población piensa de la misma manera.
Realmente se trata de un problema ya resuelto en 1947 por Herbert Simon, de la escuela de Chicago, quien sostuvo que la racionalidad es limitada, debido a que:
- la información adquirida también es limitada, pues a menudo se obtiene de una manera incompleta o incorrecta;
- los seres humanos tenemos naturalmente defectos cognitivos y de procesamiento neuronal.
Este descubrimiento valió a su autor el Premio Nobel en 1978 y coincide con las conclusiones de Ludwig von Mises, en su obra de 1949, La acción humana, esta vez mediante el método praxeológico. Sin embargo, este hallazgo no ha sido correctamente trasladado a la lógica del liberalismo en el mercado político regional y menos aún a la oferta política centroamericana.
El error del romanticismo racionalista
En la práctica, la política y el mercado político no se rigen en términos de eficiencia en la aplicación de sus políticas. Al contrario: estos mercados se rigen por incentivos como la probabilidad o apoyo para la obtención del poder, o en un sistema democrático por la probabilidad de reelección, de acuerdo con Buchanan y Tullock. A su vez, los consumidores del mercado político, es decir, los votantes, poseen experiencias de vida irrepetibles que producen resultados diferentes, al votar además guiados por una racionalidad limitada.
Los consumidores del mercado político, es decir, los votantes, poseen experiencias de vida irrepetibles que producen resultados diferentes, al votar además guiados por una racionalidad limitada.
He aquí que muchos partidos liberales incurren en un grave error al ofrecer soluciones económicamente eficientes, pero que la mayoría de la sociedad, debido a su racional ignorancia, no es capaz de procesar y considera que no responden a sus intereses directos. En ocasiones, los políticos liberales incluso pasan por alto preceptos tan simples como la pirámide de necesidades de Maslow y su orden de prioridad, comprobadamente útil en la aplicación de políticas públicas.
Según el teorema de la imposibilidad de Arrow, es imposible satisfacer las voluntades de todos los ciudadanos. No obstante, es necesario participar en el mercado político, para persuadirlos de que los poderes fácticos ejerzan la menor coerción posible desde el Gobierno, según apuntó Hayek en 1960. En este sentido, surge esta pregunta: ¿cómo puede un partido liberal aumentar la demanda de sus propuestas y, al mismo tiempo, mantener la coherencia ideológica?
Según el teorema de la imposibilidad de Arrow, es imposible satisfacer las voluntades de todos los ciudadanos.
Una guía para una oferta política liberal competitiva
En primer lugar, el liberalismo debe abandonar su fijación por políticas económicas eficientes que carecen del apoyo popular. De lo contrario, se estarían implementando medidas en contra de la voluntad de los ciudadanos. Es necesario establecer una complementariedad entre un buen Gobierno y el mantenimiento del apoyo social.
Posteriormente, es importante que el liberalismo comprenda los intereses y las demandas del mercado político. Teorías como public choice demuestran que categorizar la sociedad y ubicar los grupos de presión permite articular planes políticos, entendiendo que las necesidades de estos si no son más legítimas, son más estratégicas. ¿Preocupación por el medioambiente? Pues el ambientalismo de mercado puede ser una solución.
Es necesario establecer una complementariedad entre un buen Gobierno y el mantenimiento del apoyo social.
Una vez en el gobierno, es fundamental mantener el prestigio adquirido durante la campaña electoral. En los primeros años, es recomendable no aplicar reformas estructurales de inmediato, sino obtener el apoyo de los votantes mediante metas de estabilidad:
- Fortalecer la división de poderes y el Estado de derecho.
- Congelar la política fiscal (gastos, subsidios, impuestos).
- Minimizar la burocracia y la corrupción.
- Reforzar el derecho de propiedad y la institucionalidad.
- Aplicar la justicia para detener la impunidad.
- Mantener una comunicación pública impecable y unas relaciones sólidas con la comunidad internacional.
- Consultar todos los planes de gobierno y garantizar que incluyan propuestas sociales.
- Concentrarse en políticas locales y de infraestructura.
Un modelo exitoso y un renacer centroamericano
Existen ejemplos exitosos como el Partido Liberal de Australia, con amplia experiencia en el gobierno. Cuando un partido liberal se consolida en el poder y logra la simpatía popular por dos mandatos, es señal de prestigio.
Los ciudadanos confían en las políticas, conocen perfectamente la gestión gubernamental y se han consultado las líneas rojas durante los años anteriores. Es el momento de aplicar reformas estructurales de libre mercado, federalizar y descentralizar el poder público e incluso generar una cultura de respeto al proyecto de vida del prójimo.
Es el momento de aplicar reformas estructurales de libre mercado, federalizar y descentralizar el poder público e incluso generar una cultura de respeto al proyecto de vida del prójimo.
En términos generales, el liberalismo político centroamericano debe reformular y proponer gobiernos que sean centros de cooperación para ir descomponiendo las prácticas coercitivas en prácticas federativas y voluntarias. Debe innovar y dejar de pensar solo en términos de eficiencia económica, para comenzar a incluir al resto de la sociedad en la planificación pública: liberando se podrá incluir y transformar la coerción en voluntad o, por el contrario, en servidumbre humana colectiva.
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