Burocracia y sector privado en el futuro de la exploración espacial
El interés por el espacio en la sociedad ha renacido en los últimos años gracias al impacto mediático que ha generado SpaceX y la fuerte imagen pública de Elon Musk, su fundador. En las últimas semanas, esto se ha potenciado aún más, principalmente porque Estados Unidos y la NASA, con el apoyo de SpaceX, han vuelto a enviar humanos al espacio desde la Tierra tras casi una década necesitando los cohetes rusos para llevar a sus astronautas a la Estación Espacial Internacional (EEI). Gracias al nuevo interés generado en los medios y los gobiernos, más dinero de los presupuestos se está destinando a la exploración e investigación espacial. Pero, desde el momento en que se invierten recursos del Estado en este o cualquier otro tema, aparece un fenómeno constante en la política: la burocracia.
Por más que el espacio parezca tan lejano, constantemente se están enviando satélites, cohetes, sondas, etc., para conocer más sobre el universo. Esto no es gratis, requiere de organismos y financiamiento que, a su vez, crean el fenómeno de la burocracia dentro de su constante búsqueda de crecimiento. Ejemplos de ello se pueden ver en las agencias espaciales como la NASA, en organizaciones como la Oficina de Asuntos del Espacio Ultraterrestre y en documentos derivadas de estas como el Tratado sobre el Espacio Ultraterrestre. Este último tiene el propósito de limitar el actuar de los Estados y el sector privado en el espacio.
Por más que el espacio parezca tan lejano, constantemente se están enviando satélites, cohetes, sondas, etc., para conocer más sobre el universo. Esto no es gratis, requiere de organismos y financiamiento que, a su vez, crean el fenómeno de la burocracia dentro de su constante búsqueda de crecimiento.
Durante el gobierno de Donald Trump, a pesar del interés, se ha limitado el crecimiento de la burocracia para el espacio mediante el uso de la iniciativa privada, que ahora hace los cohetes que la NASA arrienda para su uso. Esto ha permitido que solo haya un ligero aumento en el presupuesto de esta organización en los últimos años. Por otro lado, la creación del Comando Espacial de EE. UU. constituye un aumento de recursos . A pesar de ello, este Comando tiene un significado fundamentalmente político, ya que muestra que el espacio también es un terreno que sirve para demostrar poder, más aún teniendo en cuenta que se había descuidado y dejado superar en los últimos años por otras agencias.
Durante el gobierno de Donald Trump, a pesar del interés, se ha limitado el crecimiento de la burocracia para el espacio mediante el uso de la iniciativa privada, que ahora hace los cohetes que la NASA arrienda para su uso.
Las agencias espaciales han tenido históricamente el monopolio de los viajes espaciales. EE. UU. era el principal promotor de esta industria hasta hace unos años, aunque ahora existe competencia por parte de agencias en Europa, Rusia, China, Japón, Francia e Israel, entre otras. Estos países han tenido a su cargo los últimos intentos de la exploración espacial. A pesar de ello, lo más relevante para el futuro del espacio viene del lado del sector privado, principalmente de Estados Unidos. Aparte de SpaceX, que es la más conocida y la que mayor impacto mediático tiene, existen otras iniciativas privadas enfocadas en proveer servicios a la NASA y en aportar al futuro del turismo espacial. Algunas de estas empresas privadas son, por ejemplo, Boeing y Virgin. Ambas están invirtiendo en la creación de cohetes más eficientes en costos con el objetivo de hacerlos más accesibles.
Las agencias espaciales han tenido históricamente el monopolio de los viajes espaciales. EE. UU. era el principal promotor de esta industria hasta hace unos años, aunque ahora existe competencia por parte de agencias en Europa, Rusia, China, Japón, Francia e Israel, entre otras. Estos países han tenido a su cargo los últimos intentos de la exploración espacial. A pesar de ello, lo más relevante para el futuro del espacio viene del lado del sector privado, principalmente de Estados Unidos.
Antes de que los empresarios privados entrasen al sector, este era exclusivo de los Estados y existía un monopolio de viajes espaciales de Rusia desde hace casi una década. Su cohete, el Soyuz, es efectivo; pero mucho más caro y menos eficiente que los que se están haciendo actualmente en el sector privado. Al existir competencia, Rusia se ve obligada a modernizar los procesos y bajar los costos para seguir siendo competitiva. Por los cambios que puede provocar en las agencias espaciales y los Estados, el rol del sector privado será sumamente importante en los próximos años. Aun así, no es seguro que la iniciativa privada sea el único futuro de los viajes espaciales. Los programas espaciales de los Estados siguen siendo la fuente principal de los viajes a la EII y demás exploración del Sistema Solar. Además, el programa Artemisa de la NASA volverá a poner humanos en la Luna en el 2024, pero con un mínimo apoyo de la empresa privada. Mientras más se acerque la fecha, más recursos se van a invertir y más burocracia se va a crear.
En conclusión, el crecimiento del interés por el espacio está dictado en gran parte por lo que el Estado gasta en su exploración. Son la principal fuente de recursos de los viajes y con el próximo aumento de recursos seguramente aparezca más burocracia para poder obtener más recursos y beneficios. La entrada del sector privado está siendo, últimamente, una limitante al crecimiento burocrático e influye en el crecimiento de la competencia en el mercado de cohetes, creando opciones fuera de los programas espaciales estatales. Sin embargo, siguen teniendo restricciones en la forma en la que pueden usar sus cohetes fuera de la actividad que los Estados permiten. Esto no quita que en un futuro esto pueda cambiar y se pueda ver más investigación privada o turismo espacial. Estos serán unos años muy interesantes para ver cómo se desarrollará el futuro de la exploración espacial, algo que parece tan lejano puede estar cada vez más cerca.
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