El impacto de las elecciones en Costa Rica sobre la emproblemada SICA
En una publicación anterior, se analizó el lento desliz autoritario de los Estados centroamericanos en el nuevo milenio. Se aseveró que Costa Rica era la gran excepción de la región por su historia democrática desde finales de los cuarenta. Las elecciones de 2022 podrían marcar un cambio de ruta, aunque sería irresponsable decir que esto va a pasar necesariamente considerando la institucionalidad democrática fuerte del país. El economista Rodrigo Chaves fue electo en segunda vuelta.
Para muchos analistas, él es un outsider que podría revolucionar la política en el país más desarrollado de Centroamérica. Sin embargo, se enfrentará a un ambiente centroamericano adverso en muchos frentes. ¿Qué tendencias dominan la gobernanza de una región con una tendencia al autoritarismo?
Nuevos liderazgos en Centroamérica
Si bien su perfil académico podría invitar a pensar que sus políticas serían tecnocráticas y pragmáticas, la campaña del impredecible presidente electo costarricense Chaves parece vaticinar una administración diferente. Este personaje logró llegar a la presidencia con un partido recién creado que no figuraba entre los primeros lugares al inicio de la campaña. Su bandera política es la lucha contra la corrupción, especialmente la de los partidos tradicionales. Aunque el bipartidismo terminó hace unos 20 años, la victoria de este candidato se considera un fuerte golpe a los políticos establecidos. Pero su programa de gobierno es poco claro.
En primer lugar, prometió mejoras económicas para los pobres a través de varios decretos presidenciales para regular productos esenciales. Asimismo, prometió mandar un embajador a Nicaragua, abandonando así la política costarricense de rechazo a la dictadura nicaragüense. Finalmente, pactó una alianza con grupos evangélicos para eliminar la ideología de género en las escuelas, política típica de populistas de derecha en la región.
Otro país que dio un brusco giro político fue Honduras. Pese a estarse gestando una dictadura derechista relacionada al narcotráfico y a grupos neopentecostales, las elecciones dieron por ganadora a la opositora Xiomara Castro de Zelaya. Ella es la líder del partido chavista de Honduras, el mismo que fue derrocado en el golpe de Estado contra su marido hace 13 años y llevó a la dictadura suave del Partido Nacional. Su ascensión al poder se vio afectada justamente por esta formación política que logró dividir al Congreso al punto de tener dos juntas directivas que presidían sobre su propia mitad de la entidad. En esencia, Honduras tuvo dos Congresos paralelamente compitiendo por el poder. Esto debilitó fuertemente a la presidencia entrante.
La influencia de las grandes potencias también desgarra Centroamérica
Este cambio de liderazgos también trajo consigo una reorganización de la influencia de las grandes potencias en la región. Si bien es demasiado temprano para asegurar esto, la futura presidencia de un Chaves populista en Costa Rica podría ganarle un nuevo antagonista a los Estados Unidos en la región. Es más, en 2022 la aliada más cercana a los Estados Unidos es la socialista Xiomara Castro. Irónicamente, una administración izquierdista radical es ahora la única aliada americana fuerte.
Esto se debió sobre todo por el conflicto con Guatemala. Este país, cuya democracia está siendo vulnerada por diversas fallas institucionales según el Índice de democracia, ha sido el escenario de sendos escándalos de supuesta corrupción. Estos han llevado a conflictos políticos y varias crisis para tres administraciones conservadoras —Pérez Molina, Morales y Giammattei— y la izquierdista de Colom. Estados Unidos ha decido amonestar diplomáticamente a Guatemala al acusar al país de atentar contra la independencia judicial. En este contexto, la potencia hegemónica del norte ha reducido su cooperación con Guatemala para enfocarse en Honduras. Pese a este cambio estadounidense, el enemigo principal de la región sigue siendo el mismo: Nicaragua.
Irónicamente, una administración izquierdista radical es ahora la única aliada americana fuerte.
Por ejemplo, un evento que unió a la mayoría del mundo libre en torno a una causa terminó separando diplomáticamente a Centroamérica. Este suceso es la invasión rusa de Ucrania en febrero de 2022. Aunque 141 países del mundo votaron por condenar a Rusia en la Asamblea General de las Naciones Unidas, el istmo centroamericano no pudo dar una respuesta conjunta a la crisis. Si bien nadie votó en contra, hubo dos abstenciones: El Salvador y Nicaragua.
Ambos países tienen regímenes cuyo mayor chivo expiatorio es el imperialismo estadounidense. La oposición salvadoreña es algo nuevo en el plano internacional y se debe al antagonismo del presidente Bukele contra los Estados Unidos. Alegaciones de corrupción y de hacer pactos con las maras que parecen estar fallando ante el repunte de violencia son los puntos de enemistad con Estados Unidos.
Sin embargo, Nicaragua siempre ha sido la mayor oposición a la presencia americana en la región. Los Estados Unidos financiaron una guerrilla llamada los Contras para derrocar al Gobierno comunista de Ortega en los setenta. Esto se debe a que su ideología lo hace un aliado natural para cooperar con Rusia en su influencia en Centroamérica y el Caribe. Al día de hoy, aún existe una fuerte cooperación militar.
Conflictos internos directos entre los miembros: egos autoritarios
Aunado a la influencia extranjera, los países miembros tienen fuertes conflictos intrarregionales. En el artículo anterior, se concluye argumentando que el Sistema de Integración Centroamericano —SICA— tenía un futuro incierto al ser un organismo internacional con vocación democrática que intentaba integrar países con fuertes tendencias al autoritarismo.
Estas predicciones parecen estar materializándose. Debido al conflicto entre los Estados centroamericanos, el SICA no pudo renovar su secretaría general en 2021. Esta es la máxima autoridad del organismo internacional. Se escoge cada cuatro años y se escoge de entre una terna de tres personas propuesta por un miembro. Este poder es rotativo, por lo que cada cuatro años un nuevo país propone la terna. En 2021, este derecho le correspondía a Nicaragua.
Su terna fue rechazada por los demás en julio de ese año, pero se permitió que propusieran una nueva. La inflexibilidad de Nicaragua de cambiar la terna generó un boicot a la elección que se realizaría en diciembre. Así, la elección no se llevó a cabo y el SICA se quedó sin secretario general. Este movimiento fue liderado por El Salvador de la mano de su dictador en formación, Bukele.
La rivalidad entre Nicaragua y El Salvador está llegando a niveles peligrosos. En febrero de 2022, Nicaragua acusó a las fuerzas salvadoreñas de invadir sus aguas territoriales en el golfo de Fonseca. Si bien este conflicto no escaló a un conflicto militar, sí supuso la movilización de tropas. Esto se dio en el contexto de un acuerdo entre Ortega y la administración anterior de Honduras, con la cual se le aseguró una salida directa al mar a Honduras.
Esto es un conflicto geopolítico latente en la región que tiene antecedentes bélicos, pues El Salvador se opone a permitirle dicha salida marítima libre a Honduras. De hecho, una guerra entre El Salvador y Honduras en 1969, la guerra del fútbol, llevó al fracaso de la integración centroamericana nacida en los 1940-50 parcialmente por este interés. En 2022, dos dictadores centroamericanos amenazan con chocar sobre este golfo y terminar una integración regional que ya está legalmente paralizada.
Es preciso recordar que la pax democrática indica que la probabilidad de ir a la guerra entre los países aumenta en la medida que uno o ambos se vuelven más autoritarios.
¿Una región unida por el comercio?
La situación de Centroamérica y su proyecto de integración son críticos. Este artículo no pretende predecir si habrá una guerra por el golfo de Fonseca o si el SICA dejará de funcionar. El propósito de este es describir el desarrollo de un fuerte antagonismo entre la membresía de este órgano internacional. En al artículo pasado, se hablaba sobre policentrismo fallido en la región debido a su autoritarismo renaciente. Los nuevos conflictos descritos generan una dinámica de problema del agente-principal. En esencia, los países miembros en los 90, los principales, tenían un mismo objetivo: la democratización. Así, el SICA, entendido aquí como su agente, trabajaba hacia ese fin. La ola de regresión autoritaria en la región ha creado un fuerte antagonismo contra Nicaragua. Esto amenaza con derrumbar la integración centroamericana como se conoce.
La ola de regresión autoritaria en la región ha creado un fuerte antagonismo contra Nicaragua. Esto amenaza con derrumbar la integración centroamericana como se conoce.
La integración económica en la región tiene muchos hitos, como la creación de legislación regional que regula el comercio intrarregional y con el resto del mundo. Esta siempre ha tenido un trato diferenciado y preferencial con Nicaragua, aduciendo fuertes asimetrías económicas. Sin embargo, es esencial reconocer que este trato también se otorgaba al país para darle continuidad geográfica al mercado común; en esencia, se quería garantizar un puente entre el Triángulo Norte Centroamericano —Guatemala, Honduras y El Salvador— y Costa Rica y Panamá al sur.
En 2022, Nicaragua amenaza con retirarse del SICA ante un boicot diplomático y una amenaza militar salvadoreña, no en nombre de la democracia, sino debido al ego de un dictador en potencia contra un dictador establecido. Costa Rica parece encaminada a un régimen populista que no parece comprometido con la exclusión de Nicaragua, pero sí con un nacionalismo económico.
Así, el destino de Centroamérica parece estar en manos de una dictadura necesaria para la unión geográfica del SICA y una dictadura naciente con ambiciones regionales claras.
Por su parte, Honduras y Guatemala dejan de lado el liderazgo regional por crisis políticas internas y por tener más interés en conseguir el favor de Estados Unidos en una región cada vez más incierta. Así, el destino de Centroamérica parece estar en manos de una dictadura necesaria para la unión geográfica del SICA y una dictadura naciente con ambiciones regionales claras.
Así, dos principales están luchando por el control del agente para avanzar sus intereses, poniendo en riesgo el éxito económico que ha tenido la integración centroamericana.
AVISO IMPORTANTE: El análisis contenido en este artículo es obra exclusiva de su autor. Las aseveraciones realizadas no son necesariamente compartidas ni son la postura oficial de la UFM.