El imperio que internaliza: elecciones en Níger y República Centroafricana 2020-2021

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En un mundo donde la democracia se ha vuelto el fin político absoluto, África, en gran medida, se quedó atrás. La vasta mayoría de regímenes africanos son autoritarismos. Las explicaciones para esta situación son muchas, desde la falta de instituciones debido al colonialismo europeo hasta el carácter tribal propio de la política africana. Sin embargo, un África autoritaria es un hecho. No obstante, no todos los autoritarismos son iguales y sus diferencias son relevantes, sobre todo, considerando que en muchos de estos países tienen elecciones en apariencia democráticas. 

Un caso relativamente esperanzador es el de Níger. Este país se encuentra en el oeste de África, específicamente en el área cultural del Sahel. Además, este es extremadamente seco y se caracteriza por sus grupos nómadas musulmanes. Desde su independencia en 1960, Níger ha sido un autoritarismo basado en el poder del Ejército. Los primeros treinta años de vida independiente fueron dominados por dictadores militares que se sucedían en golpes de Estado. En los 90, el Ejército permitió la democratización del país. Sin embargo, cada vez que el Gobierno electo enfrentaba una grave crisis, el Ejército lo deponía y gobernaba temporalmente hasta celebrar nuevas elecciones democráticas. A pesar de ello, las elecciones de 2020-2021 son un posible cambio político. Por primera vez un Gobierno electo democráticamente podría ser sucedido por otro sin intervención militar. Los resultados del 21 de febrero apuntan a la victoria del partido oficialista. No obstante, la capital enfrenta masivas y violentas protestas lideradas por la oposición contra los resultados, alegando fraude. 

Como caso desesperanzador para la democracia de este continente se tiene a la República Centroafricana. Este país se encuentra en la frontera cultural entre el Sahel y el África negra. Su política, sin embargo, había sido ajena a esta división cultural hasta la década de 2010. Desde su independencia, el sistema político se basaba en fuertes personalismos que creaban dictaduras para ser derrocadas por otro caudillo; uno de ellos hasta se declaró emperador en los 70. En la última década, las diferencias culturales llevaron a una guerra civil. Un grupo de musulmanes, propios del Sahel centroafricano, tomó el poder político. Como reacción, la amplia mayoría cristiana se organizó en guerrillas contra los nuevos dirigentes. Es preciso resaltar que ninguno de los grupos quiere un Gobierno religioso, sino que su tribu gobierne. Las elecciones de 2020-2021 se dieron en un contexto de caos, pues dos tercios del país no votaron por la guerra. De esta forma, el presidente titular ganó las elecciones en primera vuelta con más de la mitad de los votos, pero con poco más del 35 % del electorado. Es más, solo la Corte Suprema legitimó su victoria hasta enero. Así, un presidente ilegítimo sigue tratando de organizar elecciones en febrero en un país tomado por las armas. 

Estos dos casos parecen extremos de la realidad política africana. Sin embargo, tienen un común denominador: el rol interventor de Francia, su otrora potencia colonial. La mayoría de colonias francesas en África se independizaron bajo el “Pacto Colonial”. Este tratado de 1960 asegura la independencia a cambio de ciertos poderes especiales reservados a Francia. Estos incluyen el control de las economías nacionales a través de una moneda internacional única para las colonias ligada a la moneda francesa, la retención de hasta el 85 % de las reservas bancarias de cada país en el banco central francés, el derecho sobre los recursos naturales antes que cualquier otro país y el derecho unilateral de intervenir militarmente en los países. En esencia, esta es una independencia concedida antes que deseada. De cualquier manera, Francia mantiene ciertos privilegios coloniales sin ser potencias coloniales de hecho. Gobierne quien gobierne, debe ser con la aprobación de París. 

No obstante, esta intervención no es igual en ambos países. Por ejemplo, el caso nigerino implica una intervención militar francesa directa. De hecho, se tiene una operación militar internacional coordinada con cinco excolonias para luchar contra el terrorismo islamista internacional. Níger es la gran fortaleza, pues es el único país estable en la región, pese a ataques terroristas de sus vecinos. La República Centroafricana, por su parte, es un conflicto en su mayoría interno. Las divisiones tribales, legitimadas a través de la religión, están destrozando al país. Sin embargo, Francia no interviene con su propio ejército. Pese a esto, sí lidera una operación de las Naciones Unidas con la cooperación de otros países. Considerando esto, ¿qué explica la intervención francesa en África y sus diferencias? 

El colonialismo francés y su continuación bajo el pacto se pueden entender desde la perspectiva del bandido estacionario. Esta teoría asegura que los Gobiernos surgen como un método de explotación de recursos, pues unos individuos poderosos dominan a los demás y los defienden para extraer recursos de ellos. Esta teoría explica las razones económicas del colonialismo perfectamente: Francia crea y defiende colonias para conseguir recursos valiosos, como el uranio nigerino y los diamantes centroafricanos. Sin embargo, ¿por qué sus intervenciones son diferentes en cada país? La teoría de las externalidades puede explicar esto. Una externalidad es un efecto no intencionado de una acción, el cual puede ser beneficioso o negativo. Para prevenir las externalidades negativas, alguien con suficiente poder puede internalizarlas, es decir, asumir sus costos. La intervención en Níger se puede explicar así: el colapso de los Estados del Sahel implica graves externalidades para Europa (migraciones masivas y tráfico de armas). Por consiguiente, Francia internaliza estas externalidades de la inestabilidad política al intervenir con su ejército. En el caso centroafricano, las externalidades del colapso político no afectan tanto a Francia por la lejanía de este país. En consecuencia, Francia interviene de manera más leve. Por lo tanto, más allá de ser un simple colonialismo económico, el colonialismo francés busca internalizar posibles externalidades del colapso de algunos Estados africanos. 

AVISO IMPORTANTE: El análisis contenido en este artículo es obra exclusiva de su autor. Las aseveraciones realizadas no son necesariamente compartidas ni son la postura oficial de la UFM.

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Luis Carlos Araujo Quintero

Estudiante del Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales. Ferviente creyente de la moderación y del respeto a las reglas justas y correctas. Defensor de la libertad en todas sus dimensiones. 

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