Pablo Andres Rosal / / 18 de octubre del 2022

¿Por qué caen o surgen las democracias?

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Es innegable que el mundo está experimentando una oleada de autoritarismo. Esto era impensable hace unos años cuando estábamos presenciando la tercera ola de democracia. Para muchos, lo que vivimos era inimaginable: ¿por qué querríamos retornar a regímenes autoritarios? O, al menos, ¿por qué aceptaríamos líderes con tendencias autoritarias que erosionen nuestras instituciones democráticas? Los conflictos armados y las dictaduras siguen presentes en las mentes de muchos latinoamericanos, pero, al mismo tiempo, figuras como Bukele han logrado obtener muchísimo apoyo.

¿Cómo podemos explicar estos fenómenos?

La retrodicción

Uno de los objetivos de la ciencia política es la retrodicción —retrodiction—. Consiste en analizar el pasado para crear explicaciones y teorías plausibles que nos permitan interpretar el presente. Los politólogos no buscamos establecer predicciones o profecías, como sucede mucho en otras ciencias sociales. Intentamos, en lo posible, tener las herramientas y el conocimiento para digerir lo que acontece ante nuestros ojos.

En esta ocasión, quisiera abordar la teoría propuesta por Mainwaring y Pérez-Liñán. Esta presenta cuáles variables explican las transiciones de régimen en América Latina —autoritarismo a democracia o viceversa—. Ellos explican que los cambios de régimen suceden cuando la mayoría de los actores relevantes forman una coalición y se oponen al régimen actual. Las tres variables que explican por qué deciden oponerse son las siguientes: preferencias normativas, preferencias de política pública y contexto internacional.

Los cambios de régimen suceden cuando la mayoría de los actores relevantes forman una coalición y se oponen al régimen actual.

Las preferencias de política pública

Las preferencias de política pública consisten en aquellas políticas que los actores quisieran que el Gobierno adoptase. Típicamente, los gremios empresariales buscan que se proteja su propiedad y bajos impuestos. Otros sectores de la población pueden exigir lo contrario: impuestos más altos y políticas redistributivas. Las Iglesias pueden buscar ciertas protecciones de los Gobiernos. Así podríamos enumerar muchos ejemplos.

Algunos actores dejan de apoyar las dictaduras o las democracias cuando estas no tienen políticas públicas que les gusten. Si, por ejemplo, el presidente es incapaz de preservar cierto grado de orden y estabilidad, facciones dentro de las fuerzas armadas pueden conspirar en contra de su mandato y establecer un régimen militar. Asimismo, muchas personas pueden dejar de apoyar la dictadura si esta fracasa en su manejo de la economía.

En algunos casos, cuando los actores son sumamente radicales pueden contribuir al quiebre de su democracia. Como en los sistemas democráticos es necesario dialogar y negociar, los cambios suelen suceder de manera progresiva y toman mucho tiempo. Para algunos, esto es inaceptable y se debe adoptar un programa con cambios rápidos y fuertes. Este es el caso de Allende en Chile, quien adoptó políticas muy radicales en muy poco tiempo, generando una fuerte reacción en contra de su Gobierno hasta culminar en el golpe de Estado de Pinochet. Los radicales no son buenos para la democracia. 

En algunos casos, cuando los actores son sumamente radicales pueden contribuir al quiebre de su democracia.

Las preferencias normativas

Las preferencias normativas nos indican cuáles son los procesos políticos que les parecen más adecuados y legítimos a las élites. En ciertos contextos históricos, muchas personas prefieren las dictaduras. Las consideran capaces de mantener el orden y realizar obras públicas sin tener que incurrir en los problemas de la negociación inherentes en las democracias. Otros las prefirieron porque las ven como una mejor solución ante la amenaza del comunismo o porque son la herramienta necesaria para implementar el socialismo. 

Sin embargo, también hay actores que prefieren las democracias porque los procesos políticos son manejados por representantes de la población. Además, consideran que son mejores para proteger los derechos individuales de las personas.

Cuando los actores tienen fuertes preferencias normativas, defienden un tipo de régimen incluso si no provee las políticas públicas que quisieran. Algunos empresarios, por ejemplo, podrían querer impuestos más bajos y menos regulaciones, pero reconocen la legitimidad de estas políticas por el simple hecho de que se implementaron en un proceso democrático. En otros casos, los empresarios sí optaron por apoyar regímenes autoritarios por el miedo hacia las guerrillas y el deseo de mayor estabilidad. Claramente, las preferencias normativas varían con el lugar y el tiempo.

Cuando los actores tienen fuertes preferencias normativas, defienden un tipo de régimen incluso si no provee las políticas públicas que quisieran.

El contexto internacional

Un factor clave que determina si los actores se opondrán al régimen e intentarán hacerlo caer es si recibirán el apoyo de actores internacionales. Durante la Guerra Fría, los más relevantes fueron la Unión Soviética y Estados Unidos. 

En ciertos momentos, EE. UU. apoyó a regímenes autoritarios porque necesitaban contener a los movimientos comunistas. Sin embargo, en otros momentos optó por apoyar a movimientos democráticos e impuso restricciones a aquellas dictaduras que cometían demasiados abusos. Una coalición antidemocrática probablemente se abstendrá de emprender un golpe de Estado si no cuenta con el apoyo de nuestro vecino norteamericano o de los recursos de la URSS —que ya no existe—.

¿Por qué esta teoría es relevante?

Es aquí donde la retrodicción nos permite interpretar mejor lo que sucede en el presente. Si aplicamos la teoría de Mainwaring y Pérez-Liñán a nuestro contexto, entenderemos por qué Guatemala se encuentra en riesgo de perder su democracia.

Utilicemos el caso de El Salvador para ejemplificar. Podríamos decir que las preferencias normativas de muchos salvadoreños cambiaron durante el siglo XXI porque se decepcionaron con los resultados de la democracia. Todavía persiste la pobreza, la inseguridad estaba fuera de control y la corrupción podría el sistema. Por tanto, muchos salvadoreños se volvieron indispuestos a defender sus instituciones democráticas.

En este contexto donde las preferencias normativas han dejado de apoyar el régimen democrático, Bukele entra en escena. Este personaje populista ha respondido exitosamente a las preferencias de política pública de muchos —aunque sean nocivas a largo plazo—. Adicionalmente, se encuentra en un contexto internacional donde EE. UU. está debilitado, el autoritarismo global se encuentra en aumento y China obtiene mayor relevancia. No debe extrañarnos, entonces, que una dictadura esté surgiendo en nuestro país vecino.

Este personaje populista ha respondido exitosamente a las preferencias de política pública de muchos —aunque sean nocivas a largo plazo—.

Guatemala se encuentra en una situación similar. Amplios sectores de la población están desilusionados con el régimen democrático y no están dispuestos a oponerse a las dinámicas autoritarias que han caracterizado a la administración de Giammattei. Cosas como el mal estado de las carreteras y los constantes bloqueos por organizaciones como CODECA y los veteranos militares frustran a muchos.

Parece ser inevitable que muchos empiecen a añorar la mano dura de un dictador. El contexto internacional, especialmente con el éxito de Bukele, solo acelera este proceso de decaimiento. ¿Surgirán líderes guatemaltecos creyentes en la democracia liberal que sean capaces de salvarla? Solo el tiempo lo dirá. 

AVISO IMPORTANTE: El análisis contenido en este artículo es obra exclusiva de su autor. Las aseveraciones realizadas no son necesariamente compartidas ni son la postura oficial de la UFM.

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Pablo Andres Rosal

Estudiante de Ciencia Política con una especialización en Políticas Públicas del Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales de la UFM. Apasionado por la cultura, la economía y la religión, y cómo afectan al desarrollo de un país.

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