Crónica de una muerte anunciada: el complicado nudo de la gobernabilidad en Italia
A tres semanas de la conclusión del proceso electoral en Italia, la victoria de la derecha parece no haber traído la estabilidad que muchos analistas internacionales esperaban. La mayoría —que en teoría parecía lo suficientemente sólida para formar un Gobierno sin complicaciones— estaría teniendo dificultades para materializarse, por lo menos, en un Gobierno que aspirase a durar más de media legislatura.
La rocambolesca caída del Gobierno de unidad nacional presidido por Mario Draghi, reputadísimo técnico y expresidente del Banco Central Europeo, dejó igual de anonadados a los expertos. Después de todo, no hay que olvidar que la caída provocó las elecciones anticipadas recién concluidas. Estas habían sido programadas por primera vez en otoño sin siquiera haber aprobado la ley presupuestaria del año venidero.
Antecedentes de la situación política italiana
Por ello, consideramos necesario hacer un repaso por la trayectoria, antecedentes y accionar de los actores políticos antes y después de esta crisis de Gobierno para intentar desentrañar el nudo gordiano que parece ser la comprensión de la política italiana.
Definitivamente, la naturaleza caótica de un país que ha contado con 65 Gobiernos en 72 años parece haberse impuesto una vez más sobre las esperanzas optimistas de analistas y mercados. Además, esta es una tradición que tampoco parece augurar nada bueno para la estabilidad del Ejecutivo venidero.
Definitivamente, la naturaleza caótica de un país que ha contado con 65 Gobiernos en 72 años parece haberse impuesto una vez más sobre las esperanzas optimistas de analistas y mercados.
La crisis de gobierno que nos trajo originalmente a las elecciones anticipadas inició el 11 de julio. Sorpresivamente, el Movimiento 5 Estrellas se abstuvo de votar por uno de los decretos paliativos de la crisis que había acordado presentar el Ejecutivo. Esto causó malestar en el Palacio de Gobierno; pues, aunque la mayoría seguía siendo sostenible si todos los demás partidos se comprometían a respaldar la «unidad nacional», el Ejecutivo empezaba a resquebrajarse.
¿El motivo de la abstención? La petición de introducir 9 puntos adicionales en el decreto que equivalían a un programa electoral propio del Movimiento 5 Estrellas y que están fuera de orden para un decreto de esa naturaleza.
Fue entonces evidente para los analistas que la intención del partido de inspiración asistencialista, antisistema y cada vez más escorado hacia el populismo de izquierdas era no seguir en el Gobierno.
Fue entonces evidente para los analistas que la intención del partido de inspiración asistencialista, antisistema y cada vez más escorado hacia el populismo de izquierdas era no seguir en el Gobierno.
Las elecciones municipales
La explicación tras esta maniobra se puede encontrar en los pésimos resultados de las elecciones municipales que se habían desarrollado unas semanas antes. Un partido con un perfil de votantes como el descrito sufrió serios reveses electorales apoyando a una mayoría dirigida por un tecnócrata alineado con Bruselas. Esto y el ímpetu reformista del Gobierno eran completamente contrapuestos a la esencia programática del partido.
Precisamente entre estos nueve puntos programáticos se encontraba la reivindicación de un salario mínimo, amén de bonos y exenciones fiscales. Además, se pedía más gasto público, ayudas sociales y menos impuestos. No obstante, el Movimiento 5 Estrellas no era el único que se encontraba en situación de insatisfacción interna.
En el ala derecha del Ejecutivo, la «Liga» —liderada por Matteo Salvini— decidió retirar el apoyo a la mayoría gobernativa aprovechando la crisis. Este partido —de inspiración euroescéptica, conservadora y antiinmigración— también había sufrido un serio batacazo en los comicios municipales. Sus votantes —de una derecha más intensa y nacionalista— tampoco apreciaban el apoyo constantemente contradictorio a un Gobierno de corte tecnocrático.
En el ala derecha del Ejecutivo, la «Liga» —liderada por Matteo Salvini— decidió retirar el apoyo a la mayoría gobernativa aprovechando la crisis.
Estas dos formaciones curiosamente son cercanas a posiciones de la Rusia de Vladimir Putin y están en buenos términos con su movimiento político «Rusia unida», siendo esto especialmente cierto de la Liga bajo investigación judicial por supuestos canales de financiación ilícita desde el Kremlin.
Salir del Gobierno era una forma de intentar «salvar los muebles» para dos partidos cuyo electorado estaba cada vez más desencantado. Así pues, con una mayoría cada vez más estrecha e incluso un intento de recomposición, el Gobierno Draghi cayó. Solo las fuerzas del área de centro y centroizquierda mantenían un apoyo decidido y firme al Gobierno saliente.
Elecciones anticipadas en mitad de un proceso de reforma
Fue en este panorama que se convocó a elecciones anticipadas en mitad de un proceso de reforma y antes de aprobar el proyecto presupuestario del año próximo. Naturalmente, lo anterior conllevó al nerviosismo de los mercados y el encarecimiento de los intereses de la deuda nacional.
La coalición de centroderecha decidió presentar un programa conjunto y repartirse las listas electorales del enrevesado sistema mixto de elección italiano. El programa era vago. Además, pecaba de contradictorio y tenía una factura que se presumía muy abultada. Esta «lista de la compra» dejaba entrever algunas diferencias tajantes entre los miembros de la coalición. Estas divergencias programáticas venían dadas por la naturaleza y trayectoria de sus componentes principales.
La coalición de centroderecha decidió presentar un programa conjunto y repartirse las listas electorales del enrevesado sistema mixto de elección italiano.
Superando a Liga y Forza Italia, Fratelli d’Italia era el miembro más destacable de dicha alianza. Forza Italia es la empresa política personal del ex primer ministro y magnate de medios de comunicación, Silvio Berlusconi. Este partido se ha caracterizado a lo largo de los años por una posición conservadora de tintes liberales y un marcado europeísmo atlantista en política exterior.
Fratelli d’Italia es liderado por la política profesional y premier in pole, Giorgia Meloni. El partido encuentra sus orígenes e inspiración en el claramente neofascista MSI —Movimiento Social Italiano—. Dicho movimiento político reivindicaba, hasta finales del siglo pasado, parte del legado de la dictadura de Benito Mussolini. Fratelli d’Italia nacía como una escisión derechista de este mismo partido. Esto se dio cuando se quiso reformar con un perfil más liberal y moderado.
Meloni, la gran ganadora
Sería la formación de Meloni la gran ganadora de las elecciones. La coherencia discursiva y programática que les proporcionó estar en la oposición en los años de la pandemia hizo que este partido, que apenas contaba con un mísero 4 % del apoyo popular, diera un salto de casi 20 puntos. Esto fue a expensas de sus 2 socios de coalición, quienes cuentan aproximadamente con un 7 % del voto por cabeza.
La coherencia discursiva y programática que les proporcionó estar en la oposición en los años de la pandemia hizo que este partido, que apenas contaba con un mísero 4 % del apoyo popular, diera un salto de casi 20 puntos.
Algunos observadores internacionales y actores cercanos al conservadurismo a nivel internacional celebraron la victoria de la coalición de derechas. No obstante, las tensiones y contradicciones entre los socios de coalición se dejaron ver ya desde las primeras horas de la mañana siguiente a la jornada electoral.
Los vínculos y la cercanía mencionada de la liga de Matteo Salvini con la política oficialista rusa significaron prácticamente un veto de Meloni para que este último ocupara la silla del Ministerio del Interior.
Del otro lado, disputas aún pendientes entre Fratelli d’Italia y el partido de Silvio Berlusconi significaron para Georgia Meloni tener que pelear una guerra en dos frentes. Acuerdos circunstanciales y oportunistas entre la fuerza principal de la coalición y el socio que más le conviniese dejaron heridas aún abiertas en la mayoría.
Acuerdos circunstanciales y oportunistas entre la fuerza principal de la coalición y el socio que más le conviniese dejaron heridas aún abiertas en la mayoría.
Un ejemplo muy ilustrativo de esto último fue la reciente elección del presidente del Senado, Ignazio La Russa. Siendo uno de los cofundadores de Fratelli d’Italia se esperaba que la coalición derechista le diera un apoyo unánime. No obstante, a pesar de la naturaleza secreta del voto, se concluyó que su elección tuvo que haberse dado con los votos de por lo menos 19 senadores de la oposición. Se necesita pasar la barrera de los 100 votos para que un candidato resulte electo .. Forza Italia quería hacer una demostración de fuerza. Sin su apoyo, los 99 votos que reunían Fratelli d’Italia y Liga no eran suficientes. Esto tenía el objetivo de acrecentar su peso dentro del naciente Gobierno como una fuerza fundamental que lo podía descarrilar en cualquier momento. Claro está, esto era si sus demandas de carteras no eran atendidas.
El rotundo fracaso de la demostración de fuerza aviva aún más las tensiones de lo que se ha llegado a llamar la «derecha centro». Los acontecimientos abocan al futuro Gobierno hacia la inestabilidad en un escenario de crisis. Las bombas de relojería de la política exterior con respecto a Ucrania y las complicadas relaciones con la derecha liberal serán los mayores retos para la más que probable futura jefa del Gobierno.
Las bombas de relojería de la política exterior con respecto a Ucrania y las complicadas relaciones con la derecha liberal serán los mayores retos para la más que probable futura jefa del Gobierno.
Seguimos así, pues, la tradición de inestabilidad política e incertidumbre que ha caracterizado desde un principio a la política italiana de la era republicana. Es complicado gobernar un país que ha tenido 65 Gobiernos en 72 años, con una media de duración de un año y medio.
La coalición ganadora se enfrenta al reto de sostener un Gobierno que, si no va a nacer muerto, podría quedarse sin oxígeno a la primera señal de problemas.
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